Guerra contra el coronavirus: interés estratégico en la meteorología

Los investigadores andan buscando tratamientos, vacunas y también razones para que el nuevo coronavirus prospere o no. Entre estas últimas, hay indicios de que la meteorología podría ser determinante. Una vez más, como en cualquier contienda.

Coronavirus
En la actual 'guerra mundial' la meteorología podría volver a ser determinante.

En las últimas semanas los máximos mandatarios Pedro Sánchez, Emmanuel Macron y Donald Trump han bautizado a la pandemia por el coronavirus como una guerra. No está mal tirada la metáfora como oposición a una afrenta, en este caso contra la salud, que salpica a todos los ámbitos, incluida la meteorología. Que una batalla vaya ligada al ámbito meteorológico no es nuevo, en tanto que la información sobre las lluvias o temperaturas siempre ha sido estratégica a la hora de afrontar una batalla.

En el año 1588 el monarca español Felipe II se aventuró a invadir Inglaterra para derrocar a su reina Isabel I, por interés geopolítico fundamentalmente. A petición de la corona, de los puertos españoles comenzaron a salir navíos hasta formar una gran flota. En el trayecto hacia las Islas Británicas los barcos sufrieron un extraordinario temporal que mermó mucho a la llamada ‘Armada Invencible’. La campaña se saldó con una dura derrota, según la versión oficial alentada por el tiempo borrascoso previo.

Siglos más tarde, los imprevistos meteorológicos también llevaron al traste las campañas de Napoleón Bonaparte o Adolf Hitler, ambos sobrevenidos por el ‘General Invierno’, el frío de la estepa rusa. Por todo esto el ámbito militar se encargó, en cuanto pudo, de desarrollar al máximo la disciplina meteorológica, bien arraigada desde tiempos inmemoriales. Precisamente, esta última podría ser determinante a la hora de abordar el coronavirus, aunque los estudios no son más que preliminares.

mapa coronavirus
La mayor mortalidad se está observando en zonas con unos factores meteorológicos bastante homogéneos -zona blanca, temperatura media entre 5 y 11 ºC)-.

Por si acaso, el Centro Europeo para las Predicciones del Tiempo a Plazo Medio (ECMWF por sus siglas en inglés) se ha puesto manos a la obra. Hace unos días, avisó de que sus pronósticos estaban perdiendo fiabilidad debido a las restricciones del tráfico aéreo entre Europa y Estados Unidos. El modelo de predicción que desarrollan (HRES-IFS) inicia sus ecuaciones a partir de los datos que ofrecen las estaciones meteorológicas en tierra firme, los satélites o en un 13% los aviones, entre otras fuentes. Estos últimos han reducido drásticamente su actividad, al menos en un 65% en el continente europeo. Así, el escenario del que parten los mapas está incompleto. Contra esto el ECMWF no puede luchar, pero sí abrir otros frentes, sacando jugo a la climatología y a un previsible punto débil del COVID-19, la estacionalidad.

E l 'talón de Aquiles' del coronavirus podrían ser las condiciones de temperatura y humedad, por eso el Servicio de Cambio Climático Copernicus, vinculado al ECMWF, se ha dedicado a mapear la mortalidad arreglo a los factores ambientales. En marzo, los países más afectados por el coronavirus estaban en una estrecha franja con condiciones meteorológicas bastante homogéneas: el centro de China, Italia, España y Estados Unidos. Fruto del azar o no, Copernicus ha expuesto públicamente esta circunstancia para que los máximos mandatarios afinen la estrategia. La aplicación concluye que el sur de Europa abandonará la zona de ‘fuego cruzado’ a partir de junio.