¿Está España preparada para afrontar una gran tormenta solar?

La reciente actividad solar y los recientes apagones en toda la península ibérica reavivan la preocupación por la vulnerabilidad de infraestructuras clave. Estos son los riesgos de no estar preparados y las medidas necesarias para reforzar la capacidad de resistencia.

La última tormenta solar sobre el planeta afectó a sistemas de radio de alta frecuencia en zonas del Medio Oriente.

La reciente alerta emitida por la NASA sobre dos poderosas erupciones solares, incluida una llamarada de clase X2.7 —la categoría más alta en la escala que se utiliza para medir estos fenómenos—, ha vuelto a evidenciar la vulnerabilidad de las sociedades modernas ante el denominado clima espacial.

Estas tormentas solares son capaces de provocar interrupciones en comunicaciones por radio, errores en sistemas GPS, fallos en satélites e incluso apagones generalizados. De hecho, la sufrida hace unos días afectó temporalmente a sistemas de radio de alta frecuencia en zonas del Medio Oriente.

Por supuesto, España no es ajena a estos riesgos. Y aunque el país está alejado de las latitudes polares, donde su impacto suele ser más acusado, su alta dependencia tecnológica le hace frágil frente a los efectos de una tormenta solar extrema.

¿Qué sectores son más vulnerables?

El pasado 28 de abril, la península ibérica sufrió un apagón masivo al desacoplarse 15 gigavatios de generación —el 60% de la demanda— debido a oscilaciones no controladas de frecuencia y tensión.

Aunque esta grave e inédita incidencia no se ha relacionado directamente con una tormenta solar, sí evidenció la fragilidad de la red frente a perturbaciones bruscas.

Y es que, según un informe de Red Eléctrica de España (REE) y de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) publicado en 2023, las sobretensiones en el sistema eléctrico español se triplicaron entre 2021 y 2023, superando límites seguros y provocando desconexiones automáticas de centrales eléctricas.

Vigilancia, preparación y respuesta: un sistema aún en desarrollo

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) colabora con instituciones europeas en el monitoreo del clima espacial y ofrece información actualizada en su portal especializado.

España debe mejorar su sistema de protección frente a los efectos de las tormentas solares.

Sin embargo, España aún no cuenta con un sistema de alerta temprana específico y tampoco con protocolos nacionales de respuesta ante eventos solares extremos, una gran asignatura pendiente.

Otros países, como Estados Unidos (EE.UU.) o Reino Unido sí han desarrollado una Estrategia Nacional del Clima Espacial con planes de acción concretos para reforzar la resiliencia de sus países ante estos eventos.

¿Qué falta por hacer?

Los expertos coinciden en que España necesita adoptar medidas específicas para prepararse frente a una gran tormenta solar, que ya no es una cuestión de ciencia ficción sino una posibilidad real.

Estas son las acciones que deberían adoptarse con voluntad política desde una visión integral y coordinada:

    • Sistemas de alerta y monitoreo: creación de un sistema nacional de alerta de clima espacial, con protocolos coordinados entre REE, AEMET, Protección Civil y el Ministerio de Defensa, que deberán estar escalonados según la gravedad del evento geomagnético.

    • Infraestructura crítica: es preciso abordar el blindaje de transformadores eléctricos frente a corrientes inducidas e integrar las tecnologías de estabilización (baterías, condensadores síncronos) para compensar la falta de inercia de las energías renovables. Además, deberían revisarse las protecciones automáticas para evitar desconexiones innecesarias ante oscilaciones.

    • Protección de comunicaciones y navegación: el país necesita reforzar sus comunicaciones de emergencia satelitales y terrestres. También proteger sus satélites de modo que estén en modo seguro en el caso de tormentas solares extremas, así como prever alternativas a la navegación GPS para los sectores de la aviación y la logística.

    • Concienciación ciudadana y simulacros: deben implementarse campañas de educación pública sobre el modo de proceder ante apagones prolongados o caídas en las redes de comunicaciones. También realizar simulacros nacionales que incluyan a empresas de energía, telecomunicaciones, transporte y servicios de emergencia.