Un superordenador neerlandés permite visualizar los efectos extremos del colapso de la AMOC en todo el mundo
Un nuevo estudio advierte que el posible colapso de la Circulación Meridional Atlántica podría generar inviernos en Europa, con temperaturas muy gélidas pese al calentamiento global. El hallazgo plantea desafíos en seguridad alimentaria, infraestructura y políticas de adaptación climática.

La Circulación Meridional Atlántica (CMAT) es un pilar del clima global: transporta agua cálida desde los trópicos hasta el Atlántico Norte y regula las temperaturas en Europa y América. Su estabilidad depende de un delicado equilibrio de salinidad y temperatura, amenazado por el aporte de agua dulce proveniente del deshielo y el calentamiento global.
Un reciente estudio publicado en Geophysical Research Letters simuló un escenario en el que la CMAT pierde el 80 % de su fuerza mientras la Tierra sube 2 °C sobre niveles preindustriales. Los resultados muestran un enfriamiento invernal extremo en Europa, pese a la tendencia general de calentamiento, y evidencian el papel de esta corriente como un verdadero “tornillo suelto” del sistema climático.
Un “tornillo suelto” del clima global
La CMAT funciona como una cinta transportadora gigante: recoge agua cálida en los trópicos y la desplaza hacia el Atlántico Norte, donde cede calor, se enfría y retorna al sur. Sin embargo, como lo comentamos, el aporte creciente de agua dulce por deshielos y el aumento de temperatura están debilitando este mecanismo clave.
La AMOC es un sistema de corrientes oceánicas que desempeña un papel importante en el sistema climático al transportar agua cálida hacia el norte en el Atlántico y es fundamental para mover el calor alrededor del planeta.
Este estudio, publicado en Geophysical Research Letters, modeló un colapso del 80 % de la CMAT en un mundo 2 °C más cálido.

El resultado anticipa inviernos mucho más crudos en Europa, pese al calentamiento global, lo que convierte a la Circulación de Retorno Meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) en un “tornillo suelto” del sistema climático.
Escenarios de impacto según la nueva modelación
Los científicos encontraron que, tras el colapso, el hielo marino se expandiría hacia el sur, cubriendo Escandinavia, el Reino Unido y los Países Bajos. La superficie helada refleja la radiación solar, acentuando el descenso térmico. Oslo podría registrar mínimas de −48 °C y Londres rondar −19 °C en invierno.
Además, el marcado contraste entre el norte y el sur de Europa intensificaría la corriente en chorro, provocando borrascas más explosivas en el Atlántico norte, según los expertos.
Mientras Europa se enfriaría, Estados Unidos experimentaría un aumento continuo de temperaturas, mientras que el hemisferio sur afrontaría un mayor calentamiento.
El estudio advirtió que, en un escenario de +4 °C, el efecto de enfriamiento sería superado por el calentamiento global, atenuando parte de este impacto en Europa. No obstante, un colapso de la AMOC elevaría el nivel del mar, especialmente en la costa noreste de EE. UU., ya afectada por inundaciones frecuentes.
René Van Westen, coautor e investigador de la Universidad de Utrecht, señala que la narrativa actual se centra en un futuro más cálido, pero “quizás debamos prepararnos también para extremos de frío”. La sociedad europea —infraestructura, cultivos y sistemas energéticos— no está lista para temperaturas tan bajas y extremas.
Referencias de la noticia
-Phys.org. Nuevas simulaciones muestran cuánto más frío serían los inviernos europeos si la AMOC colapsara.
-Escenarios AMOC. Visualización del colapso de AMOC.