Unos expertos en medicina de Houston revelan que el 85% de los astronautas sufre congestión nasal

Respirar fuera de la Tierra no es tan sencillo. La congestión nasal afecta al 85% de los astronautas y plantea nuevos retos para la exploración y el turismo espacial.

Astronauta en la Estación Espacial Internacional
La microgravedad provoca que los fluidos corporales se desplacen hacia la cabeza, causando congestión nasal y presión en los senos paranasales durante las misiones espaciales.

En la Tierra, una nariz tapada apenas interrumpe el día. En órbita, puede convertirse en un obstáculo que altera el sueño, la concentración y la capacidad de reacción. Un estudio del Hospital Metodista de Houston descubrió que el 85% de los astronautas ha padecido congestión nasal o sinusitis durante sus misiones, un dato que ha encendido las alarmas en la comunidad médica y científica.

En microgravedad, el cuerpo cambia drásticamente. Los músculos se debilitan y los huesos pierden densidad, aumentando el riesgo de osteoporosis. Los fluidos se acumulan en la cabeza, afectando la visión y generando presión. El corazón también sufre, causando intolerancia ortostática al volver a la Tierra

La microgravedad cambia radicalmente la forma en que los fluidos se mueven por el cuerpo. Sin gravedad que los empuje hacia las piernas, estos tienden a acumularse en la cabeza, provocando presión, dolor facial y una constante sensación de taponamiento. Lo que en la Tierra se resuelve con descanso o descongestionantes, en el espacio se convierte en todo un reto que afecta el rendimiento y la seguridad de toda la tripulación.

Durante casi veinte años, los investigadores recopilaron más de setecientos registros médicos de setenta y un astronautas. El resultado fue muy claro: los problemas nasosinusales son más comunes y limitantes de lo que se imaginaba, lo que obliga a reconsiderar los protocolos médicos para quienes viajen más allá de nuestro planeta.

La microgravedad y su impacto en el cuerpo de los astronautas

En ausencia de gravedad, el organismo funciona de otra manera. La circulación cambia, los músculos se debilitan y los fluidos se redistribuyen. Este desplazamiento hacia la parte superior del cuerpo aumenta la presión en los senos paranasales y bloquea los conductos nasales, dificultando la respiración.

Los astronautas describen la sensación como si estuvieran resfriados permanentemente. Además del malestar, la congestión dificulta dormir, disminuye la concentración y entorpece las tareas más simples. En un entorno donde cada segundo y cada decisión cuentan, no poder respirar bien puede marcar la diferencia entre una misión exitosa y un fallo crítico.

El estudio, publicado en Laryngoscope Investigative Otolaryngology, confirma que tres de cada cuatro astronautas reportaron este tipo de síntomas. Más allá del simple fastidio, estas molestias influyen directamente en la claridad mental y en la coordinación, factores fundamentales para mantener la seguridad a bordo.

Respirar en el espacio: más difícil de lo que parece

El estudio sobre la congestión nasal se suma a una lista creciente de desafíos médicos en órbita: pérdida de masa ósea, alteraciones visuales y exposición a radiación. Cada hallazgo refuerza la idea de que la vida en el espacio afecta al cuerpo en formas aún no del todo comprendidas.

Paseo espacial en la Estación Espacial Internacional
En el espacio, hasta respirar puede ser un reto: el 85 % de los astronautas experimenta congestión y molestias que afectan su descanso y rendimiento.

Queda claro que si no duermes bien porque no puedes respirar, y tanto tu rendimiento cognitivo como tu capacidad de reacción se ven afectados. En un entorno tan exigente como el espacio, una simple molestia puede comprometer una misión entera.

El futuro de la exploración y el turismo espacial dependerá de la tecnología, pero también de la capacidad de la medicina para adaptarse a un escenario donde hasta respirar puede ser un desafío.

Riesgos durante las caminatas espaciales

El equipo del Hospital Metodista de Houston, dirigido por el doctor Masayoshi Takashima, observó que los astronautas que realizan actividades extravehiculares, como las caminatas espaciales, sufren aún más con los cambios de presión. Al pasar del ambiente controlado de la cabina al interior del traje espacial, los senos paranasales y los oídos se enfrentan a diversas y bruscas variaciones que pueden causar dolor agudo o incluso pérdida temporal de audición.

Estos barotraumas, habituales en buceadores o en pilotos, se agravan en el vacío espacial, donde no hay forma sencilla de aliviar la presión. Un dolor intenso o una disminución de la audición pueden interferir con la comunicación y aumentar el riesgo de errores durante tareas críticas.

En la Tierra, un simple spray o reposo bastaría. Pero a cientos de kilómetros del planeta, donde cada movimiento requiere precisión milimétrica, una nariz congestionada puede convertirse en un peligro real para la misión.

Turismo espacial: un desafío médico pendiente

El auge de los vuelos comerciales abre una pregunta inquietante: si los astronautas más preparados padecen estos síntomas, ¿qué pasará con los futuros turistas espaciales? Según el doctor Takashima, será necesario evaluar la salud nasal y sinusal antes de permitir el embarque de civiles, especialmente en personas con alergias o antecedentes respiratorios.

Los tratamientos habituales podrían no funcionar igual fuera de la Tierra. En microgravedad, la absorción y distribución de los medicamentos cambian, por lo que su eficacia no está garantizada. Esto obliga a desarrollar protocolos médicos específicos que contemplen las condiciones extremas del entorno espacial.

Las empresas que planean enviar pasajeros más allá de la atmósfera deberán considerar estos factores para garantizar la seguridad y comodidad de los viajeros, especialmente en trayectos de larga duración.

Referencia de la noticia:

F. Khan, K. Ansingkar, R. Dongre, et al., “ Congestion and Sinonasal Illness in Outer Space: A Study on the International Space Station,” Laryngoscope Investigative Otolaryngology 10, no. 4 (2025): e70229, https://doi.org/10.1002/lio2.70229.

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