¿Cómo afecta la meteorología a la conservación de los alimentos?

Con la llegada del verano aumenta el riesgo de sufrir intoxicaciones por culpa de la comida en mal estado. La temperatura y la humedad tienen mucho que ver. ¿Por qué?

Huevos
Los alimentos se estropean más en verano que en invierno

Cuando compramos un alimento y nos fijamos en las calorías que tiene, algo que acostumbramos a hacer especialmente antes del verano, siempre nos llama la atención una frase que suele estar escrita cerca de la fecha de caducidad: “conservar en lugar fresco y seco”. Si la empresa que distribuye el producto se gasta dinero en escribir esto en el envase, es por un motivo bien justificado.

Los alimentos empiezan a perder sus propiedades desde el primer momento en el que se crean. Por un lado tenemos la carne, el pescado o las verduras. Cuando el ser vivo muere, se inicia lentamente la descomposición. Cuanto antes nos lo comamos, en mejor estado nos lo encontraremos. Pero el ser humano ha creado formas para conservar esta comida durante semanas mediante algunas técnicas como el frío o el vacío.

Con los alimentos cocinados sucede lo mismo. Si en casa preparamos unos macarrones, un cocido o un pollo al horno, por ejemplo, una vez finalizada la cocción empieza la cuenta atrás para que la comida se estropee.

Cuando llega el verano todos sabemos que los alimentos deben guardarse lo antes posible en la nevera porque las altas temperaturas hacen que la comida se ponga en mal estado rápidamente. ¿Por qué sucede esto?

La temperatura y la humedad, aceleradores de la descomposición

Los microorganismos encuentran en las altas temperaturas y la humedad un hogar perfecto para reproducirse. Se estima que entre los 10 ºC y los 40 ºC es el rango perfecto para que se sientan cómodos y se multipliquen. Por debajo de esa temperatura lo tienen complicado. Por eso guardamos muchos alimentos en la nevera o los congelamos. Por encima de los 40 ºC ya estamos hablando de una temperatura de cocinado. Razón por la cual se cocinan los alimentos, para evitar intoxicaciones por culpa de la presencia de estos microorganismos.

Aunque se cumpla este requisito de temperatura, los microorganismos necesitan otro elemento para poder reproducirse: el agua. Es el medio en el que pueden hacerlo. Por este motivo es importante guardar los alimentos en un lugar seco, para evitar que haya humedad y los microorganismos se reproduzcan.

Así, es el verano la época del año en la que hay que ir con más cuidado con la conservación de los alimentos. Las altas temperaturas y la humedad aceleran el proceso que hace que los alimentos se pongan en mal estado y hay más posibilidades de sufrir una intoxicación. Las bajas temperaturas en invierno hacen que tengamos menos preocupaciones en este sentido.

¿Por qué los huevos no están en una nevera en el supermercado?

Desde que la gallina pone el huevo, se intenta mantener a una temperatura más o menos fresca y de forma constante, pero nunca se pone en una nevera. Entonces, ¿por qué lo primero que hacemos al llegar a casa es poner los huevos en la nevera si en el supermercado no lo están?

Hay dos motivos. El primero tiene que ver con la condensación. Si los huevos estuvieran en una nevera, solo en el trayecto del supermercado a nuestras casas daría tiempo a crearse una capa de condensación que cubriría la cáscara ya que esta estaría mucho más fría que el aire que lo rodea. Es lo que ocurre cuando sacamos una lata de refresco de la nevera. A los pocos minutos se crea una capa de agua alrededor. Como la cáscara es porosa, las bacterias podrían mezclarse con el agua y penetrar hacia el interior del huevo.

El segundo motivo tiene que ver con la dilatación de la cáscara. En su parte interior tiene una finísima capa denominada cutícula. Si se experimentan cambios de temperatura bruscos, de la misma manera que sucede con todos los materiales, se producirá una dilatación y una contracción. Esto puede dañar la estructura de esta capa que aísla el interior del huevo de agentes externos.