Unos astrónomos detectan por primera vez la forma exacta de una supernova a sólo 26 horas de su estallido

Un estallido estelar captado casi al instante reveló la estructura jamás vista de una supernova. Un vistazo fugaz que redefine cómo entendemos las últimas horas de las estrellas gigantes.

Tras una respuesta científica inmediata y con el apoyo del Very Large Telescope en Chile, un equipo internacional logró observar la forma temprana de la onda de choque de la supernova SN 2024ggi. Imagen: European Southern Observatory (ESO).

Tras un aviso detectado en cuestión de horas, una supernova recién estallada se convirtió en el centro de atención para varios equipos internacionales. La oportunidad era tan breve que cualquier retraso habría borrado para siempre una fase esencial del estallido. En esta ventana diminuta, el brillo que emergía desde los restos de la estrella permitió observar algo que antes sólo era teoría: la configuración del estallido justo cuando la onda energética asomaba por la superficie.

Una supernova marca el final extremo de una estrella, cuando libera de golpe una cantidad colosal de luz y material. Estos estallidos pueden originarse de dos formas: el derrumbe del núcleo de una estrella muy grande o la desestabilización de una enana blanca que ha ido absorbiendo material de su compañera hasta superar un límite crítico. Durante ese estallido, su brillo puede rivalizar temporalmente con el de una galaxia entera.

Ese episodio efímero se produjo cuando la supernova SN 2024ggi dejó ver el instante en que la onda de choque rompía su capa exterior. Gracias a la coordinación entre el satélite Swift y el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral, las imágenes y datos recogidos ofrecieron un acceso privilegiado a una fase tan veloz que, apenas un día después, habría desaparecido sin dejar rastro.

Aviso nocturno y una carrera contrarreloj

La detección inicial llegó la noche del 10 de abril de 2024. El astrónomo Yi Yang de la Universidad de Tsinghua, en Pekín, recién aterrizado tras un vuelo largo, revisó la alerta y entendió que el fenómeno no podía esperar. Doce horas después ya había presentado una propuesta urgente al Observatorio Europeo Austral (ESO). La respuesta fue inmediata: el Very Large Telescope (VLT) fue orientado hacia el nuevo objeto celeste el 11 de abril, cuando apenas habían pasado 26 horas desde la primera señal.

El escenario elegido no podía ser más propicio. La supernova SN 2024ggi se localiza en la galaxia NGC 3621, a unos 22 millones de años luz. En escalas cósmicas, esa “cercanía” permite un nivel de detalle excepcional. Contando además con un telescopio de gran apertura, el equipo internacional sabía que podía capturar la arquitectura temprana del estallido antes de que se mezclara con el gas que rodeaba a la estrella.

Las primeras observaciones mostraron el momento exacto en que el material interior, ya acelerado, perforaba la superficie de la estrella moribunda. Durante unas pocas horas, la forma original de la estrella y la del estallido coexistieron visualmente, algo que no se había registrado nunca.

Qué escondía la supernova que explotó

La progenitora de SN 2024ggi era una supergigante roja que multiplicaba por cientos el radio del Sol y superaba en masa a nuestra estrella entre doce y quince veces. Un ejemplo clásico de estrella destinada a morir en una supernova masiva. En objetos así, el delicado equilibrio entre gravedad y presión interna se mantiene gracias a las reacciones nucleares de su interior. Cuando ese motor se queda sin combustible, el balance se rompe de manera brusca.

Simulación del estallido de una supernova
Una estrella explotó como supernova en la galaxia NGC 3621, a unos 22 millones de años luz. Gracias al VLT del ESO, se captó su fase inicial justo cuando la onda expansiva rompía la superficie. Imagen: simulación artística ESO/L. Calçada.

Lo que sucede a continuación es un colapso del núcleo, seguido por una caída de las capas externas. Ese material cae hacia dentro, rebota y genera una onda energética que asciende con enorme violencia. Cuando alcanza la superficie, libera una cantidad descomunal de energía y luz. Esta fase ofrece un margen muy pequeño para observar la estructura inicial del estallido antes de que la materia expulsada empiece a interactuar con el entorno cercano.

Esta vez el margen se aprovechó al máximo. La clave estuvo en una técnica que permite analizar cómo se orienta la luz que emite el objeto: la espectropolarimetría. Aunque la supernova se observe como un punto diminuto, la forma en que se polariza su luz revela información sobre su geometría interna.

Cómo el VLT descifró la forma insólita de la supernova

El instrumento capaz de extraer esta información en el hemisferio sur es FORS2, instalado en uno de los telescopios del VLT. Los datos obtenidos sorprendieron incluso a los investigadores: el estallido inicial presentaba una figura alongada, parecida a una oliva. No era una esfera perfecta como cabría esperar de una explosión simétrica.

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Con el paso de las horas, la expansión fue suavizando esa forma, pero el eje principal, la línea que marcaba la dirección dominante del estallido, permaneció claro y estable. Este comportamiento sugiere que muchas supernovas masivas podrían compartir un mismo mecanismo físico con una simetría axial definida.

Ese hallazgo permite descartar teorías previas y afinar otras que intentan explicar cómo se desencadenan estas explosiones colosales. Además, señala que la dinámica interna previa al estallido de una supernova podría ser mucho más organizada de lo que se pensaba.

Lo que este breve destello significa para la astronomía

Los resultados abren un camino para revisar modelos clásicos sobre la muerte de estrellas masivas. Observar la forma inicial de la explosión significa acceder de manera directa a procesos que hasta ahora sólo podían deducirse indirectamente. Una sola noche de trabajo coordinado ha permitido ajustar décadas de debates sobre cómo mueren estas gigantes rojas.

Para los astrónomos implicados, el hallazgo es una muestra del valor de actuar rápido y trabajar en equipo. También recuerda que, incluso en fenómenos tan violentos, el Universo guarda patrones y simetrías que sólo se revelan si se observa en el instante preciso.

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