Qué es la Rosa de Jericó y su ciencia de la resurrección
La Rosa de Jericó o “planta de la resurrección” desafía a la muerte. Su impresionante capacidad de renacer fascina tanto a científicos como a los que creen en su energía sagrada.

Nacida en los áridos paisajes de Arabia y las zonas próximas al Mar Rojo, la Rosa de Jericó es una superviviente nata. Cuando el entorno se vuelve hostil, se cierra sobre sí misma, se seca y parece morir. Pero basta una simple gota de agua para que despierte, reverdezca y se abra como si nada hubiera pasado.
Este fenómeno ha hecho que muchos la consideren una planta inmortal. Su nombre científico, Anastatica hierochuntica, ya insinúa su secreto: “resurrección”. Aunque no proviene de la ciudad de Jericó, el mito que la rodea se extendió por Oriente y más allá. Es viajera, ligera y resistente, capaz de recorrer kilómetros impulsada por el viento, como si buscara un nuevo hogar donde renacer.
En la cultura popular, esta planta simboliza la esperanza y la renovación. “Planta de la resurrección”, la llaman. En tiempos antiguos, los chamanes la usaban como un termómetro natural: si se abría, anunciaba lluvia, y si se cerraba, era señal de sequía. Más allá de sus usos místicos, su biología es tan fascinante que la ciencia aún intenta descifrar sus mecanismos de supervivencia.
Las leyendas en torno a la Rosa de Jericó
Las historias sobre la Rosa de Jericó han cruzado fronteras y siglos. Una de las más antiguas cuenta que, en las montañas Kunlun, en China, crecía una hierba sagrada junto al Estanque Celestial, donde se bañaba la Reina Madre. Aquella hierba tenía el poder de devolver la vida a los muertos.
¡#BuenosDías! Las plantas de la #resurrección (Anastatica hierochuntica y Selaginella lepidophylla) exhiben #anhidrobiosis: tras un periodo de desecación pueden continuar su ciclo vital si se vuelven a hidratar pic.twitter.com/ZbI7eGwExO vía @aldoo_o @tatianotzin #VideoCiencia
— Apuntes de ciencia (@ApuntesCiencia) July 11, 2020
Conmovida por el sufrimiento humano, la hija del Rey Dragón robó algunas de esas plantas para salvar a quienes morían de sed y hambre. En castigo, fue desterrada a la Tierra, donde decidió transformarse en una de ellas para seguir ayudando.
Otra leyenda sitúa su origen en los desiertos palestinos. Un hombre bondadoso, perdido entre dunas, murió de sed tras ayudar a innumerables personas. Dios, al ver su compasión, lo convirtió en una flor inmortal, capaz de soportar el calor extremo y renacer una y otra vez. Así nació la Rosa de Jericó, símbolo de fe y resistencia.
Estas historias, más que adornos poéticos, reflejan una intuición ancestral: la planta encierra un poder único, una especie de “memoria vital” que la protege del olvido. Y aunque la ciencia lo explica con moléculas y azúcares, el mito sigue latiendo en cada brote que vuelve a abrirse.
La ciencia detrás del renacer
Hoy sabemos que no hay magia, sino biología avanzada. La bióloga sudafricana Jill Farrant, referente mundial en el estudio de plantas que resucitan, lleva décadas investigando cómo la Rosa de Jericó logra sobrevivir sin agua durante años. Según explica, “el proceso está relacionado con la producción de azúcares, que contribuyen finalmente a la formación de una sustancia vidriosa en el citoplasma de las células”. Ese estado vitrificado actúa como un escudo, estabilizando los tejidos hasta que la humedad regresa.

Además, la planta produce antioxidantes y proteínas especiales que le permiten soportar el estrés extremo. En otras palabras: cuando el entorno la castiga, se apaga, se protege y espera. Luego, con la mínima señal de humedad, sus células “recuerdan” cómo revivir. Este mecanismo podría tener aplicaciones revolucionarias en biotecnología, especialmente en la conservación de cultivos en zonas áridas.
La Rosa de Jericó también tiene un valor medicinal milenario. Se emplea en infusiones y ungüentos por sus propiedades antiinflamatorias y hemostáticas. En la medicina tradicional, se asocia al equilibrio del corazón y el hígado, y se usa para calmar hemorragias y regular el flujo sanguíneo. En muchas casas, se mantiene como amuleto: se cree que “absorbe la energía negativa y la transforma en positiva”.
El arte de cuidar la Rosa de Jericó en casa
Aunque parezca mística, es una planta agradecida y fácil de mantener. No necesita tierra fértil ni cuidados intensivos. Basta colocarla en un recipiente con poca agua durante unos días para verla abrirse lentamente, desplegando su verdor. Cuando se retire el agua, volverá a cerrarse en una danza silenciosa entre la vida y el descanso.
Impresionante la Rosa de Jericó. Llevará más de dos años en casa sin una gota de agua. En cuestión de 15 min ha vuelto a la vida. pic.twitter.com/XEVwLS9LDS
— Miriam Muñoz (@miritasz) November 17, 2024
Conviene mantenerla lejos del Sol directo y evitar el exceso de riego. Le basta con la humedad del ambiente para mantenerse activa. Si se busca conservar su tono verde, es mejor situarla en un lugar templado y con luz indirecta. En invierno, puede dejarse seca; en primavera, bastará con volver a hidratarla para contemplar su “resurrección”.
Muchos la tienen como símbolo de prosperidad o renacimiento personal. Sea por su ciencia o por su leyenda, la Rosa de Jericó sigue siendo un pequeño milagro vegetal. Una flor que enseña, con su aparente muerte y su regreso, que todo ciclo tiene su momento para volver a empezar.
No te pierdas la última hora de Meteored y disfruta de todos nuestros contenidos en Google Discover totalmente GRATIS
+ Seguir a Meteored