Los climatólogos avisan: no es 'buen tiempo' todo el que reluce

El calentamiento global está haciendo que los días 'buenos' sean cada vez más constantes y cálidos. Esto supone un problema no solo para sectores como el agrario, sino para la salud de la población en general.

Hombre calor
Asociar los días de sol y temperaturas altas al 'buen tiempo' puede llegar a ser peligroso.

Ahora que vuelve la estabilidad, muchas noticias versan sobre la vuelta de los claros, las altas temperaturas y, en definitiva, del buen tiempo. En España el tira y afloja sobre este último concepto subjetivo viene de lejos, abarcando no solo el periodo estival sino, también, el resto del año. Los intereses del sector turístico, que ahora con la pandemia estamos viendo cuál es su gran peso específico en la economía, chocan con los del agrario o las necesidades hídricas de todos cuando la sequía aprieta. Ahora con el calentamiento global los rigores del clima se están acentuando, brindando fenómenos muy curiosos. Meteorológicos, pero también sociales y comunicativos en todo el mundo.

El debate se extiende hacia el norte, como los viñedos

Para hablar del óptimo climático medieval, un periodo cálido que se vivió en el continente europeo -y otras zonas del mundo- entre los siglos X y XIV, se suele recurrir al extraordinario cultivo de la vid en las Islas Británicas como prueba, debido a la bonanza. En el actual ascenso de las temperaturas, dos buenos indicadores del cambio climático podrían ser el tratamiento de la información y el inconsciente colectivo. Ambos están dejando una huella jamás vista, gracias al acceso plural a los mass media y las redes sociales.

¿Qué fenómenos podrían formar parte del mencionado 'buen tiempo'? El sol y el calor para la hostelería pero, en ciertos momentos del año, para los agricultores la percepción es justo la contraria. Las nubes y las lluvias a veces son para ellos el maná, debido a las necesidades de las plantas. En España estamos habituados a un intercambio de golpes entre períodos húmedos y otros de sequía que se pueden llegar a prolongar, sobre todo estos últimos, demasiado. Los países del centro y norte de Europa hasta hace poco se mantenían ajenos a esta controversia, ahora el cambio climático los ha metido en el barro.

El calentamiento global está extendiendo las temperaturas altas hacia el norte de Europa. También los discursos y debates sobre el buen tiempo.

Hace unas semanas los climatólogos tomaron la palabra en el periódico británico The Guardian para avisar de la disfunción. Bob Ward, experto del Grantham Research Institute sobre cambio climático, cree que los medios se están equivocando en el tratamiento de los días inusualmente cálidos en el Reino Unido. Normalmente, las noticias van acompañadas de gente haciendo un picnic al aire libre o tomando el sol en la playa. Según Ward, esto podría estar sumergiendo a la sociedad en un estado de calma o ignorancia frente a la gravedad de los riesgos. “Me temo que los medios no se han dado cuenta de los riesgos asociados al tiempo cálido y seco”, advirtió.

Niños calor
Este tipo de imágenes son las que quieren evitar los climatólogos británicos, en favor de la primera de la noticia.

Cuando el 'buen tiempo' deja de tener gracia

Hasta hace poco podría resultar gracioso, en un clima que solía ir como un reloj, pero en los últimos años las Islas Británicas están viendo con mucha frecuencia anomalías positivas de temperaturas, hasta el punto que los diez años más calurosos de la serie histórica se han vivido desde 2002. Con esto, los expertos no abogan por desterrar del todo los aspectos más lúdicos del tiempo cálido, solo quieren que dejen de ocupar un espacio preferencial en las noticias.

A raíz de esas recomendaciones, los editores del diario The Guardian han decidido dejar de poner niños jugando en las fuentes en las imágenes que acompañan las noticias, en detrimento de personas sufriendo los efectos del calentamiento global. Ahora darán mayor visibilidad a los colectivos más sensibles que viven en espacios no preparados para afrontar las altas temperaturas, por ejemplo. En el siglo XXI ya no solo se expanden las vides, también los discursos.