La vespa orientalis crece de forma exponencial en algunas zonas de España, ya preocupa a los expertos
El avance del avispón oriental ya no es solo un problema andaluz. Su expansión hacia otras comunidades lo convierte en una amenaza nacional para las abejas y la producción de miel.

El avispón oriental (Vespa orientalis) ha dejado de ser un problema localizado en Málaga para convertirse en una amenaza de alcance nacional. Su avance rápido y agresivo preocupa a apicultores de toda Andalucía, que denuncian graves pérdidas de colmenas y la falta de un plan institucional claro para frenar su expansión.
Una especie distinta a la avispa asiática
La confusión entre Vespa orientalis y Vespa velutina es habitual, pero son especies diferentes. La velutina, conocida como avispa asiática, llegó a Europa hace dos décadas y desde entonces ha colonizado gran parte del norte peninsular, desde Galicia al País Vasco y Cataluña. Su color oscuro, con patas amarillas, y su costumbre de cazar frente a las colmenas la han convertido en un depredador temible.
Una plaga de avispa asiática (Vespa orientalis) ha invadido la provincia de Málaga, con crecimiento exponencial del pasado verano a este y creando el pánico entre frutícolas y apicultores. Pero ojo, que el veneno de este himenóptero importado es muy fuerte y puede resultar letal. pic.twitter.com/kUZBvdT1Bu
— José Antonio Fortes Sufridor malaguista (@fortes1953) August 8, 2025
La oriental, en cambio, es más robusta y de tonos rojizos con una franja amarilla en el abdomen. Sus nidos suelen localizarse bajo tierra o en cavidades, y sus poblaciones se concentran en climas cálidos. Hasta hace pocos años, apenas se conocía su presencia en España, pero hoy ya se multiplica en varias provincias andaluzas.
Así ha sido la expansión del avispón oriental
El primer foco importante de avispón oriental se detectó en Cádiz hace algo más de una década. Desde allí avanzó hacia el interior, estableciéndose en zonas del Campo de Gibraltar, Sevilla y Granada. En los últimos años Málaga se ha convertido en el epicentro de su expansión, con un número de nidos que crece de forma alarmante.

La especie también ha sido localizada en entornos urbanos, lo que incrementa la preocupación por el riesgo de picaduras a la población. Su capacidad para adaptarse tanto a áreas rurales como a ciudades plantea un desafío adicional a la hora de diseñar protocolos de control.
¿Están las colmenas en peligro?
El mayor impacto, sin embargo, lo sufren los apicultores. El avispón oriental se alimenta de abejas para nutrir a sus larvas, lo que se traduce en colmenas debilitadas y en pérdidas económicas directas. En un momento en el que el sector ya afronta dificultades por la sequía, la competencia internacional y las enfermedades de las abejas, esta nueva amenaza puede resultar devastadora.
Algunos apicultores hablan de pérdidas de hasta la mitad de sus colmenas en determinadas zonas, obligados a invertir en trampas y métodos de control con recursos propios. Denuncian que, mientras tanto, las instituciones aún no han desplegado un plan de choque a la altura del problema.
Dos invasiones con distinto recorrido
La llegada de la avispa asiática en 2010 encendió las alarmas en Galicia y, desde allí, su expansión se extendió hacia Cataluña, Navarra, País Vasco y Aragón, siguiendo un patrón progresivo desde el norte. Hoy es un problema consolidado en varias comunidades, donde se han establecido protocolos de seguimiento y control.

El avispón oriental, por su parte, ha seguido la dirección opuesta: del sur hacia el interior peninsular. Su rápida multiplicación en Andalucía y los primeros registros en otras regiones invitan a pensar que, sin intervención eficaz, su presencia podría generalizarse en toda España en pocos años.
La apicultura no solo produce miel, sino que garantiza la polinización de numerosos cultivos. La irrupción del avispón oriental amenaza esa función vital y compromete la sostenibilidad de ecosistemas y economías locales.