La genética española se desmorona: compartimos más ADN con un noruego que con un árabe

Un estudio desmonta la idea de que el legado árabe dejó huella genética en Andalucía. La genética demuestra otra historia: casi no hay rastro africano tras ocho siglos de presencia.

ADN
Un análisis del ADN de hombres de Granada, Málaga y Almería revela que la huella genética árabe es mínima.

Durante siglos se ha repetido la misma narrativa: los andaluces descienden, en parte, de los pueblos del norte de África que poblaron la Península Ibérica durante ocho siglos. Las matemáticas, la arquitectura, incluso el lenguaje, guardan testimonio del legado cultural andalusí. Pero cuando miramos dentro de nuestras células, la historia da un giro inesperado.

Un equipo de expertos de la Universidad de Granada ha analizado el ADN de hombres de Granada, Málaga y Almería, con una lupa científica puesta sobre el cromosoma Y, el que se transmite de padre a hijo.

"La Reconquista fue muy efectiva. Las gentes del norte de África fueron expulsadas, no se las integró, y se repobló la zona con habitantes del resto de la Península".

La conclusión es clara: la huella genética árabe es mínima. Tan mínima que se equipara a la que tienen los habitantes de otros países europeos donde no hubo una ocupación árabe prolongada.

Pistas genéticas desde el sur hacia el norte

Lo curioso es que, aunque la ocupación islámica dejó una arquitectura deslumbrante y costumbres que aún perviven, no ocurrió lo mismo con los genes. El cromosoma Y analizado en este estudio muestra que los habitantes actuales de estas provincias andaluzas comparten más rasgos genéticos con poblaciones del norte de Europa, como la noruega, que con el norte de África.

Esta investigación, publicada en Scientific Reports, parte del análisis de los haplogrupos, esas firmas genéticas heredadas por línea masculina. La presencia de variantes típicamente africanas apenas alcanza un pequeño porcentaje en Andalucía, y no es mayor que en Castilla y León, Asturias o Cantabria. En otras palabras: vivir siglos bajo dominio musulmán no implicó una fusión genética significativa.

Una expulsión que funcionó demasiado bien

"La expulsión de los pueblos del norte de África y la repoblación de la zona con habitantes del resto de la Península fue tan efectiva que, genéticamente, es difícil identificar algún trazo del legado genético dejado por los antiguos pobladores". Estas palabras de María Saiz Guinaldo, una de las responsables del estudio, resumen la gran paradoja histórica: lo que se borró a nivel genético, floreció a nivel cultural.

Tras la caída de Granada en 1492, con la famosa entrega de llaves de la Alhambra a los Reyes Católicos, comenzó un proceso sistemático de expulsión de musulmanes y repoblación cristiana. Este movimiento demográfico masivo eliminó casi por completo cualquier posible rastro genético africano en España, al menos por la vía paterna.

Hoy, ese fenómeno se refleja en que los marcadores genéticos más comunes en España (como el R1b) son los mismos que predominan en países como Francia o Irlanda. Mientras, los haplogrupos más característicos del norte de África apenas aparecen en un 6% de la población española.

Lo que nos conecta con Europa, y lo poco que nos une a África

Aunque muchos asocian la apariencia física andaluza con rasgos "mediterráneos" que podrían tener algo de árabe, como piel morena, ojos oscuros y estatura media, estos atributos no siempre reflejan la historia genética. Según los datos analizados, un andaluz promedio tiene una estructura genética más próxima a la de un noruego que a la de un marroquí.

Este patrón no es exclusivo del sur. En Galicia, por ejemplo, se han detectado rastros genéticos árabes algo más notorios, hasta un 11%, probablemente porque los musulmanes expulsados se refugiaron en zonas del norte, donde hubo menos persecución y se integraron con mayor facilidad. En cambio, en el País Vasco, la huella africana es casi inexistente, y el parecido con la genética francesa es abrumador.

Además del componente francés, los análisis genéticos en la Península Ibérica detectan una considerable influencia italiana e incluso irlandesa, sobre todo en la franja atlántica. De modo que lo que llamamos "español" es, en realidad, una mezcla profundamente europea, con muy escasos elementos africanos.

¿Qué nos dice realmente nuestro ADN?

La genética no sólo sirve para conocer el pasado, también cuestiona los relatos tradicionales. La ciencia ha demostrado que una ocupación de siglos no basta para dejar una marca indeleble en el ADN si no hubo una convivencia e integración profundas y duraderas. Y en este caso, parece que esa mezcla no se produjo como muchos creían.

Expertos en genética de la Universidad de Granada
Los investigadores de la Universidad de Granada que han realizado el estudio. De izquierda a derecha, Juan Carlos Álvarez Merino, Luis Javier Martínez González, María Jesús Álvarez Cubero, José Antonio Lorente Acosta y María Saiz Guinaldo.

El cromosoma Y, aunque pequeño, contiene claves valiosas sobre la evolución de las poblaciones humanas. El estudio realizado en la Universidad de Granada podría aplicarse en el futuro a otros campos, desde la medicina forense hasta la antropología, y ayuda a matizar, o a desmontar, ciertos mitos heredados.

Porque a veces, la Historia nos habla desde los libros, pero el cuerpo cuenta otra historia. En este caso, la genética ha hablado claro: el sur de España se parece más al norte de Europa de lo que nunca imaginamos.

Referencia de la noticia:

Saiz, M., Alvarez-Cubero, M.J., Lorente, J.A. et al. Genetic structure in the paternal lineages of South East Spain revealed by the analysis of 17 Y-STRs. Sci Rep 9, 5234 (2019). https://doi.org/10.1038/s41598-019-41580-9