No tires tu Flor de Pascua después de Reyes: cómo evitar que se marchite en enero y lograr que rebrote
Aunque muchos creen que la Flor de Pascua no pasa del seis de enero, con unos sencillos cuidados puede quedarse en casa meses sin perder ni color ni vitalidad.

La Flor de Pascua, conocida también como Poinsettia y cuyo nombre científico es Euphorbia pulcherrima, vuelve cada mes de diciembre como un símbolo inevitable de la temporada navideña. Sus tonos intensos, sobre todo los rojos, dominan salones, comercios y mesas festivas. Sin embargo, suele acompañarla una fama poco justa: la de planta efímera. La realidad es muy distinta. Con unas simples pautas puede mantenerse viva y recuperarse después del trajín navideño.
Procede de México y destaca por el color intenso de sus brácteas, que se muestran en pleno invierno. Esa explosión de tonos la ha convertido en un icono navideño en todo el mundo, asociada a la buena suerte y a la historia tradicional de la estrella que guía la celebración. Aunque la solemos ver en maceta dentro de casa, en su entorno original puede crecer como un arbusto de porte considerable.
Pese a que solemos relacionarla únicamente con estas fechas, esta especie originaria de zonas cálidas de América cuenta con un abanico enorme de variedades, algunas sorprendentemente resistentes. No es una planta caprichosa, pero sí agradecida con quien entiende su ritmo. Si encuentra un ambiente estable y algo de atención, puede acompañar mucho más allá del calendario festivo.
Rompiendo mitos sobre la Flor de Pascua
La idea de que dura poco no nace de la planta, sino de las condiciones a las que se suele enfrentar la Flor de Pascua. El contraste entre la calle fría y un salón con calefacción dispara el estrés de sus hojas. Ese choque repentino hace que muchas empiecen a caer en cuestión de horas. No es fragilidad, es mala suerte térmica.
Otro mito habitual es que “se riega poco”. En realidad, no se trata de escasez, sino de equilibrio. Ni charcos ni desiertos. Cuando el agua sobra, las raíces se ahogan; cuando falta, la planta se vacía de energía. El truco está en observar la humedad del sustrato y ajustarse a ella, no al calendario.
También se suele pensar que cualquier rincón luminoso sirve, y no es así. Un punto con claridad constante, sin corrientes frías, es clave. Muchas se estropean no por falta de cuidados, sino porque se colocan cerca de puertas, pasillos o ventanas mal aisladas donde el aire helado actúa sin avisar.
Cuidados esenciales para mantener viva la Flor de Pascua
El primer paso para conservar la Flor de Pascua es elegir un lugar adecuado. Debe ser un espacio tranquilo, sin golpes de aire y con una luz generosa. Aunque quede bonita en una repisa decorada, lo fundamental es que esté a salvo de cambios bruscos. Si la planta “habla”, lo hace a través de sus hojas: si amarillean o caen por abajo, algo está fallando.

La temperatura ideal se mueve entre los 16 y 22 grados. Esta equilibrada franja le permite mantenerse activa sin agotarse. Cuando en casa encendemos la calefacción, conviene añadir humedad al ambiente para que no se resequen sus brácteas. Si se secan, empiezan a desprenderse sin remedio.
El riego es otro punto decisivo. Mejor hacerlo por absorción: agua en el plato durante unos minutos y después retirarla. Así toma lo que necesita sin riesgo de pudrición. Dos riegos semanales suelen bastar, siempre revisando el sustrato. Debe quedar ligeramente húmedo, nunca empapado.
Cómo lograr que tu Flor de Pascua dure más allá de enero
Para que llegue con buena cara a la primavera, la Flor de Pascua necesita mucha claridad. Un lugar junto a una ventana, pero sin sol directo en los meses de calor, será más que suficiente. Cuando los rayos son débiles, como en invierno, puede recibirlos sin problema, pero cuando el Sol gana fuerza hay que protegerla.
A medida que pasan los meses, conviene ayudarla con un abonado suave en su época de crecimiento natural, que se concentra en los meses fríos. Este apoyo le da la fuerza que precisa para mantener el color y formar nuevas hojas. No hace falta nada sofisticado, sólo tener constancia en pequeñas dosis.
Por último, si vives en una zona de clima templado, puedes sacarla al exterior cuando llegue el buen tiempo, pero siempre resguardada de las noches frías. Allí recuperará vigor y se aclimatará para el siguiente ciclo. Con un poco paciencia, es más frecuente que rebrote y vuelva a lucir igual o incluso mejor para la siguiente Navidad.
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