Estufas de exterior, ¿a favor o en contra?

Una ciudad francesa ha sido la pionera, pero quizás dentro de poco también en nuestro país se prohíba el uso de estufas en las terrazas de bares y restaurantes. Te contamos de dónde viene la polémica.

estufas de exterior
Las etsufas de combustión pueden tener los días contados en las terrazas de bares y restaurantes.

El 1 de enero de 2006 entró en vigor en nuestro país la ley antitabaco, aquella que nos prohíbe fumar en el interior de bares, lugares de trabajo o espacios públicos. A raíz de entonces, los fumadores empezaron a pasar más tiempo a la intemperie, fuera verano o invierno.

Según esta ley, está prohibido fumar en terrazas salvo en aquellas que estén totalmente abiertas, con jardineras o mamparas de un metro de altura máximo, o exteriores con dos parámetros y techo en los que exista circulación de aire. Para que este tiempo al aire libre se hiciera más llevadero en la época invernal, los hosteleros empezaron a tirar de recursos y una de las soluciones más populares fue la instalación de estufas de exterior. Una medida que tiene seguidores y detractores.

Estufas de terraza, ¿qué sentido tienen?

En mi casa siempre se decía aquello de “¡cierra la puerta, que se escapa el gato!” Entiéndase el gato como el calor o el frío, porque animales de compañía nunca hemos tenido. Anécdotas a un lado, sí, calentar un espacio abierto no tiene mucho sentido. Normalmente se beneficia de esa comodidad el que se encuentra junto a la estufa, el resto apenas lo nota. Según algunas estimaciones, una terraza con cuatro estufas de gas encendidas durante todo un día contamina lo mismo que un vehículo tipo turismo que recorre 350 kilómetros, unos 14 kg de CO2 al día.

Aunque no todas las estufas de exterior son iguales y no todas contaminan lo mismo. Las estufas de pellet, por ejemplo, emiten menos gases de efecto invernadero, alrededor de medio kg de CO2 al día. Las estufas eléctricas, en cambio, son mucho menos eficaces, aunque su impacto también es menor que en el caso de las estufas de gas, casi 7 kg de CO2 diarios.

Si queremos luchar contra el calentamiento global, es lógico que cambiemos hábitos adquiridos con los años que no benefician en absoluto al reciente cambio climático.

Rennes, la primera ciudad en prohibir las estufas de terraza

Hace diez años que intentó llevarse a cabo esta medida en un distrito de París, pero finalmente no se aprobó. Ahora, la ciudad francesa de Rennes se ha convertido en la primera en tomar esta decisión y ponerla en marcha. Desde el 1 de enero de este año una ordenanza municipal impide el uso de estufas de gas en el exterior con el objetivo de ser ejemplo de concienciación ecológica en espacios públicos. Una medida que en los próximos años podría también extenderse a otras ciudades europeas. Además, esta medida podría ayudar a reducir el tabaquismo, ya que no es solamente un cuestión medioambiental, también de salud.

En Barcelona se estudia modificar la ordenanza municipal para prohibir las estufas de combustión a partir de 2025, pero manteniendo la posibilidad de utilizar las eléctricas.

Prohibir fumar en terrazas
Según datos del INE, 1 de cada 5 españoles fuma.

En el resto de Cataluña no se descarta prohibir el consumo de tabaco en las terrazas de bares y restaurantes, pero de momento la Generalitat se plantea con la nueva ley de adicciones, prohibir el consumo de tabaco también en vehículos privados, en instalaciones deportivas o en paradas de transporte público al aire libre. Además, se pretende extender a cinco metros el perímetro de prohibición de fumar en centros sanitarios, escolares o en las dependencias de las Administraciones públicas.

Playas sin humo

Poco a poco son cada vez más los espacios públicos que se suman a una vida sin humos. Galicia, Asturias, Canarias, la Región de Murcia, Baleares o Andalucía son algunas de las comunidades que ya cuentan con playas en la que el consumo de tabaco está prohibido. La ley antitabaco no permite a día de hoy sanciones por fumar al aire libre, sin embargo, son muchos los ayuntamientos que a través de sus ordenanzas municipales establecen multas de entre 400 y 3.000 euros por arrojar colillas.