¡Rayos! La electricidad está en el aire

Pese a que el aire es un pésimo conductor de la electricidad, diariamente centenares de miles de destellos eléctricos surcan el cielo de nuestro planeta produciendo uno de los fenómenos atmosféricos más peligrosos y a la vez fascinantes de la naturaleza: los rayos

En la foto: Captura de un rayo en un parque eólico de Navarra el 26/05/2018
En la foto: Captura de un rayo en un parque eólico de Navarra el 26/05/2018

A lo largo del año se pueden llegar a detectar más de mil millones de descargas eléctricas en toda la superficie planetaria, concretamente en lo que llevamos de 2018 ya se han dado 1083 millones según la red de detectores de Météorage. Pese a ello solo un porcentaje bajo de los mismos toca el suelo, puesto que las condiciones necesarias para que se dé un rayo y que éste además toque el suelo son muchas. La principal, que es la que inicia el proceso, es la necesidad de energía convectiva.

Así, es solo cuando existen diversos índices de convección y cizalladura favorables para el desarrollo de un tipo de nube específica cuando se dan las diferentes manifestaciones de electricidad en la atmósfera. Este tipo de nube es el llamado Cumulonimbo.

Los cumulonimbus se pueden desarrollar a lo largo de todo el año, no obstante es ahora en verano cuando, sobre todo en zonas de montaña, se suelen dar en mayor cantidad estas nubes de gran desarrollo vertical. Así, describiendo este tipo de nube, justo hemos dado la clave por la que ésta y no otras es la única que desarrolla actividad eléctrica. Hablamos de la altura de la nube a lo largo de la columna atmosférica desde su base.

Base de un cumulonimbo cazado el dos de junio de 2018 en Castilla la Mancha. Con toda probabilidad, esta nube tocaba el techo de la troposfera: la tropopausa.

Diversos estudios científicos existentes apuntan a que en el seno de los cumulonimbos se produce una separación de las cargas eléctricas. Este hecho se encuentra íntimamente relacionado con el rozamiento que se produce entre las gotitas de agua, y también de hielo, en las diversas corrientes ascendentes y descendentes de la nube. Es pues este proceso la clave que determina la polarización de la nube entre su base y su tope.

La teoría dice que cuando crece una gran nube de tormenta sobre nuestras cabezas, la propia nube está induciendo una carga de signo contrario en nosotros. No obstante, es en los puntos más elevados y agudos donde se concentran más las cargas en el suelo y de donde salta el chispazo hacia la nube.

Las tormentas en las que menos peligro de ser alcanzados tendremos serán aquellas en las que la base nube es alta. En éstasla diferencia de potencial entre la nube y el suelo no es suficiente para saltar la barrera inhibidora de la columna de aire existente entre ambas.