El estudio de dos fósiles del Cretácico Inferior revela que los mosquitos macho perdieron su capacidad de chupar sangre

Este hallazgo hace tambalear la teoría de que sólo las hembras de este insecto se han alimentado tradicionalmente de sangre. Los ejemplares encontrados en ámbar libanés podrían ser claves para esclarecer el "linaje fantasma" de los mosquitos.

Mosquito ámbar libanés
Las picaduras del mosquito son las causantes de cerca de 750 000 muertes al año en el mundo.

Parecen pequeños e insignificantes, salvo por las molestias que causan en las calurosas noches de verano. Sin embargo, los mosquitos se consideran la especie animal que más muertes y enfermedades causan en la especie humana por las muchas infecciones que transmiten con su picadura.

Hasta ahora se conocía que sólo las hembras de mosquito se alimentan de sangre, una sustancia que necesitan en su función reproductiva. Para garantizar el desarrollo de los huevos, son necesarias proteínas y nutrientes que no pueden obtenerse de fuentes exclusivamente vegetales. Y la sangre los contiene.

El mosquito hembra, el animal más mortífero del mundo

Su condición hematófaga hace de la hembra del mosquito uno de los principales vectores de propagación de enfermedades infecciosas, como el dengue, la malaria, la zika o las fiebres amarillas y del Nilo occidental. Estas patologías causan cerca de 750 000 muertes cada año. Sólo la malaria, transmitida por el mosquito Anopheles, mata a 600 000 personas (sobre todos los niños y niñas) e incapacita durante días a otros 200 millones.

Por el contagio, la dieta de los mosquitos macho se basa principalmente en fuentes de azúcar, como néctar de flores, savia de plantas y otros líquidos ricos en carbohidratos, que les proporcionan la energía necesaria para volar, reproducirse y mantener sus funciones metabólicas.

Una estructura bucal con seis poderosas agujas

Esta diferencia en la alimentación se manifiesta también en la anatomía de machos y hembras respecto a su probóscide, la estructura bucal utilizada para alimentarse. Mientras la probóscide del macho no es lo suficientemente fuerte para penetrar la piel, la de las hembras contiene seis poderosas agujas que les permiten succionar sangre de organismos vivos.

Dos de ellas poseen una estructura muy afilada en forma de sierra conocida como maxilares dentados, que le sirven para perforar la dermis. Otros dos actúan como mandíbulas para separar los tejidos. Una quinta aguja penetra en el vaso sanguíneo y extrae la sangre.

El intercambio entre nuestra sangre y la saliva del mosquito puede convertirse en el origen de una infección por microorganismos patógenos

Para facilitar ese parto, la sexta aguja, conocida como hipofaringe, inocula la saliva del mosquito en el torrente sanguíneo de su víctima. Además de patógenos, esta saliva contiene sustancias anticoagulantes que hacen que la sangre fluya más fácilmente y así hacer más rápida la ingesta. Son, al parecer, las causantes del picor en la piel tras la picadura.

Los machos del Cretácico Inferior también chupaban sangre

La teoría de que, desde un punto de vista evolutivo, sólo las hembras de mosquito se alimentan de sangre, ha sido puesta en tela de juicio por un reciente estudio publicado en la revista Current Biology.

Un equipo de investigadores ha descubierto piezas bucales perforantes armadas con mandíbulas denticuladas en dos ejemplares de mosquito macho conservados en ámbar libanés, considerado el más antiguo con un número significativo de inclusiones de artrópodos, y que se localiza en la región del Medio Oriente, específicamente en el Líbano.

Este ámbar tiene una antigüedad aproximada de 125-135 millones de años y se considera de gran valor científico, ya que proporciona pruebas de algunos de los ecosistemas más antiguos del mundo.

Mosquito preservado en un fragmento de ámbar.

Pues bien, el hallazgo de estos dos mosquitos del Cretácico Inferior y sus piezas bucales perforadoras y chupadoras ha revolucionado el modo de entender cómo se desarrolló la alimentación sanguínea en los insectos, al sugerir que, probablemente, en aquel periodo los machos también eran hematófagos, es decir, se alimentaban sangre.

Aún se desconoce el motivo por el que han abandonado este comportamiento, aunque los autores del estudio especulan con la posibilidad de que las proteínas sanguíneas aumentasen la capacidad de los mosquitos macho del Cretácico de volar y aparearse con éxito.

El linaje fantasma de los mosquitos

En 2015, se realizó un estudio genómico que analizó el ADN de mosquitos del género Anopheles. Este estudio reveló un hallazgo interesante: se identificaron secuencias genéticas que no coincidían con ningún linaje conocido en la evolución de los mosquitos. Es decir, estos segmentos genéticos no parecían tener un origen claro en ninguno de los mosquitos existentes. Por ello, se acuñó el término "linaje fantasma" para describir este material genético misterioso que no se podía relacionar directamente con ninguna especie conocida de mosquitos.

Este descubrimiento generó interés en la comunidad científica, ya que plantea la posibilidad de que haya habido una divergencia evolutiva en los mosquitos que no ha sido detectada o catalogada en las especies actuales. Puede que el estudio en más profundidad de los fósiles de estos dos machos hematófagos reduzca la brecha de ese linaje fantasma de los mosquitos.