El árbol que ofrece joyas: la guía para cuidar un granado y cosechar sus frutos

El granado representa un cultivo típicamente mediterráneo que ofrece frutos sabrosos y llamativos. Aprende a cómo cuidarlo para disfrutar de sus granadas llenas de color y sabor.

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El granado, un árbol mediterráneo de excelentes frutos

El granado (Punica granatum) es uno de los árboles frutales más antiguos y simbólicos del mundo. Sus frutos son brillantes y se llaman granadas, se suele decir que evocan la imagen de joyas naturales por su color rojo intenso y sus semillas brillantes, llamadas arilos.

Además de su indiscutible belleza, este árbol destaca por su resistencia, longevidad y la capacidad de prosperar en climas cálidos y secos, lo que lo convierte en una excelente opción para huertos domésticos y jardines mediterráneos.

En muchas culturas, sus frutos eran considerados un regalo de los dioses, y hoy sigue siendo una joya botánica por su belleza y versatilidad.

A continuación te contamos cómo cuidar un granado, desde la plantación hasta la cosecha, para que puedas disfrutar de sus frutos llenos de sabor y propiedades saludables.

Dónde y cómo plantar un granado

Originario de Persia y del norte de la India, el granado se extendió por todo el mediterráneo gracias a fenicios, griegos y romanos. A lo largo de la historia ha sido símbolo de fertilidad, abundancia y renovación.

El granado prefiere los climas templados y secos, con veranos calurosos e inviernos suaves. Es muy resistente a la sequía y puede crecer en suelos pobres, aunque agradece terrenos bien drenados y ligeramente calizos.

Se adapta bien tanto al jardín como al cultivo en maceta, siempre que tenga suficiente sol y espacio para desarrollarse.

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El fruto de la granada es sin duda un excelente antioxidante y saciante alimento

Para plantarlo, es recomendable elegir una ubicación soleada y protegerlo de los vientos fríos. El mejor momento para hacerlo es a finales de invierno o principios de primavera, cuando el riesgo de heladas haya pasado. Si plantas más de un ejemplar, deja unos tres o cuatro metros entre ellos para que puedan crecer sin competencia.

Riego y fertilización

El granado es un árbol rústico que soporta la sequía, pero para obtener frutos de calidad necesita riegos regulares durante la floración y el desarrollo del fruto.

En verano, especialmente durante las olas de calor, conviene regarlo cada 7-10 días, evitando encharcar el suelo.

Respecto al abonado, basta con aplicar compost o estiércol bien descompuesto una vez al año, preferiblemente a finales del invierno. También se puede reforzar con un fertilizante equilibrado rico en potasio, que favorece la floración y la fructificación.

Poda: equilibrio entre forma y producción

La poda del granado es fundamental para mantener una estructura equilibrada y favorecer la producción de frutos. Durante los primeros años, se debe formar el árbol con entre tres y cinco ramas principales, eliminando los brotes bajos y los chupones que surgen de la base.

En los ejemplares adultos, conviene realizar podas ligeras a finales del invierno para eliminar ramas secas, cruzadas o demasiado densas. Esto mejora la aireación y permite que la luz llegue al interior, lo que se traduce en una mejor maduración de las granadas.

Floración y polinización

El granado florece entre mayo y julio, ofreciendo flores de un intenso color rojo anaranjado. Estas flores, además de ornamentales, son el preludio de la cosecha. Algunas son estériles (solo decorativas), mientras que otras producen frutos.

Cosecha y conservación de las granadas

Las granadas maduran a finales de verano o principios de otoño, dependiendo de la variedad y el clima. El momento ideal para cosecharlas es cuando la piel adquiere un tono brillante y firme.

La polinización es mayormente entomófila, es decir, realizada por insectos como las abejas, por lo que tener polinizadores cerca puede mejorar la producción.

Una vez recolectadas, las granadas pueden conservarse durante varias semanas en un lugar fresco y seco, o incluso meses si se guardan en refrigeración. También pueden aprovecharse para hacer zumos, ensaladas, postres o mermeladas.

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