Enrique Moltó, geógrafo: “El problema no es tanto la naturaleza, es el modo en que el ser humano ocupa zonas de riesgo”

El experto llama a la reflexión cuando algunos alcaldes se quejan de que la cartografía de zonas inundables limita la capacidad de desarrollo de su municipio y plantea que la educación del riesgo se extienda a gestores y responsables políticos.

La planificación territorial fue otro de los temas nucleares abordados en las intervenciones de los expertos que participaron en las jornada divulgativa ‘DANA 29-O: causas, impactos y lecciones’, organizadas por la AVAMET con la coorganización de l'Ajuntament d'Aldaia y el apoyo de Meteored.

Entre ellos, Enrique Moltó, doctor en Geografía y profesor en el Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la Universidad de Alicante, destacó la importancia de la ordenación del territorio para minimizar las consecuencias de los desastres naturales.

Porque, como explicó, “una inundación o un terremoto no son una catástrofe por sí mismos". Lo son cuando hay actividades económicas o personas expuestas. Y ese es el gran problema: se construye en zonas de riesgo. Y, con la urbanización consolidada, es muy difícil actuar.

La vulnerabilidad como factor de riesgo

Moltó resaltó otro factor clave a la hora de abordar estos sucesos: la vulnerabilidad. Es decir, la mayor o menor capacidad de respuesta de una sociedad ante un desastre natural.“No hay catástrofes de primera y de segunda. Ante los mismos fenómenos, las consecuencias son mucho peores en las comunidades más pobres y peor preparadas”.

Enrique Moltó
El geógrafo Enrique Moltó atendiendo a los medios de comunicación el pasado sábado.

Por eso, “riesgo no es lo mismo que peligro natural” y actuar sobre el territorio expuesto y sobre su vulnerabilidad es la manera correcta de enfocar la gestión en estos casos.

Para el geógrafo, el problema no es solo la naturaleza, sino el ser humano y, sobre todo, cómo ocupa las zonas de riesgo. Sobre la tragedia de Valencia, se preguntó “¿qué ha fallado? ¿La excavadora? ¿La presa? No, lo que ha fallado es el sistema”.

Moltó aseguró que lo ocurrido fue una catástrofe natural, pero provocada por una mala planificación. Es decir, “hay riesgo porque hemos ocupado zonas que nunca debimos haber ocupado”, aseveró.

Mejorar la comunicación y educación del riesgo

Entre las posibles soluciones para atajar esa exposición al riesgo, Enrique Moltó planteó mejorar la educación del riesgo, que tiene que dirigirse “también a los gestores y a los políticos”, además de a la población en general.

Una inadecuada ordenación del territorio fue uno de los elementos clave en la tragedia de la DANA de Valencia.

“No basta con poner un parche aquí y otro allá. Hay que dejar de tomar medidas simplistas, como desviar un barranco o canalizarlo todo”. Para el geógrafo, se necesita una combinación de investigación, educación, restauración ambiental y planificación hidrológica.

Sobre las medidas estructurales, como presas o parques inundables, Moltó aseguró que no son suficientes, porque no resuelven el problema global. “Necesitamos soluciones integrales: restaurar ríos, mantener zonas rurales activas, evitar impermeabilizar todo el terreno... Porque una vez se urbaniza, ya no hay vuelta atrás”.

Hay que conservar las zonas rurales y gestionarlas bien, porque pueden actuar como una barrera natural frente a inundaciones.

Respecto a esas zonas rurales, alertó de que, si se abandona la actividad agraria, “estamos facilitando que el agua baje más rápidamente al litoral”. Por eso, si lo rural si se conserva y se gestiona bien, puede actuar como una barrera natural frente a inundaciones. El problema es que “ya casi no queda suelo libre, y en muchos sitios ya está todo construido”.

La cartografía del riesgo, clave

El Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables y el PATRICOVA (Plan de Acción Territorial de carácter sectorial sobre prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana) son, para Moltó, herramientas esenciales y, a menudo, infravaloradas.

En el caso de la riada de 1996 que afectó al camping Las Nieves, en Biescas (Huesca) y causó la muerte de 87 personas, los informes técnicos decían que la zona era inundable. Sin embargo, “se construyó igualmente”, recordó el geógrafo.

“Algunos alcaldes se quejan de que la cartografía de zonas inundables limita su capacidad de desarrollo. Pero yo me pregunto: ¿No será más grave haber urbanizado zonas inundables y haber puesto en riesgo vidas humanas?”, reflexionó en su ponencia.

Barranco de Arás, en Biescas (Huesca), que se desbordó el 7 de agosto de 1996 tras una tormenta muy violenta. A la izquierda de la imagen, el edificio del camping Las Nieves donde murieron 87 personas.

Moltó expuso que en la comarca de la Ribera hay miles de metros cuadrados ocupados por polígonos industriales y comerciales en zonas que deberían haber estado libres. “Todo el suelo está pavimentado, el terreno impermeabilizado, y eso ha modificado radicalmente el comportamiento hidrológico de la zona”, aseveró.

Por eso, es necesario “dejar de mirar los mapas como una predicción y empezar a verlos como advertencias reales” porque “lo que se ha inundado es una muestra práctica de lo que puede volver a pasar”. “Hay que dejar de hablar de periodos de retorno como si fueran certezas. Lo importante es actuar antes, “no después de cada catástrofe”, concluyó Moltó.