El CSIC habla de las rocas que se desplazan solas en Toledo: “sin ningún tipo de ayuda, ni actividad humana, ni animal”

Los movimientos de las rocas han sido observados y estudiados en diferentes partes del mundo, y para que se produzcan se deben dar una serie de condiciones concretas: esto es lo que sucede en una laguna española.

Las rocas pueden desplazarse por mecanismos físico-mecánicos: esto es bien evidente en el lecho seco del lago Racetrack Playa, en el Valle de la Muerte, pero también sucede en España.

Fue en el lago seco de Racetrack, en el Valle de la Muerte en EEUU, donde se encontraron surcos que dejaban aparentemente unas rocas al desplazarse. Tras el hallazgo las conjeturas y rumores se dispararon, porque las rocas no se movían con ayuda de actividad humana, ni animal, en un terreno que no presentaba pendientes.

Además, las trazas que se encontraron medían de 3 hasta 30 m de longitud y su anchura variaba entre 8 y 30 cm con 2,5 cm de profundidad. El tamaño medio de las rocas oscilaba entre 15 y 45 cm, pesando hasta 20 kg. Y no sólo eso, sino que el movimiento se produjo en pleno día en uno de los lugares más cálidos y secos del mundo.

¿Cómo se pueden mover las rocas solas?

Este fenómeno ha intentado explicarse a través de los terremotos, los campos magnéticos, huracanes o incluso hasta extraterrestres. Sin embargo, la explicación es mucho más sencilla como ocurre normalmente con los procesos de la naturaleza.

Los científicos han podido demostrar que los movimientos de las rocas se producen bajo una serie de condiciones concretas. De esta forma ocurre que, en pleno invierno, por el día se pueden alcanzar en el Valle de la Muerte los 30 ºC, y por la noche se registran heladas con temperaturas que caen bajo cero.

Si ha llovido durante el día, el agua en el suelo puede congelarse por la noche. El hielo se funde durante el día, pero permanece sólido bajo las rocas. Si le sumamos un poco de viento inicialmente fuerte es suficiente para que sea capaz de desplazar este hielo y deslizar la roca por la superficie acuosa.

Se han encontrado rocas que se mueven en Toledo

En la laguna de Altillo Chica, en Lillo (Toledo) se ha descrito un fenómeno similar, pero no exactamente igual. En este caso, las rocas eran de un tamaño bastante inferior, pero de hasta 8 kg de peso.

Modelo genético de las trazas de Altillo-Chica modificado de Sanz-Montero y Rodríguez-Aranda (2013a) y Sanz-Montero et al. (2015). (1) Roca sobre el fondo desecado de la laguna con tapices microbianos. (2) Durante una tormenta con viento y lluvia, la laguna se llena de agua, se generan corrientes de agua inducidas por el viento, se produce excavación alrededor de rocas que sobresalen del nivel de agua y en algunas zonas el tapiz microbiano comienza a romperse; se pueden formar ripples. (3) Las rocas y los tapices rotos se desplazan; también se pueden formar ripples. (4) El proceso de desplazamiento se repite en sucesivos episodios con diferentes orientaciones; los objetos movidos se paran en la orilla de la laguna.

En las rocas de Toledo no es el hielo el que permite el movimiento de las rocas, sino el agua. Durante periodos con viento y lluvia, la laguna de Altillo Chica se llena de agua. Esto permite a su vez que se generen corrientes inducidas por el viento. Las rocas al desplazarse producen un surco sobre un tapiz microbiano que actúa como lubricante.

Las condiciones necesarias para que las rocas se muevan son: una superficie saturada de agua, placas de hielo o tapices microbianos, una delgada capa de arcilla, fuertes ráfagas de viento y vientos fuertes sostenidos para mantener a las piedras en movimiento.

Las marcas de desplazamiento van quedando expuestas al aire al desecarse. Este mismo proceso se repite en sucesivos episodios con diferentes orientaciones dependiendo del viento, y así van generándose las distintas marcas.

¿Qué son las piedras navegantes?

Las piedras navegantes, también conocidas como piedras deslizantes o piedras móviles, son denominadas en inglés como sailing stones, sliding stones o moving rocks. Son un fenómeno geológico por el cual las rocas se mueven, sin ayuda de la intervención humana o animal, dejando largas trazas, a modo de surco, en una superficie llana.

Las piedras navegantes se mueven solo cada dos o tres años y la mayoría de sus huellas se conservan durante tres o cuatro.

Mientras las piedras con base angulosa dejan trazas estriadas y rectas, las de base lisa dejan marcas divagantes. A veces se vuelcan, y ponen en el suelo otra de sus caras que deja un rastro distinto. Hay piedras que empiezan su trayecto junto a otras y pueden viajar en paralelo, hasta que alguna de ellas se desvía a otra dirección o incluso, retroceden.

Las huellas de este tipo de piedras han sido observadas y estudiadas en varios lugares del mundo, desde el suroeste de Estados Unidos, donde son más numerosas, hasta el Sahara de Túnez.

Debido a su elevada cantidad y longitud, las trazas que más se han estudiado son las de Racetrack en el Valle de la Muerte, California. Estas piedras y sus movimientos fueron estudiados hasta resolver el misterio en 2014.

Referencia de la noticia:

Norris RD, Norris JM, Lorenz RD, Ray J, Jackson B (2014) Sliding Rocks on Racetrack Playa, Death Valley National Park: First Observation of Rocks in Motion. PLoS ONE 9(8): e105948. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0105948

Rodríguez-Aranda, J. Pablo; Sanz-Montero, M. Esther. «El extraño caso de las rocas deslizantes de La Mancha y del Valle de la Muerte: Aplicación del método científico». Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2016, vol.VOL 24, núm. 2, p. 131-42, https://raco.cat/index.php/ECT/article/view/312547.