El lenguaje humano, clima y terreno

¿Por qué la lengua hawaiana fluye melódicamente de vocal en vocal, mientras que el lenguaje en Hungría está salpicado de consonantes? Puede tener que ver algo con el clima y el terreno circundante donde esas lenguas se han desarrollado, según  sugiere un estudio de más de 600 idiomas de todo el mundo.

Investigaciones anteriores han demostrado que las vocalizaciones de algunas otras especies están determinadas por su entorno. Aves como el gorrión cantor, por ejemplo, canta en tonos más altos en las ciudades, donde las notas de baja frecuencia se ahogan por el ruido urbano. Y las aves que viven en zonas boscosas tienden a cantar en las frecuencias más bajas que las aves que viven en espacios abiertos, lo que sugiere que diferentes especies y poblaciones pueden optimizar sus vocalizaciones para viajar a través de las ramas y otros obstáculos que desvían los sonidos de alta frecuencia. A su vez el follaje arbóreo está condicionado por los elementos climáticos del lugar.

El fenómeno,  llamado "adaptación acústica, se ve en especie tras especie en aves, murciélagos y otros animales, dice Caleb Everett, lingüista antropológica de la Universidad de Miami en Coral Gables, Florida, que no participó en el nuevo trabajo.

Cuánto, si se produce cualquier adaptación acústica en los lenguajes humanos, no está claro, dice Ian Maddieson, lingüista de la Universidad de California, Berkeley.

Para explorar esta pregunta, Maddieson y su colega Christophe Coupé, del Centro Nacional Francés para la Investigación Científica Laboratoire Dynamique du Langage, combinaron los datos de 633 idiomas en todo el mundo con información ecológica y climática en las regiones donde esas lenguas se han desarrollado, con exclusión de los idiomas hablados internacionalmente como inglés, chino mandarín y español, que ya no se limitan a las regiones geográficas donde surgieron.

Un patrón sutil, pero claro, emergió: los idiomas en  zonas más cálidas, las regiones más boscosas, como los trópicos tienden a ser "sonoras", empleando los sonidos de baja frecuencia y usando un menor número de consonantes distintas, mientras que las lenguas de zonas más frías, más secas, y en los lugares más montañosas eran lenguas más  pesadas en consonantes.  El equipo informó de sus resultados en la 170ª  Reunión de la Sociedad Acústica de América (ASA) en Jacksonville, Florida.

En conjunto, estas variables ecológicas representaron aproximadamente una cuarta parte de la variación de "consonante pesada" es en una lengua, dice Maddieson. Una posible explicación de por qué lenguas ricas en vocales aparecen con mayor frecuencia en las zonas tropicales es que viajan más lejos que las lenguas dominadas por  consonantes de alta frecuencia, que pierden su fidelidad en ambientes boscosos húmedos. El calor y la humedad interrumpen el paso del sonido, al igual que las ramas de los árboles y las hojas sólidas, añadió.

En el estudio, Maddieson y Coupé simplemente analizaron el número de vocales, consonantes y consonantes por sílaba para cada idioma. A continuación, tienen previsto utilizar los datos tomados directamente de las grabaciones habladas para examinar "cómo estos elementos son en realidad puestos juntos en un flujo continuo de  expresión", dice Maddieson.

Los datos dan crédito a un estudio más viejo, hecho con menos idiomas, 70, que encontró un patrón similar, y están "muy de acuerdo" con los estudios de adaptación acústica en otras especies, dice Everett. Aunque los resultados siguen siendo puramente correlacionales, y no basados en ninguna evidencia experimental, señala, la noción de que los factores ecológicos, tales como la cubierta de árboles podrían afectar a los sonidos de una lengua que se desarrolla, es "una idea totalmente razonable."

Fuente: Science| DOI: 10.1126/science.aad7387

Esta entrada se publicó en Reportajes en 27 Nov 2015 por Francisco Martín León