Así están los embalses tras un febrero extremadamente seco

Las escasas precipitaciones de este mes hacen que nuevamente nuestros embalses pierdan agua, situándose en un escaso 44%, afortunadamente aún muy alejados de los mínimos absolutos de 1995. Veamos a continuación cómo están evolucionando nuestras reservas de agua tras este cálido y seco febrero.

Embalse de Camarillas, provincia de Albacete, se encuentra a tan solo el 31% de su capacidad y en este mes ha descendido un 39%.
Embalse de Camarillas, provincia de Albacete, se encuentra a tan solo el 31% de su capacidad y en este mes ha descendido un 39%.

Difícil es encontrar algún período de precipitaciones generalizadas en este mes de febrero, que acaba de finalizar. Quizás las producidas durante los días 13 y 14 o las caídas estos últimos días puedan ser las más extendidas e importantes de febrero, por lo que era de esperar que nuestros pantanos regresaran a la senda del descenso en la reserva de agua.

Las claves del descenso durante el mes de febrero

En este mes y para observatorios principales, la máxima cantidad de agua recogida son los 87,8 l/m2 del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, ¡Canarias! Algo que habla claramente de la escasez de precipitaciones en las regiones peninsulares y en Baleares, donde un gran número de observatorios apenas han llegado al 10%, principalmente del sur y este de la Península. Con todas estas particularidades, podemos considerar, a febrero un mes extremadamente seco en el conjunto del país.

Las temperaturas se han mostrado por encima de la media, sobre todo los valores diurnos, ya que las mínimas han sido entre normales y ligeramente más altas, con importantes heladas en el interior de la Península, provocadas por la situación anticiclónica que está dominando la mayoría de las jornadas.

Todas las principales condiciones meteorológicas para la evaporación han sido adversas para nuestros embalses.

Las rachas de viento nuevamente están siendo una variable importante, tanto por su intensidad como por su duración, destacando los 131 km/h medidos en la estación automática de Cerler, en Huesca, a 2 374 metros de altitud. El otro factor a tener en cuenta es la humedad relativa, que durante este mes se la puede considerar algo inferior a lo normal, sobre todo en el sur peninsular.

Por tanto, de las principales condiciones meteorológicas para la evaporación, todas están siendo adversas para nuestros embalses. Todo esto hace que por semanas tengamos que la reserva de agua disminuyó, más que la media de los últimos 10 años, durante todo el mes.

¿En algún sitio ha aumentado el agua embalsada?

Como decíamos, este mes ha tenido muy pocos momentos importantes de precipitaciones, quizás dos y en ambos casos no de manera generalizada, ya que en el de mediados de mes se centró en el noroeste y en el norte, y este último que acabamos de tener, precisamente en esas zonas es donde menos ha llovido.

Los embalses que más se deberían haber beneficiado de esta última situación de precipitaciones serían los de las cuencas más pequeñas del sur y del este, como así ha sido. Por tanto la cuenca que más ha aumentado es la del Júcar, con una subida ligeramente superior al 1,5%.

El pantano de Bárcena ha aumentado el 19%. Recibe el aporte del río Sil, principal afluente del Miño. En la imagen el embalse y la central térmica de Compostilla II.
El pantano de Bárcena ha aumentado el 19%. Recibe el aporte del río Sil, principal afluente del Miño. En la imagen el embalse y la central térmica de Compostilla II, destacando sus dos principales chimeneas de 270 y 290 m. de altura.

Curiosamente el embalse que más ha aumentado durante febrero corresponde a una de las cuencas que más ha sufrido durante este mes, se trata de la presa de Bárcena, en Miño-Sil. Este pantano, dedicado principalmente al riego y al abastecimiento, construido en 1960, se encuentra en la provincia de León. Está en las cercanías de la zona más elevada del macizo Galaico-Leonés, donde las precipitaciones de mediados de mes fueron en forma de nieve y han sido un aporte continuado con el deshielo para los ríos de la zona.

Predominan los importantes descensos

Como sabemos, el problema de los grandes almacenamientos de agua es la pérdida por evaporación. Los factores que más influyen en ella son la temperatura, el viento y la radiación solar. Por lo que nos encontramos que en este mes de febrero todos han sido negativos, aunque aún las horas de Sol son pocas, la ausencia de nubosidad durante muchas jornadas ha provocado que su efectividad haya sido alta, teniendo en cuenta que las máximas están siendo elevadas durante muchos días.

Ya hemos visto que todos los factores han ido en favor de la evaporación, pero además debemos mantener la vigilancia en varios pantanos donde el factor humano ha trastocado en su evolución, sufriendo grandes desembalses durante el verano, principalmente en las cuencas del Duero y del Ebro. Los escogidos, como ya saben los lectores habituales son, respectivamente, el de Ricobayo en Zamora, que fue vaciado hasta el 11 y recuperado hasta casi el 35% en la actualidad; y el de Mediano, en Huesca, que lo dejaron a un 17%, estando en estos momentos al 26% de su capacidad.

En febrero, las cuencas más perjudicadas de España han sido las dos del Cantábrico, tanto la occidental como la oriental.

La escasez de precipitaciones y el dominio anticiclónico, con sus cielos poco nubosos, hace que las cuencas más perjudicadas en este mes sea las dos del Cantábrico, la occidental y la oriental, con una pérdida, respectivamente, del 12 y del 9%.

Un 19% por debajo de la media de los 10 últimos años

Estamos terminando el invierno, con el bloqueo anticiclónico característico de esta estación haciendo de las suyas y logrando que la reserva total vuelva a disminuir, por lo que la situación sigue siendo muy preocupante. Durante este mes hemos perdido 1,11% en el agua embalsada, que en estos momentos está al 44,02%, un 20% inferior a la misma fecha del año pasado y nos encontramos, por debajo de la media de los diez últimos años, un 19%.

En situación atmosférica normal, con la casi finalización del invierno, los temporales atlánticos deberían empezar a llegar a la Península, afectando, principalmente, a la vertiente atlántica, por lo que las cuencas meridionales tendrían que verse beneficiadas. Eso sí, no habría que bajar la guardia, porque su situación actual es casi dramática. En la actualidad la cuenca del Guadalquivir es la peor de todas con tan solo un 28,47% de su capacidad.