Algunos expertos dicen que los barcos están, en parte, tras el calor extremo. ¿Cómo es posible?

Recientemente se ha descubierto que los barcos podrían ser un factor determinante en el calentamiento de los mares y océanos. ¿De qué manera pueden influir en el clima?

El combustible para barcos contiene dióxido de azufre un gas incoloro pero de olor picante.

La atmósfera es un sistema complejo y caótico. Aunque el calentamiento global está más que demostrado, algunos factores que contribuyen a intensificarlo todavía se están descubriendo. Recientemente, las investigaciones apuntan a un gas que podría estar detrás de los picos cálidos registrados en mares y océanos.

Récords de calor en mares y océanos

En los últimos meses, los mares y océanos se han calentado a un ritmo frenético alcanzando múltiples récords. Según datos de la NOAA, la temperatura superficial del agua del mar a nivel mundial ha registrado un nuevo récord.

A su vez, el CEAM informaba de que el Mediterráneo este año había alcanzado la temperatura más alta en conjunto desde que hay registros: unos 28,17 ºC. Estos récords se deben a una combinación de factores. Los científicos han asignado tres principales: El Niño, el calentamiento global antrópico, una menor incidencia de polvo en suspensión sobre el Atlántico y una disminución en las emisiones de SO2 (dióxido de azufre).

El SO2, un gas peligroso para la salud

En ocasiones, una medida que se suponía que iba a ser beneficiosa resulta ser todo lo contrario en el corto plazo. En 2020 se aprobaron políticas internacionales para reducir el contenido de dióxido de azufre (SO2) en los carburantes usados para barcos debido a sus efectos contaminantes. Las emisiones de SO2 provocan un impacto en la salud y se estima que entre 19.000 y 91.000 muertes prematuras al año en zonas costeras.

Efectos secundarios no deseados

En respuesta a estos recortes, las emisiones globales de este gas han caído un 10%. Aunque pueda parecer poco, es un descenso muy importante en pocos años. Unas seis millones de toneladas menos al año de SO2. Con ello, la calidad del aire ha mejorado pero ha aparecido un peligroso efecto secundario.

Recientemente se ha demostrado que el dióxido de azufre contrarresta parte del calentamiento global, causando cierto enfriamiento. Esto es debido a que el gas refleja parte de la radiación solar incidente y ayuda a formar nubes que cumplen la misma función.

La disminución de este gas en los últimos años podría ser uno de los factores detrás de los récords de temperatura del agua del mar que se están registrando. El efecto secundario de la bajada de emisiones de SO2 es por tanto un aumento previsto de la temperatura global en 0,05 ºC para 2050.

Un futuro incierto

La bajada de emisiones de SO2 no se nota de forma instantánea. El sistema climático requiere un tiempo para responder a estos cambios. En zonas oceánicas estos cambios pueden ser más lentos debido a que las grandes masas de agua amortiguan los vaivenes de temperatura y actúan como sumideros de dióxido de carbono.

Se ha calculado que el calentamiento extra debido a la reducción de SO2 a nivel mundial podría equivaler a dos años de emisiones de efecto invernadero. Esto podría hacer más difícil limitar el calentamiento a 1.5ºC en las próximas décadas.

El tiempo juega en nuestra contra y las fichas en el tablero cambian rápidamente, a peor. La crisis climática es uno de los mayores retos a los que se enfrenta el ser humano en la actualidad y apenas se ha empezado a abordar el problema.