De la ciudad de la lluvia sin fin al desierto donde no cae una sola gota: estos son los lugares más extremos del planeta

Nuestro planeta está lleno de paisajes asombrosos. Pero hay dos que rompen todos los récords: una ciudad donde llueve sin descanso y un desierto helado donde no se han producido precipitaciones en millones de años. Suena increíble, pero es real.

Los Valles Secos de McMurdo, en la Antártida, son el medio terrestre que más se parece al planeta Marte.

¿Imaginas vivir en un lugar donde la lluvia no da tregua prácticamente ningún día del año? ¿Y en un escenario totalmente opuesto? Un desierto tan árido y frío que no ha visto una gota de agua en millones de años.

Aunque suene a ciencia ficción, ambos extremos existen y son tan reales como insólitos y asombrosos. Uno está en la India y el otro en la Antártida. Y, juntos, representan la contradicción meteorológica más rara y fascinante de nuestro planeta.

Mawsynram, la ciudad de la lluvia infinita

Ubicada en las Montañas Khasi, en el estado de Meghalaya, al noreste de la India, la localidad de Mawsynram ostenta un llamativo récord: es el lugar más húmedo del planeta.

Allí caen, de promedio, 11.871 milímetros de precipitaciones al año. Para ponerlo en perspectiva, eso es más de diez veces lo que recibe la lluviosa ciudad de Londres, en Reino Unido, en el mismo período.

La explicación detrás de este fenómeno está en su geografía. Mawsynram se encuentra rodeada de colinas y montañas que actúan como un gigantesco embudo natural.

Así que cuando los monzones cargados de humedad llegan desde la bahía de Bengala, las nubes se ven obligadas a chocar contra estas elevaciones y liberan lluvias interminables.

Adaptarse a la humedad constante

Para los locales de esta ciudad india de casi 55.000 habitantes, la lluvia es parte de su identidad social y cultural.

Paisaje verde en la lluviosa Mawsynram, India.

Los techos de sus casas están reforzados con capas extra de paja para resistir el diluvio constante y amortiguar el sonido de la lluvia.

Allí, en vez de paraguas se utiliza el knup, una coraza protectora hecha de hojas de palma y bambú que cubre la cabeza y la espalda, permitiendo a las personas tener las manos libres. Los agricultores y los comerciantes lo utilizan para facilitar su trabajo.

El otro extremo: un desierto helado pero sin lluvia

Viajamos a más de 13.000 kilómetros al sur para encontramos con un contraste brutal: los Valles Secos de McMurdo, en la tierra de Victoria, en la Antártida.

Este lugar, que a simple vista parece un paisaje marciano, es considerado uno de los desiertos más extremos del planeta.

Y es que, en estas tierras heladas no llueve ni nieva prácticamente nunca. De hecho, los científicos calculan que algunas zonas llevan más de dos millones de años sin precipitaciones significativas.

Lo sorprendente es que, aunque pensar en la Antártida es evocar inmediatamente la imagen del hielo, los Valles Secos se mantienen libres de nieve. ¿El motivo? Los fuertes vientos catabáticos, que aquí pueden superar los 300 km/h, evaporan la humedad y mantienen el terreno en un estado árido y polvoriento.

Un terreno para la experimentación

Estos valles antárticos son tan inhóspitos que la NASA los ha utilizado como banco de pruebas para estudiar cómo podría ser la vida —o la falta de ella— en el planeta Marte.

Los científicos consideran que este es el medio ambiente terrestre que más se parece al planeta rojo y, por lo tanto, es un escenario donde aprender sobre posibles formas de vida extraterrestre.

Allí, en medio de la nada, los microorganismos que resisten entre las grietas de las rocas, en las que buscan la humedad, son los únicos supervivientes de uno de los entornos más hostiles del mundo.

Dos caras de un mismo planeta

Mawsynram y los Valles Secos de McMurdo nos recuerdan que la Tierra es un planeta de contrastes que pueden llegar a límites impensables.

Mientras en un punto los habitantes conviven con lluvias inacabables, en otro rincón el agua es un bien inexistente desde hace milenios. Paradojas climáticas que nos invitan a reflexionar sobre la vida en la adversidad.

En un contexto de cambio climático, cuyas alteraciones son cada vez más visibles, también es una advertencia sobre lo que significaría que se intensifiquen estos extremos.