Ni la Muralla China ni las pirámides de Egipto: la construcción más grande que se ve desde el espacio está en España
No está en Egipto ni en Asia. La construcción humana más visible desde el espacio es blanca, inmensa y está en Andalucía. Y no, no es un monumento.

Desde la Estación Espacial Internacional, la Tierra parece un tapiz de colores, luces y sombras. Pero entre todos esos detalles, hay una mancha blanca que llama la atención, brillante, perfectamente delineada, imposible de confundir. No es una ciudad, ni una cadena montañosa. Es algo más improbable: una gigantesca extensión de invernaderos en el sur de España.
A diferencia de lo que muchos piensan, ni las pirámides de Egipto ni la Gran Muralla China son fácilmente reconocibles desde el espacio a simple vista. Esa distinción se la lleva un paisaje mucho más reciente y agrícola que, aunque no aparece en las postales, ha cambiado radicalmente la provincia de Almería y ha llamado la atención de la mismísima NASA.
Un océano blanco en pleno desierto
En la provincia de Almería, cerca del Mediterráneo y rodeado de tierra árida, se extiende un mar que no es de agua. Lo llaman el “mar de plástico”, y cubre decenas de miles de hectáreas con techos brillantes que reflejan el Sol como si fueran espejos.
El origen de esta industria de referencia mundial, se encuentra en el año 1959, cuando el empresario José Hernández Buj tras conocer de primera mano algunos invernaderos belgas construyó sobre parra un económico invernadero en la provincia de Almería. El modelo se replicó. pic.twitter.com/rLzZRpyFL9
— Javier Rubio Donzé (@Sr_Donze) May 5, 2020
Este entramado de invernaderos comenzó como una solución práctica para cultivar en condiciones difíciles y, lo que empezó como un experimento en los años 50, acabó convirtiéndose en un modelo de producción agrícola intensiva que abastece a media Europa de frutas y hortalizas durante todo el año.
Desde el espacio, su color blanco contrasta de forma tan intensa con el entorno que los satélites lo detectan con facilidad. Incluso los astronautas han señalado su presencia como una de las marcas más evidentes de actividad humana en la superficie terrestre. Y aunque parezca contradictorio, este despliegue de plásticos no sólo produce toneladas de alimento. También tiene efectos curiosos en el clima local, generando un ligero enfriamiento por el reflejo solar.
Invernaderos de Almería: mucho más que tomates y pimientos
En el “mar de plástico” no sólo se cultivan vegetales. También se cultiva tecnología, innovación y un nuevo modelo de sostenibilidad que ha dado que hablar a nivel mundial. Gracias a un sistema eficiente de riego por goteo, control climático y manejo de residuos, este espacio ha transformado una de las zonas más secas de Europa en toda una potencia agrícola.
Clear skies and plastic have made it possible for the dry province of Almería in southeastern Spain to become a major exporter of tomatoes and other produce. https://t.co/1zbyBcBiTG pic.twitter.com/Pp6259UOXi
— NASA Earth (@NASAEarth) July 12, 2022
El modelo de producción ha sido replicado en otros lugares, pero ninguna concentración alcanza las dimensiones de la que se extiende por El Ejido, Campo de Dalías y otras zonas limítrofes. Son más de 40.000 hectáreas organizadas con precisión milimétrica.
La zona produce entre 2,5 y 3,5 millones de toneladas de alimentos al año. Buena parte de los tomate, los pepinos, los calabacines o los pimientos que llegan a los supermercados de Europa fuera de temporada tienen su origen aquí.
Los invernaderos de Almería no ha estado exentos de críticas, sobre todo por el uso intensivo de recursos y su impacto ambiental. Sin embargo, en los últimos años se ha conseguido avanzar hacia una agricultura más respetuosa, con certificaciones sostenibles y reducción de productos químicos.
Desde Almería, directo al espacio
La confirmación de que este lugar es visible desde fuera de la atmósfera no viene de una suposición cualquiera. Ha sido constatado por los astronautas durante sus misiones y respaldado por imágenes satelitales difundidas por agencias espaciales, como la NASA.
El motivo principal no es su tamaño (aunque lo tiene), sino el efecto reflectante de sus techos de plástico blanco. Esta característica hace que los invernaderos destaquen como una gran mancha luminosa cuando se observa la Tierra desde cientos de kilómetros de altura.
Pedro Duque, el astronauta español y exministro de Ciencia e Innovación, mencionó en su día que esa era una de las zonas más llamativas de Europa vista desde el espacio. Y aunque pueda parecer que hay construcciones más emblemáticas, ninguna genera este efecto visual tan directo. De hecho, ni los grandes iconos arquitectónicos de la humanidad tienen la misma visibilidad a simple vista desde la órbita terrestre. Y es que, a veces, lo más impactante no es lo más antiguo ni lo más artístico, sino lo más funcional.