¿Cómo se calcula la cota de nieve?

Estimar la altitud de la cota de nieve puede ser un desafío mucho mayor de lo que parece, depende de factores muy diversos y en algunos casos inesperados. Aquí hablamos de algunos de ellos, estableciendo una pequeña guía que puede ayudarnos a estimar este importante parámetro.

Las nevadas pueden alterar completamente el funcionamiento de las grandes ciudades. Un error en la previsión de la cota de nieve puede tener graves consecuencias.

Conocer la altura a la que aparecerá la nieve es extremadamente importante en una predicción meteorológica. La aparición de esta fase sólida en las precipitaciones no sólo afecta a actividades y entornos vulnerables, como la montaña, el tráfico rodado y aéreo o las actividades de aire libre, sino también a casi cualquier actividad cotidiana y sobre todo a la vida diaria en las grandes ciudades. Una diferencia en la cota de nieve de 200 metros puede significar la diferencia entre un simple día de lluvia y el colapso completo de una ciudad poco acostumbrada al fenómeno, con todos los riesgos que eso conlleva.

Sí que sabemos, no obstante, que la temperatura juega un papel fundamental a la hora de producirse unos tipos de precipitación u otros, y que la nieve será probable cuando la masa de aire tenga valores próximos o ligeramente inferiores a 0 ºC al nivel de superficie del lugar en el que estemos. Sin embargo, echando un vistazo a la temperatura de la masa de aire, sólo conseguiremos una aproximación que en muchos casos puede no ser suficiente. Rápidamente nos daremos cuenta de que existen otros factores que pueden inducir un error importante y que conviene repasar uno a uno antes de intentar hacer una predicción.

Altitud de la isoterma 0ºC y temperatura a 850hPa

Uno de los primeros campos que suelen observarse y que nos dará una pista de la altura a la que puede situarse la cota de nieve es la altitud de la isoterma 0 ºC, es decir, la altura a partir del cual la temperatura será negativa en condiciones normales, siempre que no se haya producido una inversión térmica en capas más altas. Por lo general, la nieve comenzará a fundirse por debajo de este nivel, aunque es habitual que los primeros copos los encontremos unos pocos centenares de metros por debajo del mismo, con temperaturas ligeramente positivas.

Otro parámetro que suele observarse es la temperatura a 850 hPa, un valor de presión que encontraremos habitualmente en torno a los 1450 metros de altitud. La ventaja de usar este nivel como referencia para observar la temperatura de una masa de aire es que es muy representativo de la temperatura en niveles bajos. Además, está lo suficientemente separado del suelo como para que las variaciones del terreno, la radiación solar y los ciclos de día y noche no interfieran.

Temperatura en niveles medios y altos

Analizando sólo la temperatura en niveles bajos, podremos observar que seguimos sin tener correctamente ubicada la cota de nieve, tan solo tendremos una aproximación. Para una misma temperatura en niveles bajos (850 hPa) la cota de nieve puede variar significativamente en función de la temperatura que encontremos en capas más altas. Es por este motivo por el que los bocetos y tablas orientativas que se divulgan para estimar la cota de nieve, suelen incluir también la temperatura a 500 hPa, un nivel que se encuentra a unos 5500 metros de altitud sobre el nivel del mar.

Con una atmósfera muy fría en capas medias y altas, los ascensos y descensos de aire puede provocar desplomes de temperatura en zonas donde haya precipitaciones y, por tanto, descensos bruscos de la cota de nieve, varios cientos de metros inferiores a los esperados teniendo en cuenta sólo las temperaturas de superficie y 850 hPa. El caso más extremo lo encontraremos si el aire es lo suficientemente frío e inestable en altura como para generar convección profunda y tormentas. En casos así, la cota de nieve puede desplomarse más de 500 metros durante los chubascos y dar lugar a nevadas intensas e inesperadas.

Presión y geopotenciales

Hasta ahora habíamos hablado de los niveles de 850 hPa o de 500 hPa como si fuesen alturas inamovibles, pero la realidad es que no lo son en absoluto. Con altas presiones y geopotenciales elevados, este nivel puede encontrarse por encima, mientras que en zonas de bajas presiones puede aparecer en cotas mucho más bajas. En depresiones frías y muy profundas se producen hundimientos de la troposfera que dejan geopotenciales bajísimos, pudiendo encontrar los 850 hPa a tan solo 1000 metros de altitud. Obviamente nada tiene que ver una temperatura de 0ºC a 850hPa con geopotenciales de 1000 metros que con geopotenciales de 1600 metros, siendo la masa de aire mucho más fría en el primer caso a la misma altitud. La conclusión es que si estamos en una situación con geopotenciales anómalos, ya sean bajos o altos, tendremos que tenerlo en cuenta y corregir nuestras estimaciones de la cota de nieve.

Humedad y punto de rocío

Otro factor que también nos va a condicionar el cálculo de la cota de nieve es la humedad. En entornos muy húmedos, los copos de nieve se funden rápidamente y apenas 200 metros por debajo de la isoterma 0ºC las precipitaciones suelen ser de lluvia. Sin embargo, si aparece una capa de aire seco próxima a la superficie, los copos mantendrán su estructura sin apenas fundirse durante mucho más tiempo, pudiendo nevar hasta 400 o 500 metros por debajo del nivel de congelación.

Cuando la temperatura es positiva, empieza a formarse una película de agua sobre la superficie de los copos de nieve. Si la humedad es muy baja, esa película de agua empezará a evaporarse absorbiendo energía del propio copo y del aire circundante debido al calor latente de evaporación que requiere el proceso, manteniendo la temperatura del copo baja y evitando que siga fundiéndose pese a estar en una capa más cálida. Por esta razón, si observamos un chubasco próximo a nosotros y la temperatura de rocío es negativa, aunque la temperatura sea varios grados superior a 0 ºC, es muy probable que en su interior encontremos precipitaciones en forma de nieve.

Montañas y efectos orográficos

Por último, la orografía también puede desempeñar un papel importante y echar por tierra una predicción de la cota de nieve. Imaginemos un pronunciado valle en el que esté lloviendo, pero en cuyas laderas y cumbres estas precipitaciones sean de nieve. Los copos, al caer por debajo del nivel de congelación empiezan a fundirse, pero al fundirse absorben calor del entorno y lo enfrían progresivamente. Si la masa de aire retenida en ese valle no se renueva, poco a poco irá enfriándose por efecto de las precipitaciones y los copos acabarán llegando al fondo del valle si la situación persiste el tiempo suficiente. Esto dará lugar a una cota de nieve varios centenares de metros inferior a la prevista y a la que probablemente tengan en zonas llanas donde la masa de aire se renueve y no esté tan confinada.