Unos biólogos de la UPenn revelan en Nature que los primeros agricultores de Europa vinieron de Oriente Próximo

Mediante sofisticados modelos matemáticos y simulaciones basadas en ADN antiguo, la investigación revela que la difusión de la agricultura en Europa no solo fue impulsada por migraciones, sino que las costumbres de apareamiento limitaron la transferencia de conocimiento entre grupos.

Molino de piedra manual de la era neolítica.

Tradicionalmente, la expansión de la agricultura en Europa, conocida como la Revolución Neolítica, ha sido objeto de un intenso debate científico entre dos modelos claramente diferenciados.

El primero es el de la difusión cultural, que defiende la transmisión de ideas entre los sujetos; el segundo, el de la difusión demográfica o démica, basada en la migración de personas y en el reemplazo de poblaciones.

Un estudio publicado el pasado agosto en Nature Communications ha arrojado luz sobre este choque antropológico e historiográfico mediante una combinación innovadora de ADN antiguo, modelos matemáticos y simulaciones informáticas avanzadas.

Una revolución posible gracias a las migraciones

Los autores del trabajo –Troy M. LaPolice, Matthew P. Williams y Christian D. Huber, del Departamento de Biología de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos– concluyen que la propagación de la agricultura fue predominantemente demográfica.

Mapa de la expansión de la agricultura en el Neolítico. Fuente: Instituto Arqueológico Austriaco

Es decir, que fue la llegada de poblaciones agrícolas de Oriente Próximo, especialmente desde la península de Anatolia (hoy en Turquía), donde comenzó a practicarse la agricultura alrededor del 8.300 a. C, lo que impulsó el avance neolítico. En contraste, la transmisión cultural de vecinos cazadores-recolectores fue prácticamente nula.

Esta conclusión se sostiene sobre dos pilares metodológicos: modelos de reacción-difusión unidimensionales que analizan cómo factores como la migración y el aprendizaje interactúan, y complejas simulaciones que combinan ADN antiguo y la evidencia arqueológica.

Aprendizaje cultural: casi insignificante

Los resultados del estudio revelan que el aprendizaje cultural, que es el que representa la conversión de cazadores-recolectores a agricultores mediante la adopción de nuevas ideas y prácticas, fue extremadamente limitado.

Concretamente, menos del 0,1 % por año (aproximadamente 2,5 % por generación). O, dicho de otro modo, solo uno de cada mil cazadores-recolectores se convertía a la agricultura cada año.

Asimismo, el “efecto cultural”, que mide cuánto habría acelerado la expansión un modelo mixto demográfico-cultural, fue apenas del 0,5 %, muy inferior a estimaciones previas que sugerían hasta un 40 %.

Esto significa que los cazadores-recolectores continuaron, en gran medida, la recolección de alimentos (incluso cuando la agricultura se expandió) hasta que, gradualmente, fue desplazando su modo de vida.

Evidencias genéticas en el ADN antiguo

El estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania analizó 618 genomas neolíticos europeos, obtenidos del Allen Ancient DNA Resource, un banco de datos que se aloja en Harvard Dataverse.

A continuación, los tres biólogos modelaron las aportaciones genéticas de grupos cazadores-recolectores y de agricultores tempranos.

Entonces, se observó una clara gradiente genética: a mayor distancia del origen de la agricultura, menor proporción de ancestros agrícolas, si bien no se produjo una sustitución total.

Los apareamientos, una de las claves

Una de las claves que permiten explicar el por qué de ese flujo genético mínimo, incluso en lugares donde recolectores y agricultores coexistieron durante siglos, son los apareamientos.

Y es que los investigadores también descubrieron que este se limitaba, en gran medida, al ámbito intragrupal, lo que significa que los agricultores se apareaban fundamentalmente con otros agricultores y los cazadores-recolectores con otros cazadores-recolectores.

El apareamiento intergrupal fue muy poco frecuente, en torno al 3%, según los modelos de los científicos, que aquí sí coinciden con anteriores investigaciones basadas en ADN antiguo.

Integración de ADN con modelos matemáticos

Este estudio, pionero en integrar ADN antiguo con modelos matemáticos y simulaciones espaciales realistas, proporciona una evidencia sólida de que los primeros agricultores europeos no eran originarios, sino migrantes de Oriente Próximo.

Los resultados no solo reafirman el modelo demográfico como principal motor del Neolítico europeo, sino que invitan a reconsiderar cómo clasificamos los procesos históricos de difusión cultural.

Las implicaciones abarcan desde la arqueología y la genética hasta la lingüística y la antropología, proponiendo un enfoque más integrado para entender los grandes movimientos sociales del pasado.

Referencia de la noticia

LaPolice, TM, Williams, MP y Huber, CD. El modelado de la expansión neolítica europea sugiere un apareamiento predominante dentro del grupo y una transmisión cultural limitada. Nat Commun 16 , 7905 (2025). https://doi.org/10.1038/s41467-025-63172-0