Pellets de madera, energía renovable... con algunas sombras

La industria de los pellets de madera está viviendo un boom en los últimos años, coincidiendo con la posible amenaza de una crisis energética en Europa. Sin embargo, esta energía verde tiene también algunas sombras.

Los pellets de madera están experimentando un boom en los últimos años en Europa, aunque tiene algunas sombras poco conocidas.

Europa está viviendo una situación bastante compleja, con la amenaza de una posible crisis energética coincidiendo con el anuncio en la COP26 del fin de las subvenciones a los combustibles fósiles, aunque las últimas negociaciones se han quedado en punto muerto. Con este panorama, las energías verdes están viviendo un boom informativo, que seguramente se traducirá a medio plazo en un cambio del modelo energético que conocemos hoy en día.

Energía barata a partir de deshechos de la madera

Una de las renovables que está creciendo más en los últimos años son los pellets de madera, una forma de biomasa elaborada a partir de serrín y restos de la madera, que pueden convertirse en una fuente de energía sostenible, con el obetivo de usarse como combustible para estufas o calderas de calefacción.

Una de sus principales ventajas en el contexto actual es su precio. Frente a las subidas imparables del precio de la luz y de otros carburantes, el del pellet no parece que vaya a sufrir cambios importantes, ya que procede de desechos. Otro punto a favor es que hay varios estudios, como el realizado por la Universidad de New Hampshire y publicado en la revista 'Energy' en 2017, que afirman que los pellets pueden reducir a más de la mitad la emisión de gases de efecto invernadero en comparación con los combustibles fósiles o el gas natural. Sin embargo, la industria de los pellets tiene también algunas sombras.

¿Tan sostenible como se dice?

Un informe reciente de Chatham House señala que en 2019 las centrales eléctricas del Reino Unido destinadas a la quema de pellets emitieron hasta 16 millones de toneladas de CO2, que equivaldría a lo que expulsan unos siete millones de tubos de escape de coches. La mayoría de los gobiernos europeos no contabilizan las emisiones de CO2 procedentes de la combustión de madera.

La quema de pellets también emite grandes cantidades de dióxido de carbono, aunque los gobiernos no cuentan las emisiones del total del proceso.

Tras el Protocolo de Kyoto, se estableció que toda la bioenergía era neutra en carbono, incluso si procedía de la tala de un bosque como es el caso de los pellets, algo que acabó convirtiéndose en una norma que no contabiliza el total de las emisiones de carbono de todo el proceso, lo que ha favorecido la aparición de una burbuja en la quema de biomasa.

Problemas ambientales

Debido al aumento de la demanda en Europa, se han producido importantes problemas ambientales en los bosques del sureste de Estados Unidos, donde se encuentan algunos de los mayores productores de biomasa del mundo. Varias asociaciones ecologistas han denunciado que se están talando bosques de humedales, de un valor ambiental excepcional, aunque por ahora es algo que niegan las empresas. Además, los núcleos de población cercanos próximos a las plantas de procesamiento de los pelletes de madera sufren ruidos y olores desagradables, a lo que hay que sumar la acumulación de serrín.

Tampoco hay que pasar por alto que los árboles dejan de eliminar el carbono de la atmósfera cuando son talados, algo que no ocurre con con la extracción del carbón. Además, la madera se quema con menos eficiencia que el carbón o el gas.

Aunque los pellets de madera sean una alternativa más respetuosa con el medio ambiente que los combustibles fósiles, aún tiene camino por delante. Pero primero es necesario modificar las normas sobre emisiones, algo que parece que será harto complicado, viendo las últimas noticias que llegan desde la clausura de la COP26.