Aumentos de temperatura más dañinos que olas de calor

Con la primera gran subida de las temperaturas de este año, puede que nos encontremos en una situación peor que la de una ola de calor. ¿Por qué?

Calor
El primer ascenso de temperaturas del año es peligroso.

Tras unos largos otoño, invierno y primavera, la mayoría estábamos ansiosos ante la llegada del calor. Gozamos de los primeros días en manga corta y tirantes, y si la temperatura es suficientemente alta, nos atrevemos incluso con el primer baño de la temporada.

La cuestión que vamos a tratar hoy se centra en hasta qué punto el primer pico de calor del año puede llegar a ser peligroso. Suele recibirse con los brazos abiertos por casi todos, pero analizado fríamente, puede tener mayores consecuencias que una típica ola de calor del verano.

El mecanismo que nos ayuda a regular la temperatura corporal pasa por unos termoreguladores que tenemos en la piel. Estos, ante un aumento de la temperatura exterior que puede poner en peligro nuestra vida, manda una señal al hipotálamo para que active una serie de reacciones, entre las que se encuentra la producción del sudor. Al secarse en la piel, hace que nuestra temperatura descienda.

Pero la medida que usa el cuerpo es solo un remedio instantáneo. Cuando el calor llega de repente, como por ejemplo lo que estamos viviendo estos días en algunas zonas de España, o bien sufrimos una situación de ola de calor prolongada, el cuerpo necesita otro tipo de adaptación. Y no se adapta de la misma manera en los dos casos.

La preparación ante una ola de calor

Cuando se anuncia la llegada de una ola de calor, la población suele tomar una serie de medidas para hacerla más llevadera. Adapta sus actividades a la nueva situación que se avecina, como no hacer deporte durante las horas de más calor, evitar salir en las horas centrales del día, hidratarse bien, cuidar de los mayores y de los más pequeños, bajar las persianas... y un sinfín de acciones que nos ayudan a pasar esos días tan calurosos.

Hay que tener en cuenta que la llegada de las olas de calor se produce durante la época más calurosa del año, entre julio y agosto. Es decir, el calor ya es presente durante su llegada y el cuerpo se ha ido adaptando a ello. Lo que ocurre es que puntualmente se produce un pico de calor más destacado. Muy distinto a lo que nos encontramos ahora en mayo.

El impacto de la llegada súbita del calor

Vamos a centrarnos ahora en la situación actual de España. De repente nos plantamos con temperaturas que podrían superar los 35 grados, cuando hace cuatro días aún íbamos con abrigo.

Nuestro cuerpo no está preparado para un aumento de temperaturas tan repentino. Necesita días, o incluso semanas, para adaptarse a la nueva situación ambiental. Esto lo notamos cuando viajamos a un país más cálido en invierno. Puede hacer que nos sintamos más cansados. Hay bastantes factores que hacen que esto pueda suponer un impacto mayor que una de las muchas olas de calor que sufrimos durante el verano.

sol playa
El cuerpo no está preparado para un cambio tan brusco de temperaturas, a pesar de que le queramos poner remedio.

Por un lado, nuestra piel está desprotegida tras apenas ver los rayos de sol durante meses. Estamos muy pálidos. De repente, aparece el sol y solemos sufrir las primeras quemaduras. Lo peor de todo es que los rayos, a mitad de mayo, son tan peligrosos como los de finales de julio y nos somos conscientes de ello. Aún así, nos ponemos a tomar el sol como locos.

Luego tenemos la deshidratación. Sudamos más de forma repentina y no tenemos el hábito de beber más. Tampoco hacemos un uso adecuado del aire acondicionado. En lugar de ponerlo a una temperatura ligeramente más baja que la exterior, convertimos nuestros hogares, coches u oficinas en auténticas neveras.

Como en todo, se necesita un proceso de adaptación con un cambio de temperatura tan brusco. Por este motivo la llegada de una ola de calor en mitad del verano puede tener sobre nuestro cuerpo un menor impacto que la primera subida repentina de las temperaturas.

Cambio climático, especies y adaptación al medio

El proceso de adaptación al medio que acabamos de comentar es justo lo que está condenando a animales a desaparecer por culpa del cambio climático. Los factores ambientales están cambiando a tal velocidad que muchas especies desaparecen al no poder adaptarse.

Cuando los cambios en el entorno se producen de forma gradual, cada especie, generación tras generación, puede evolucionar para hacerse más fuerte ante las nuevas condiciones. Solo el ser humano lo tiene más fácil, aunque seguro deberemos tomar algunas decisiones, como emigrar a otros lugares, o cambiar nuestro estilo de vida, para adaptarnos a un ambiente cada vez más caluroso