Calor extremo, tormentas secas y reventones, urge hacer caso a los avisos

Estamos viendo cómo los riesgos habituales que presentaba la meteorología ahora están incrementando, en muchos casos, su virulencia. Tenemos que adaptarnos cuanto antes y hacer caso a los avisos del ámbito experto.

Tormenta polvo hombre
Hay que concienciarse cuanto antes ante los nuevos riesgos que plantean la meteorología y el clima.

El último episodio de calor llegó a España sin tanto bombo y platillo como los otros precedentes, quizá por el hastío que ya producen estos envites subtropicales pero, sobre todo, porque la duración y la extensión hicieron dudar sobre su consideración de “ola de calor”. En cualquier caso, la adversidad de sus efectos bastó para que se colara en todas las portadas, engrosando las cifras de fallecidos este verano debido a la meteorología. Desde hace semanas se habla de muchas defunciones por las altas temperaturas en informes aún preliminares, pero estos últimos días de una en concreto, del joven que fue víctima del “reventón cálido” que sacudió el Medusa Sunbeach Festival.

¿Cuáles fueron las causas del reventón en Cullera?

La disposición de una depresión aislada en niveles altos al oeste de la Península favoreció la entrada de una masa de aire subtropical, con matices ciertamente dispares si, cuando sucedió la tragedia, hubiéramos hecho un corte vertical de la troposfera. Mientras en superficie había una masa de aire cálido y seco, unos dos mil metros más arriba la humedad era suficiente para permitir el desarrollo de nubes convectivas.

Esos cúmulos y cumulonimbos crecían ahí arriba en condiciones confortables, ajenos a lo que había más abajo, hacia donde se precipitaban sus gotas y granizos hasta esfumarse espontáneamente en un entorno casi sahariano. Tal evaporación y sublimación enfrió el aire que los envolvía, creando una masa que se desplomó al pesar más -cosas de la física- hasta chocar de forma virulenta contra el suelo. Ahí el viento se extendió de forma horizontal zarandeando todo a su paso.

Los testigos hablan, además, de un ambiente casi flameante. El viento llegó muy recalentado, provocando un ascenso súbito de la temperatura. Ahí jugó sus cartas el calentamiento adiabático de la masa de aire. Al descender, aumentó la presión que ejercía la columna atmosférica sobre ella, comprimiendo sus partículas y calentándose antes de golpear Cullera en este caso. Hubo muchos otros.

Es urgente: tenemos que consultar e interpretar bien los avisos

Tal y como admitió la AEMET, se trata de fenómenos difíciles de predecir, al menos en la escala necesaria como para saber que iba a suceder justo allí, en la desembocadura del Júcar. No obstante, los modelos de predicción venían avisando días atrás de la probable aparición de estos vendavales, anticipando en los mapas de viento en superficie rachas cercanas a los 100 kilómetros por hora, primero en unas zonas y luego en otras. Esta incertidumbre debió ser el detonante de que no se pusieran los avisos pertinentes, pero sí que había otros de nivel extremo que debieron limitar las actividades al aire libre: rojos por temperaturas superiores a los 40 ºC.

Desde que se promulgó el Real Decreto 186/2008, la AEMET oficialmente es la encargada del suministro y la difusión de las informaciones meteorológicas de interés general, incluida la emisión de avisos que puedan afectar a la seguridad de las personas. Desde los años ochenta, los meteorólogos de la agencia han ido madurando planes para que esa información fluya hacia los ciudadanos, las instituciones públicas y singularmente a las autoridades de Protección Civil. Probablemente hoy será un proceso mejorable, pero desde hace años tenemos de forma muy accesible información sobre los fenómenos meteorológicos adversos. La cuestión es si sabemos manejarlos bien.

Los avisos de nivel naranja ya comprenden impactos graves para la población y bienes. Los rojos están ligados a consecuencias muy graves o catastróficas.

Los avisos de nivel naranja ya se atribuyen a un “peligro importante”, donde los bienes y la población vulnerables o en zonas expuestas podrían sufrir impactos graves. Ya con este rango se deberían cancelar los planes al aire libre, más aún si derivan en otros de nivel rojo. Ahí el riesgo es extraordinario al quedar expuestos los afectados a posibles impactos “muy graves o catastróficos”. Con la deriva que están tomando los fenómenos en la troposfera, todos deberíamos consultar los avisos oficiales antes de unirnos a una actividad a la intemperie, porque las instituciones hacen lo que pueden pero nosotros debemos ser capaces de tomar las decisiones correctas.