La inestabilidad de la capa de hielo de la Antártida

La capa de hielo de la Antártida fue aún más inestable en el pasado de lo que se pensaba, y en ocasiones estuvo a punto de desmoronarse, según sugiere una nueva investigación

Desprendimiento de hielo en la plataforma de hielo Larsen C, en la península Antártica. © NASA

Los resultados plantean la preocupante posibilidad de que, en un clima más cálido, se inicie un proceso que, entre otras cosas, aumente las precipitaciones en el continente antártico, lo que podría a su vez desencadenar efectos que conlleven una mayor pérdida de hielo.

La nueva investigación se basa en modelos del clima y en la comparación de datos correspondientes al Mioceno Medio (hace entre 13 y 17 millones de años), cuando el dióxido de carbono atmosférico y la temperatura global alcanzaron niveles similares a los pronosticados para finales de este siglo. El estudio ha sido realizado por el equipo internacional de Catherine Bradshaw, de la Universidad de Exeter en el Reino Unido así como del Met Office.

Cuando una capa de hielo se derrite, el suelo de debajo que pasa a quedar expuesto al sol es menos reflectante a la radiación de este, y la temperatura local aumenta, lo que a su vez incrementa la tasa de fusión de más hielo, con el consecuente aumento extra de temperatura por la nueva porción de suelo al descubierto, y así sucesivamente, en una reacción en cadena. En el caso de la Antártida, hay más elementos en juego.

Con una gran capa de hielo en el continente como la actual, los vientos antárticos suelen soplar desde el continente hacia el mar. Sin embargo, si el continente se calienta, esto podría invertirse y los vientos soplarían desde el mar, más frío, hacia la tierra, más cálida, tal y como ocurre con los monzones en todo el mundo. Ello provocaría un aumento de las precipitaciones en el continente antártico, con lo que más agua dulce iría a parar al mar.

En la actualidad, los vientos antárticos suelen soplar desde el continente hacia el mar. Foto: Svein Østerhus

El agua dulce es menos densa que el agua salada, por lo que puede permanecer en la superficie del mar, en vez de hundirse y circular por debajo como lo hace el agua salada. Un exceso de agua dulce puede romper la conexión entre la zona profunda del mar y la zona superficial, haciendo que el agua más caliente se acumule en las profundidades.

El estudio sugiere que los procesos desencadenados por el aumento de las precipitaciones reducirían la capacidad del sistema climático para mantener una gran capa de hielo antártica. Durante el período cálido del Mioceno Medio, se registraron oscilaciones inusualmente grandes en las temperaturas de los fondos marinos.

El estudio demuestra que las fluctuaciones en la cantidad de tierra cubierta por la capa de hielo fueron un factor importante para que las temperaturas de los fondos marinos cambiaran de forma tan drástica. La lluvia que cae sobre la capa de hielo puede provocar fracturas, el deshielo de la superficie y la salida de agua dulce adicional del continente, lo que, a su vez, puede hacer que aumenten las temperaturas de las profundidades, influyendo ello potencialmente en el hielo antártico desde abajo.

Los resultados del nuevo estudio sugieren que la capa de hielo antártica retrocedió de forma significativa durante el Mioceno Medio, y que luego se estabilizó cuando terminó el periodo cálido.

FUENTE: Nature Geoscience /NCYT

Esta entrada se publicó en Noticias en 12 Jun 2021 por Francisco Martín León