Algo invisible está arrastrando a nuestra galaxia a más de 2 millones de km/h. Su nombre es el Gran Atractor

Hay una zona oculta del universo que marca el rumbo de miles de galaxias, incluida la Vía Láctea Su influencia sigue manteniendo en vilo a científicos de todo el mundo.

El Gran Atractor
El Gran Atractor aparece como una zona oculta que altera el movimiento de miles de galaxias. Su influencia sobre la Vía Láctea sigue siendo uno de los mayores enigmas cosmológicos.

Desde pequeños, muchos recordamos aquellas maquetas escolares del sistema solar: un Sol inmóvil rodeado de planetas perfectamente ordenados. Esa imagen, aunque útil para aprender, se quedó corta. La realidad actual es mucho más dinámica.

Nuestra galaxia completa se desplaza a una velocidad colosal, unos 600 kilómetros por segundo, o lo que es lo mismo, a 2.160.000 km/h. Y lo hace atraída por una zona cósmica que apenas distinguimos. Ese destino incierto ha adquirido un nombre que despierta fascinación: el Gran Atractor.

¿Qué es el Gran Atractor?
Es una zona del cosmos donde la gravedad se intensifica de forma inusual dentro del supercúmulo Laniakea. Esa concentración masiva ejerce una enorme tracción que desvía la trayectoria de la Vía Láctea y de otras galaxias cercanas.

Su composición sigue sin definirse con precisión, pero todo apunta a una acumulación gigantesca de materia que altera el movimiento de su entorno cósmico.

Los primeros indicios surgieron hace medio siglo, cuando varios equipos de astrónomos detectaron que la Vía Láctea compartía una trayectoria común con otras galaxias cercanas. No era un simple desplazamiento por la expansión del universo. Había una dirección preferente, como si una enorme concentración de masa las guiara. Aun así, este movimiento podría quedar incompleto: la energía oscura podría deshacer el tejido cósmico antes de que la Vía Láctea alcance su destino.

Para entender este fenómeno hay que situarlo dentro del gran rompecabezas que es el universo. Conocer cómo se distribuyen las enormes estructuras cósmicas resulta esencial para comprender su origen y su futuro. Estudiar estas zonas del universo permite ordenar el mapa de supercúmulos, filamentos y vacíos que componen nuestro entorno celeste.

Qué es realmente el Gran Atractor

El Gran Atractor no es un agujero negro ni un objeto compacto. Se trata de una zona donde se acumula una cantidad gigantesca de masa, gran parte de ella invisible. Aunque su forma y composición exacta permanecen envueltas en total incertidumbre, los modelos actuales apuntan a que se trata de una agrupación descomunal de materia oscura situada dentro del supercúmulo Laniakea.

Su influencia gravitacional abarca cientos de millones de años luz, suficiente para modificar las rutas de galaxias enteras. La materia oscura, de la que sólo percibimos su efecto gravitatorio, parece ser la base de esta enorme atracción. Su presencia no se puede ver directamente porque se oculta tras el plano de la Vía Láctea, repleto de estrellas, gas, polvo y nebulosas que dificultan cualquier observación directa.

Este obstáculo técnico hace que muchas mediciones dependan de análisis de movimiento: se estudian las trayectorias de galaxias cercanas y se reconstruye la fuerza que las dirige. El resultado está muy claro: todas avanzan hacia un mismo punto, como si siguieran una corriente cósmica.

Cómo se descubrió el Gran Atractor

En los años 70, varios estudios de velocidad galáctica revelaron comportamientos inesperados. Las cifras no encajaban con la expansión uniforme del universo. Algunos sospecharon que había errores instrumentales, pero los nuevos telescopios desmontaron esa explicación.

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Hacia 1986, gracias a instrumentos más sensibles y al trabajo de varios observatorios terrestres, se confirmó que la Vía Láctea y sus vecinas compartían una aceleración adicional. El telescopio Hubble ayudó a perfilar el mapa tridimensional de estas rutas, dejando claro que todas apuntaban hacia una zona común del cosmos.

Los investigadores descubrieron que esta dirección preferente no era un fenómeno aislado: otras zonas remotas también mostraban anomalías similares. Estas áreas, cargadas de masa invisible, actúan como gigantescas corrientes gravitatorias que moldean la arquitectura del universo.

Con esa información, los científicos intentaron calcular la distancia del Gran Atractor. Las estimaciones lo sitúan a unos 200 millones de años luz de la Tierra. Una lejanía enorme y, aun así, lo bastante cercana para influir en nuestro entorno galáctico.

Un enigma que desafía a la energía oscura

Aunque la Vía Láctea avanza hacia esta región del universo, es probable que nunca llegue a tocarla. La energía oscura acelera la expansión del espacio. Con el tiempo, esta presión será tan grande que las galaxias se separarán de manera irreversible. En ese escenario, el Gran Atractor perdería su influencia a gran escala.

Aun así, comprender su naturaleza es esencial. Permite comparar cómo interactúan la luz, la gravedad y la materia oscura dentro de grandes estructuras cósmicas. También ayuda a esbozar el futuro de nuestro vecindario estelar: su velocidad, su ruta y los posibles cambios que experimentará en eras lejanas.

Las preguntas abundan, pero cada avance nos proporciona nuevas pistas sobre cómo se organiza el universo en niveles que escapan a nuestra intuición. Nuevos telescopios infrarrojos y misiones de mapeo tridimensional podrían ofrecer datos decisivos sobre este fenómeno. Quizá entonces sepamos si este “arrastre” cósmico es una pieza fundamental en la historia del universo o simplemente se trata de un capítulo más dentro de su compleja evolución.

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