El tiempo en el Atlántico durante el primer viaje a América de Colón: no se cruzó con este peligroso fenómeno
Las condiciones meteorológicas fueron favorables durante la mayor parte del primer viaje de Colón a América. Los vientos alisios impulsaron a los barcos hasta el Nuevo Mundo, con la fortuna de que no encontrarse con este fenómeno.

El 12 de octubre –Día de la Hispanidad– es un día oportuno para recordar cómo fueron las condiciones meteorológicas que tuvo Cristóbal Colón y el resto de hombres que le acompañaron durante el primer viaje a América. Aquella travesía por el Atlántico no se vio truncada gracias a una meteorología favorable durante la mayor parte de ese viaje de ida y vuelta, lo que resulta chocante, dadas las fechas en que tuvo lugar.
La historia hubiera sido muy distinta si el comportamiento atmosférico se hubiera ajustado más al esperado; es decir, al que dictaminan las estadísticas climatológicas. Navegar a vela por el Atlántico Norte entre Canarias y las Bahamas durante los meses de septiembre y octubre en el sigo XVI fue casi una misión suicida, ya que la probabilidad de encontrarse en algún momento con un huracán o una tormenta tropical no era ni es baja, y en aquella época Colón desconocía la existencia de los ciclones tropicales.
El tranquilo viaje de ida al Nuevo Mundo
Las tres naves al mando de Cristóbal Colón –la Niña, la Pinta y la Santa María (dos carabelas y una nao, respectivamente)– partieron del puerto de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492. Según leemos en el Diario del Viaje (transcrito del texto original de Colón por el fraile dominico [Fray] Bartolomé de las Casas): “anduvimos con fuerte virazón hasta el poner el Sol”. Ese primer día de navegación los barcos se encontraron con un viento favorable que les siguió acompañando los días posteriores, lo que les hizo avanzar con rapidez hasta su primera parada, en las Islas Canarias, donde llegaron transcurridos apenas seis días.

Habían enganchado unos vientos alisios (del nordeste) fuertes desde la casilla de salida, algo que no es habitual hasta aproximarse al archipiélago canario. La impetuosidad de los alisios causó un daño grave en la Pinta el 6 de agosto, lo que supuso un revés que hizo que la escala en Canarias se prolongara más de un mes.
Desde la isla de La Gomera, los barcos se hicieron de nuevo a la mar el 6 de septiembre y los primeros dos días de navegación apenas avanzaron, ya que la mar estaba en calma, sin apenas viento; fue el día 9 cuando se instaló de forma abrupta el régimen de alisios y ya apenas dejaría de soplar. Comenzó a impulsar a la Niña, la Pinta y la Santa María (con Colón a sus mandos) hacia el Nuevo Mundo.

Se fueron sucediendo los días y las semanas: una, dos, tres… no se avistaba tierra y los marineros empezaron a ponerse nerviosos. Al soplar sin descanso aquel viento a favor, del este, se veían condenados a no poder volver a casa, suponiendo que llegaran al destino. Colón consiguió evitar un motín a bordo y finalmente –salvado por la campana– se avistó tierra y se procedió al desembarco en la isla de Guanahaní (isla Watling en la actualidad), en el archipiélago de las Bahamas, el 12 de octubre de 1492.
El movido viaje de vuelta a España: sin huracanes pero con una gran borrasca
Tras tres meses navegando y explorando las primeras tierras del Nuevo Mundo (Bahamas, Cuba, la Española), se inició el viaje de vuelta, solo con la Pinta y la Niña, ya que la Santa María quedó encallada en la costa norte de Santo Domingo. Colón sabía que si para el viaje de retorno ascendían algo más al norte, terminarían encontrando vientos del oeste favorables, que les llevarían de vuelta a casa.
La madrugada del 16 de enero de 1493 partieron las dos naves desde la Española (isla que comparten en la actualidad Santo Domingo y Haití), y durante varios días tuvieron un tiempo anticiclónico. Las dos carabelas avanzaron despacio y fueron dirigiéndose hacia el norte hasta que finalmente empezaron a aprovecharse de los vientos del suroeste y oeste. La navegación discurrió tranquila durante toda la segunda quincena de enero y los primeros días de febrero, pero todo cambia al acercarse a las Azores.

El 12 de febrero, cuando estaban a tres jornadas del archipiélago portugués, les sorprende un violento temporal, que seguramente se corresponda con una profunda borrasca de las que discurren en invierno por el Atlántico Norte. “Las olas eran espantables –leemos en el Diario del Viaje–, contraria una de otra, que cruzaban y embarazaban el navío que no podía pasar adelante ni salir de entremedias de ellas y quebraban en él (…) que no podía pasar adelante ni salir de entremedias de ellas y quebraban en él. (...) Y, viendo el peligro grande (...) cada uno hacía en especial su voto, porque ninguno pensaba escapar, teniéndose todos por perdidos, según la terrible tormenta que padecían”.
Este viaje no solo cambió el mundo, sino que fue una aventura continua. Al fin termino el seguimiento diario en Google Maps o Earth del primer viaje de Cristóbal Colón, que ya pueden visitar.https://t.co/EFXNesUDWJ pic.twitter.com/hB3mdjyzzZ
— RutaElcano (@Ruta_Elcano) May 11, 2024
Tras tres interminables jornadas en las que estuvieron a punto de zozobrar las dos embarcaciones, lograron salvar esa difícil situación, aunque quedaron muy alejadas la una de la otra, iniciando cada una de ellas el tramo final de viaje a España por separado.
La Pinta, al mando de Martín Alonso Pinzón, llegó a Bayona, en Pontevedra, el 1 de marzo de 1493, mientras que La Niña, al mando de Colón, recaló en Lisboa tres días después; el 4 de marzo. Se había escrito una página de la historia, gracias tanto a la pericia del Almirante de la mar Océana, como a un tiempo en la mar favorable durante la mayor parte de aquella intrépida travesía.
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