Cómo cambia el físico de los astronautas tras regresar del espacio: la NASA explica los efectos de la microgravedad

Tras meses en el espacio, los astronautas deben readaptarse a la fuerza de gravedad terrestre. La NASA estudia cómo el cuerpo humano se transforma y busca estrategias para garantizar la salud de las futuras misiones a la Luna y Marte.

Astronauta de la NASA
El astronauta de la NASA e ingeniero de vuelo de la Expedición 68, Woody Hoburg, se sube al brazo robótico Canadarm2 mientras maniobra un panel solar desplegable hacia la estructura de vigas de la Estación Espacial Internacional, a 413 km sobre el océano Pacífico. Crédito: NASA.

Viajar al espacio cambia profundamente a las personas. Algunos músculos se fortalecen, otros se debilitan; los fluidos corporales se desplazan y el sentido del equilibrio se desajusta.

La microgravedad obliga al cuerpo a adaptarse y, al regresar a la Tierra, comienza el proceso inverso: reaprender a convivir con la gravedad.

Para mitigar esos efectos, los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) entrenan dos horas diarias con el fin de preservar densidad ósea, fuerza muscular y salud cardiovascular. Sin embargo, tras meses en órbita, la readaptación puede resultar complicada. Muchos describen a la Tierra como un lugar “pesado, ruidoso y extrañamente quieto”.

Experiencias recientes de regreso

En marzo de 2024, la misión SpaceX Crew-7 regresó tras casi 200 días en el espacio. Entre sus integrantes, Jasmin Moghbeli (NASA) relató sentirse inestable y con el cuello fatigado al sostener la cabeza en la gravedad terrestre. Andreas Mogensen (ESA) reconoció que era casi imposible caminar en línea recta con los ojos cerrados, mientras que Satoshi Furukawa (JAXA) sufría náuseas al mirar hacia abajo. Cada uno atravesó un proceso distinto de recuperación.

Un mes después, la astronauta Loral O’Hara volvió a la Tierra tras 204 días en órbita y aseguró sentirse casi normal en apenas una semana. Su experiencia como ingeniera oceánica, dijo, le ayudó a comprender la dinámica de trabajo en equipos aislados y con recursos limitados, un paralelismo con las misiones espaciales.

Otros testimonios coinciden en que la readaptación varía enormemente. Frank Rubio, quien completó en 2023 un récord de 371 días en el espacio, experimentó dolor en la espalda baja y los pies, aunque se recuperó en pocas semanas gracias al ejercicio constante. Mentalmente, reconoció que la extensión inesperada de su misión fue un desafío emocional que afrontó con el apoyo de videollamadas familiares.

La tripulación de Crew-8, que regresó en octubre de 2024 tras 235 días, también relató experiencias diversas: desde incomodidad al sentarse hasta la sensación inmediata del “peso” terrestre. La veterana Suni Williams, que volvió en 2025 con la misión Crew-9, confesó que, pese a su experiencia, sigue sorprendiéndose de la dureza de la gravedad.

El caso de Don Pettit: la edad no suaviza la gravedad

En abril de 2025, Don Pettit, de 70 años y el astronauta activo de mayor edad en la NASA, regresó después de 220 días en órbita. Su experiencia demuestra que ni la veteranía ni la edad protegen del choque con la gravedad. Durante el aterrizaje, bromeó, estuvo ocupado “vaciando el estómago en las estepas de Kazajistán”.

Aunque microgravedad había aliviado sus dolores articulares, estos reaparecieron de golpe en la Tierra. Según explicó, la dificultad no está tanto en recuperar la fuerza de los grandes músculos, sino en reentrenar los pequeños, aquellos que casi no se usan en el espacio.

Ciencia para el futuro de la exploración espacial

Para comprender y contrarrestar estos cambios, la NASA impulsa el Human Research Program, que estudia la salud de los astronautas antes, durante y después de sus vuelos. Además, desarrolla simulaciones en la Tierra que imitan las condiciones del espacio.

Astronauta NASA
Estar en forma es un requisito indispensable para los astronautas y por eso la Nasa los prepara físicamente antes de enviarlos a misiones.

En el centro alemán llamado :envihab (de las palabras “medio ambiente” y “hábitat”, en inglés), por ejemplo, voluntarios pasan 60 días en cama con la cabeza inclinada para reproducir los efectos de la microgravedad. En Houston, instalaciones como CHAPEA y HERA recrean misiones de larga duración en entornos aislados, con demoras en las comunicaciones similares a las que enfrentarán quienes viajen a Marte.

Los resultados de estas investigaciones permitirán diseñar mejores protocolos médicos, rutinas de entrenamiento y estrategias psicológicas para que los astronautas no solo sobrevivan, sino prosperen en misiones cada vez más ambiciosas.

Una readaptación única para cada astronauta

Cada regreso a la Tierra es diferente: algunos se recuperan en días, otros en semanas, pero todos coinciden en que la clave es la constancia en el movimiento, el apoyo de los equipos médicos y el humor como aliado.

En palabras de Pettit: “Es un proceso de aprendizaje para volver a acostumbrarse a la gravedad”. Una enseñanza vital mientras la NASA se prepara para llevar a los seres humanos de regreso a la Luna y, en el futuro, al planeta rojo.