'Tapar' el Sol para frenar el calentamiento global, ¿es buena idea?

La Universidad de Harvard, con el proyecto SCoPEx, quiere poner a prueba la geoingeniería solar, una disciplina que pretende mitigar el calentamiento global poniendo un 'escudo' para evitar parte de la luz del Sol.

Geoingeniería solar
La geoingeniería solar pretende disminuir el calentamiento global devolviendo al espacio una parte de los rayos del Sol.

En los últimos días han aparecido multitud de noticias sobre una investigación que está desarrollando la Universidad de Harvard basada en la geoingeniería solar. En junio, el proyecto SCoPEX quiere fletar un globo con dos kilos de carbonato de calcio y un par de hélices para moverse en el plano vertical y horizontal, mientras rocía el material particulado en la estratosfera. Así los investigadores pretenden conseguir datos reales sobre las consecuencias de esparcir aerosoles a unos 20 kilómetros de altitud, atendiendo especialmente a la capacidad reflectante de este compuesto frente a la radiación infrarroja del Sol.

La prueba, que aún está pendiente de validación, forma parte de una línea de estudios que plantea la posibilidad de enfriar la Tierra aumentando la cantidad de energía solar que escapa al espacio.

¿Qué es la geoingeniería?

La geoingeniería es una disciplina que aúna tecnologías emergentes que comparten el objetivo de cambiar el rumbo del medio ambiente y compensar, al menos parcialmente, algunos de los impactos del actual cambio climático. Desde hace años, estas investigaciones vienen despertando cierta controversia en el ámbito científico, pero aún más entre los movimientos ecologistas y ciertos sectores de la sociedad, que ven en la manipulación climática una amenaza para el equilibrio natural.

Dentro de la geoingeniería destinada al calentamiento global hay dos vertientes. La primera es la geoingeniería del carbono, que busca eliminar el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera para romper la tendencia alcista de las temperaturas, al ser uno de los principales gases de efecto invernadero. Para ello, proponen la creación de sumideros artificiales capaces de filtrar y almacenar el CO2 limitando su impacto en la atmósfera y dándole un segundo uso, como el cultivo de plantas o la fabricación de bebidas carbonatadas.

Por otro lado, está la geoingeniería solar, que engloba a SCoPEx. En este caso, se busca reflejar una pequeña fracción de luz solar al espacio para enfriar el planeta. Así no se pondría solución al origen del problema, que son los gases de efecto invernadero emitidos por el ser humano. Solo se aliviaría la progresión de la crisis climática. Entre las soluciones que plantean está el aclaramiento de las nubes marinas, el adelgazamiento de los cirros, técnicas espaciales y la dispersión de aerosoles estratosféricos, como pretenden los investigadores de Harvard.

El proyecto de SCoPEx para 'tapar el Sol'

Los promotores de esta iniciativa estadounidense ven al proyecto SCoPEX como “uno de los más originales para frenar en un futuro el calentamiento global”. Con el globo científico quieren comprender la incidencia de los aerosoles estratosféricos, porque entienden que las simulaciones por ordenador pueden estar arrojando resultados excesivamente prometedores. Mediante la prueba, que supondrá el vertido de un volumen mezclado de carbonato de calcio de 1 kilómetro de largo por 100 metros de diámetro -al parecer, inocuo para el ser humano-, esperan estimar los riesgos y los beneficios de la geoingeniería solar.

En un futuro los investigadores esperan ser capaces de disminuir las perturbaciones estratosféricas indeseables, cosa que reduciría otros “riesgos adicionales” en la troposfera y la superficie de la Tierra debido al acoplamiento con el sistema terrestre. Según los científicos estadounidenses, los modelos climáticos han demostrado que, usando la geoingeniería solar con moderación, se podría reducir el impacto de las temperaturas extremas, los cambios en la disponibilidad de agua e incluso la intensidad de las tormentas tropicales.

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Un remedio dudoso

Muchos expertos no ven con buenos ojos estas prácticas. Primero habría que plantear las cuestiones éticas y de gobernanza que supondría que alguien tuviera la batuta del termostato de la Tierra.

Algunos ven en la geoingeniería un abuso de poder frente a la naturaleza, fortaleciendo la posición dominante del hombre; otros arguyen que podría desincentivar las políticas verdes y sostenibles. Esto sería un riesgo en el proceso de mejora de la calidad de aire, por ejemplo, cuya insalubridad provoca cada año 7 millones de muertes prematuras. Además, podría generar animadversión en el objetivo a medio y largo plazo de disminuir el aumento del nivel del mar o el impacto de las sequías o inundaciones. Y no sabemos si la geoingeniería funcionará.