¿Sabes cuál es el sonido más terrorífico para los animales? Peor que el rugido de un león

No es el rugido de un león lo que más aterroriza y espanta a los animales en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica. Este es el sonido más espeluznante, según un estudio.

Rugido del león
Cuando se enfrentaron a grabaciones de voces humanas, 19 especies de animales huyeron instantáneamente, mientras que los rugidos de los leones infundían menos temor.

Son casi dos millones de hectáreas en el indómito corazón de Sudáfrica donde, leones, leopardos, elefantes, búfalos y rinocerontes pueden andar a sus anchas. El mundialmente conocido Parque Nacional Kruger, recibe más de un millón de visitantes por año, deseosos de apreciar la cantidad y diversidad de animales que hacen de este lugar, un lugar único.

Uno podría suponer que el león, indiscutible rey de estos dominios, es el animal más temido y respetado del lugar. Un solo rugido bastaría para aterrorizar y espantar a cualquier otra criatura salvaje de la sabana sudafricana, más que cualquier otro sonido. Pero un estudio reciente encontró que hay un sonido mucho más intimidante y poderoso que el rugido de un león: la voz humana.

Humanos: los verdaderos reyes de la selva

El rugido del león es el más potente de todos los felinos y se puede escuchar a 8 kilómetros de distancia. Los leones macho rugen para mostrar su poder, para defender su territorio y ahuyentar a los intrusos. No en vano es considerado “el rey de la selva”, aunque ese título nobiliario es equivocado, ya que vive en la sabana africana. Y para colmo, parece que ha perdido ese poder de intimidación frente a la mayoría de los animales.

Un estudio publicado en Current Biology, ha hallado que los mamíferos del Parque Kruger manifiestan un temor mucho mayor cuando escuchan voces humanas que cuando oyen los rugidos de los leones, o los ladridos de los perros o disparos, todos sonidos relacionados con la caza furtiva.

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Los investigadores colocaron cámaras camufladas cerca de pozos de agua para observar a muchos de los mamíferos icónicos de la sabana: elefantes, cebras y rinocerontes. Mediante altavoces de alta fidelidad, reprodujeron una mezcla de sonidos, desde voces humanas hasta los de un león rugiente.

En el 95 % de los casos, los animales reaccionaron y huyeron más rápidamente al sonido de un humano hablando que al del león rugiendo. Jirafas, cebras, hienas, leopardos y otros han demostrado, mediante sus reacciones autodefensivas ante la voz humana, que la vida silvestre nos considera un superdepredador, muy por encima de cualquier otro.

Superdepredador

Un leopardo lleva en sus fauces un impala, presto para darse un banquete a la sombra. De repente, la voz de un humano salida de la nada, comienza a hablar en un tono normal, monótono. Eso fue suficiente para que el leopardo dejara caer su presa y huir despavorido.

Los investigadores reprodujeron diferentes clips de sonido en orden aleatorio cuando las cámaras camufladas se activaban por movimiento al acercarse un animal. Desde sonidos tranquilos, como los cantos de las aves locales, hasta otros más amenazantes como los de ladridos de perros, disparos, leones gruñendo y rugiendo, y humanos hablando con calma.

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Luego de analizar el comportamiento de 19 especies en más de 4.000 vídeos, los investigadores hallaron que cuando se enfrentaban a humanos hablando, los animales tenían el doble de probabilidades de huir y abandonaban los pozos de agua un 40 % más rápido que cuando oían leones, perros o armas. Y el contraste en la respuesta de huida a las voces humanas respecto de los rugidos y gruñidos de los leones, era pronunciado en la mayoría de las especies.

"Creo que la omnipresencia del miedo en toda la comunidad de mamíferos de la sabana es un testimonio real del impacto medioambiental que tiene el ser humano”
Liana Y. Zanette.

Debido a que "los humanos cazan a un ritmo mucho más alto que otros depredadores, ha generado un sentimiento arraigado y generalizado de miedo", indica la investigadora principal del estudio, Liana Y. Zanette, de la Western University en Canadá. Estos resultados pueden servir de base a sistemas que puedan alejar de manera deliberada -en zonas de caza furtiva- a especies en peligro de extinción.