Descubre la desconocida república europea que no permite el acceso a las mujeres desde hace más de 1000 años

Hasta a un año de cárcel tendrían que enfrentarse las mujeres que se atrevan pisar este territorio, integrado en un país miembro de la Unión Europea, y que incluso está también vetado a las hembras de animales domésticos.

En esta pequeña y desconocida república europea no está permitido el acceso a las mujeres, bajo pena de cárcel de un año.

Lo sentimos, chicas. Hay un lugar en Europa que nos está absolutamente prohibido en pleno siglo XXI. Está en la región de Macedonia, en el norte de Grecia, concretamente en la península Calcídica, también conocida como península de Halkidiki, que extiende sus 335,64 km² sobre el mar Egeo.

La península está dividida en tres lenguas, Kassandra, Sithonia y Athos. En esta última, la más oriental, se erige el Monte Athos o Monte Sagrado, con una altitud de unos 2000 metros sobre el nivel del mar.

Allí viven unos 2000 varones a los que no se les permite contacto alguno con el género femenino. Un mandato que se remonta al año 1060 y que tiene su origen en una bula del emperador Constantino IX.

Por qué han renunciado a la presencia de mujeres (que no pueden ni acercarse a menos de 500 metros de la orilla de sus playas) y cómo es posible desde un punto de vista legal esta discriminación por cuestión de género, es lo que vamos a descubrir en este viaje.

Normas propias al margen de las leyes comunitarias

Aunque forma parte del Estado griego, en el año 1924 la península Calcídica alcanzó el estatus de república teocrática autónoma y cuenta con autogobierno en virtud de los Fueros de la Montaña Sagrada de Athos.

Un conjunto de leyes y regulaciones que también eximen del pago de impuestos a Grecia, así como del cumplimiento de la normativa estatal y de la Unión Europea.

Sólo hombres, mayores de 21 años y con barba, pueden acceder al Monte Athos.

En base a estos fueros se organiza la vida en el Monte Athos, que está habitado por 2416 personas. La mayoría de origen griego, pero también procedentes de Rusia, Serbia, Georgia, Bulgaria y Rumanía. Todas ellas, varones mayores de edad. ¿El motivo? Sus particulares normas impiden la entrada en su territorio a las mujeres.

Veto a las mujeres… y también a las hembras de otras especies

El Monte Athos se constituye, desde hace siglos, en un centro espiritual y monástico del cristianismo ortodoxo oriental. Allí se erigen veinte monasterios ortodoxos orientales, la mayoría de los cuales datan de los siglos X al XIV. Por ese motivo, en 1988 la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad, aunque quizás lo correcto sería decir de la mitad de ella…

La prohibición de la entrada de mujeres se basa en una tradición monástica y en la interpretación de ciertos textos religiosos, por los que la presencia del sexo femenino podría distraer a los monjes de su vida contemplativa y exponerles a la tentación de romper su celibato.

La explicación se complica a la hora de argumentar por qué las leyes de la montaña tampoco permiten el acceso a las hembras de animales domésticos, a excepción de gallinas ponedoras y gatas (para cazar ratones).

Tampoco mujeres turistas

El Gobierno de la república monástica se caracteriza por la imposición de tediosas trabas burocráticas para visitar la zona. Sólo aceptan diez turistas no ortodoxos al día. Un cupo que se amplía hasta los 120 para los que sí profesan esa religión.

Los visitantes deben haber cumplido veintiún años, no ser “lampiños” y manifestar su intención de ser peregrinos. Los salvoconductos emitidos tienen una vigencia de cuatro días, prorrogables a seis.

Ninguna mujer puede obtenerlo. En 1953, la griega, María Poimenidou, vestida de hombre, entró en la península. Entonces, el gobierno griego impuso una pena máxima de un año de cárcel para cualquier otra que osara intentarlo. En 2008, los monjes “perdonaron” a cuatro mujeres moldavas que fueron abandonadas allí por ucranianos que traficaban con personas.

Una única figura femenina para representar a todas las mujeres

La preservación de la pureza espiritual de la comunidad monástica no es el único motivo para excluir a las mujeres en el Monte Athos. Otra causa podría ser un modo insólito de honrar a la Virgen María.

Aunque no hay registros históricos verificables de la visita física de la madre de Jesucristo a la península, su influencia espiritual lo impregna todo en esta región y se la considera protectora del Monte Athos y de sus habitantes.

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De hecho, todos los monasterios están dedicados a ella, e innumerables relatos piadosos y leyendas locales le atribuyen milagros y manifestaciones divinas. Por eso, su presencia sería suficiente para representar a todas las mujeres.

Otros lugares prohibidos a las mujeres en el mundo

El Monte Athos no es el único lugar del planeta donde, inexplicablemente, no se permite la presencia de mujeres. La religión es la excusa esgrimida en la mayor parte de los casos, como ocurre en muchas mezquitas del mundo musulmán.

Pero también hay otros espacios, como algunos ligados al deporte o al ocio, que no escapan del machismo y parecen inmunes a las leyes de igualdad de género y a los mismísimos derechos humanos.

Estos son algunos de los más significativos:

  • Estadios de fútbol (Irán). Las mujeres no pueden entrar a ellos ni a los de voleibol. ¿El fundamento? Que no nos veamos expuestas a la violencia y al lenguaje malsonante propio de los eventos deportivos.
  • Tobogán X-Treme Faser del parque acuático Galaxy (Alemania). La excusa son las velocidades de más de 100km/h que se pueden alcanzar al deslizarse y el dolor que esto genera, en ocasiones, en las partes íntimas. Desconocemos si las de los varones son indemnes a la fricción.
  • Monte Omine (Japón). Allí hay un camino de peregrinación para llegar a The Ōminesanji, la sede de la secta budista Shugendo. Su cima no puede ser pisada por las mujeres por "tradición". También es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
  • Clubes masculinos (Grecia, Italia y España). Sí, en algunas cafeterías tradicionales griegas (kafenion), sociedades gastronómicas vascas (txokos) o clubes frecuentados por políticos en Italia, las mujeres también son consideradas personas non gratas.