El suelo se hunde y varias ciudades están en peligro

Científicos españoles han creado un mapa con las regiones del mundo donde el suelo se hunde por la extracción de agua subterránea. En zonas de Europa la tierra desciende hasta 10 centímetros al año y en Indonesia llega a los 28 centímetros anuales.

Subsidencia Tierra
Este mapa muestra, en rojo, las zonas con mayor potencial de subsidencia. IGME.

Un grupo de científicos, liderado por investigadores españoles, ha creado el primer mapa mundial de hundimientos del terreno provocados por la extracción de agua subterránea. Según el estudio, el 10 % de la superficie terrestre se hunde paulatinamente y en las zonas de la Tierra con mayor probabilidad de sufrir subsidencia viven 1.200 millones de personas y se encuentra el 21 % de las ciudades más importantes del mundo. En Asia, el continente más afectado, hay un 86 % de la población expuesta. En términos de impacto económico, está en peligro hasta el 12 % del PBI mundial.

Los condicionantes que elevan la probabilidad de subsidencia son varios: litología (tipo de suelo), topografía, uso del terreno o el clima. “La mayor probabilidad se da en zonas áridas o templadas con periodos de sequía”, comenta el autor Herrera-García. El desencadenante del hundimiento es la extracción excesiva de agua, ya sea para uso agrícola, industrial o urbano. Son procesos graduales que afectan a grandes extensiones, durante largos periodos y suelen acabar con fisuras de la tierra, daña edificios e infraestructura civil y aumenta la susceptibilidad y el riesgo de inundaciones.

"En los acuíferos sobreexplotados, la recarga natural es inferior al volumen que se extrae", explica Pablo Ezquerro, también del IGME y coautor del estudio. Los poros de esos suelos quedan vacíos, compactándose ante la falta del agua que contribuía a sostener la infraestructura.

Durante las próximas décadas, la población mundial y el crecimiento económico continuarán aumentando la demanda de agua y el agotamiento de las aguas subterráneas. Además de la aceleración de los procesos de urbanización e intensificación agraria en algunas de las regiones más expuestas, como las cuencas del Ganges y el Brahmaputra en la India o las planicies del noreste de China, el cambio climático también tiene su papel. El aumento de las temperaturas y reiteración de las sequías debilita aún más la recarga natural de los acuíferos aumentando la ocurrencia de hundimientos de tierras y los daños o impactos relacionados.

Del estudio también se desprende que para el año 2040 unas 635 millones de personas podrían sufrir las consecuencias de este proceso silencioso. Los resultados del estudio se presentaron en un artículo titulado "Global threats of land subsidence due to groundwater depletion" en la revista Science: “Para crear conciencia e informar la toma de decisiones, evaluamos el hundimiento global potencial debido al agotamiento del agua subterránea, un primer paso clave hacia la formulación de políticas efectivas de hundimiento de la tierra que faltan en la mayoría de los países del mundo”, explican los autores.

Centímetro a centímetro

Para realizar el estudio, el equipo dirigido por Herrera García revisó gran cantidad de literatura científica y halló que, durante el siglo pasado, se produjeron hasta 200 hundimientos por subsidencia en 34 países diferentes motivados por el agotamiento de las aguas subterráneas.

Varios ejemplos conocidos de subsidencia se representan en la ciudad italiana de Venecia, cuyo hundimiento a causa de la extracción de agua subterránea se viene acentuado desde los años 40 del siglo pasado. Otro ejemplo es la Ciudad de México, que debido a estar planificada sobre terrenos arcillosos algunas zonas se hundieron hasta 8 metros en los últimos 250 años. Otro ejemplo, menos conocido quizá, podemos encontrarlo en la ciudad de Berenizkí, en Rusia, ciudad cuyos sus habitantes se han visto en la obligación de abandonar la zona.

Pero no todo está perdido. El conocimiento científico y técnico del que se dispone a partir de este tipo de estudios permite entender los procesos y tomar medidas para frenar y hasta revertir los hundimientos, como es el caso de Tokio. La capital nipona se hundía desde finales del siglo XIX, rebajando su suelo hasta cuatro metros. En la década de 1969, la gestión de los acuíferos y las políticas sostenibles para la explotación de aguas subterráneas lograron frenarlo.