Un viaje soñado en tren al Ártico: así es el trayecto nocturno que permite ver auroras boreales en Noruega

Imagina subir a un tren azul en una pequeña ciudad del norte de Noruega, Narvik, y que te lleve durante tres horas por un sendero rodeado de montañas nevadas que parecen salidas de un cuento, silencio ártico, y un cielo oscuro que empieza a encenderse en colores amarillos, verdes, violetas y rojos de las impactantes auroras boreales, y todo esto desde un lugar confortable y seguro.

Eso propone el Northern Lights Train, una experiencia nocturna que recorre la histórica línea de Ofoten, lejos de cualquier rastro de contaminación lumínica, para aumentar las chances de ver la aurora boreal en todo su esplendor.

El viaje no es solo un paseo escénico: es una “cacería” científica y emocional del cielo nocturno. Guías locales acompañan el recorrido, explican cómo se forman las auroras y ayudan a leer el cielo para encontrar los mejores momentos de observación.

Narvik: una ciudad bajo el óvalo de las auroras

Narvik está al norte del Círculo Polar Ártico y se ubica prácticamente debajo del llamado “óvalo auroral”, la franja alrededor de los polos donde la actividad de las auroras es más frecuente. La ciudad se levanta entre fiordos profundos y montañas que caen casi a pico sobre el mar. Esa geografía dramática es el telón de fondo natural del viaje en tren. Mientras el convoy se interna en el valle y gana altura, el paisaje pasa de la costa al entorno de tundra y roca, típico del interior ártico.

Narvik tiene además buena infraestructura turística, con gran variedad de hoteles, restaurantes y conexiones por avión, tren y ruta. Eso permite combinar la salida nocturna en el Northern Lights Train con días de esquí, por ejemplo, excursiones con raquetas de nieve o simplemente paseos tranquilos contemplando el fiordo.

Así es el trayecto por la histórica línea de Ofoten

El Northern Lights Train utiliza la línea de Ofoten, la vía férrea más septentrional de Noruega. Originalmente se construyó para transportar mineral de hierro desde Suecia hasta el puerto libre de hielos de Narvik; hoy es también un recorrido turístico célebre por sus vistas panorámicas de fiordos y montañas.

El tren parte de la estación de Narvik y se dirige primero a Bjørnfjell, ya casi en la frontera con Suecia. Luego continúa hasta Katterat, una estación de montaña situada a unos 373–374 metros sobre el nivel del mar, sin acceso por carretera: solo se llega en tren o caminando.

Durante el trayecto, los vagones ofrecen grandes ventanales panorámicos, pensados para mirar tanto el paisaje nevado como el cielo nocturno, y tendrás la sensación de estar en una cápsula luminosa que se desliza en medio de la oscuridad ártica.

A bordo, un guía especializado acompaña al grupo, cuenta historias locales sobre las luces del norte, comparte datos científicos y proyecta un breve documental sobre auroras boreales. El paquete incluye el billete de tren, bebidas calientes, un snack dulce y consejos para obtener mejores fotos nocturnas.

Una vez en Katterat, el tren se detiene y los pasajeros ¡bajan a la nieve! Allí se arma una fogata para entrar en calor y se sirve algo caliente mientras todos hacen lo inevitable: contemplar el cielo estupefactos, con cámaras en mano. También se puede visitar una pequeña aldea de montaña y un antiguo barracón convertido en museo, que cuenta la historia ferroviaria y bélica de la zona.

Luego, el grupo vuelve a bordo y regresa a Narvik. Si las condiciones atmosféricas de la Tierra y la actividad solar acompañaron, muchos vuelven con celulares y tarjetas de memoria llenas de fotografías, pero sobre todo con la vivencia del momento, esa sensación de haber estado frente a un fenómeno que desborda cualquier pantalla, con la enorme emoción de haber vivido una experiencia única en sus vidas.

La ciencia detrás de la aurora boreal

Aunque la experiencia es profundamente emocional, detrás del show de luces hay pura física. Las auroras se producen cuando partículas cargadas procedentes del Sol viajan por el viento solar y quedan atrapadas por el campo magnético terrestre. Esas partículas se canalizan hacia las regiones polares e interactúan con los gases de la atmósfera superior (magnetósfera).

Cuando los electrones solares excitan átomos de gases como: oxígeno y nitrógeno, a más de 80 km de altura, esos átomos liberan la energía extra en forma de fotones: diminutos “paquetes” de luz. La suma de millones de estas emisiones forma las cortinas verdes, rojas o violetas que vemos desde el suelo.

El color depende del tipo de gas y de la altura en la atmósfera en el que están interactuando. El oxígeno excitado a diferentes niveles de energía puede producir verde y rojo. El verde ocurre aproximadamente entre los 100-200 km de altitud, y los rojizos ocurren por encima de los 200-250 km, en la interacción del oxígeno atómico a mayores altura.

El gas nitrógeno de aproximadamente 100 a 200 km, brilla en azul. Dependiendo del tipo y la energía de la partícula con la que interactúa, el nitrógeno puede emitir luz rosa y azul. Si está por debajo de aproximadamente los 100 km, le da al borde inferior de las auroras más intensas un brillo rojizo-púrpura a rosado. A veces, la luz emitida por estos gases puede parecer mezclada, lo que hace que las auroras se vean moradas, rosas o incluso blancas.

Narvik, al ubicarse en el óvalo auroral, recibe con frecuencia estas “lluvias” de partículas. Por eso un tren que se adentra en las montañas cercanas se convierte en un observatorio móvil perfecto: te aleja de las luces urbanas sin perder comodidad ni seguridad para un exitoso avistamiento.

Cuándo ir: temporada, horarios y expectativas

Las mejores fechas para intentar ver auroras en Narvik van de septiembre a marzo, cuando las noches son largas y oscuras. El servicio específico del Northern Lights Train se ofrece desde finales de septiembre hasta comienzos de abril, con un pico de probabilidad entre noviembre y febrero.

En general, las franjas horarias con mayor actividad coinciden con la noche cerrada, entre las 22 h y las 2 am, aunque el tren regresa un poco antes, muchas veces ya se han visto auroras durante el trayecto y la parada en Katterat.

Es clave entender también que la aparición de las auroras no está garantizada. Depende de la actividad solar y de que el cielo esté despejado. Por eso los operadores remarcan que la experiencia combina el encanto del ferrocarril, el paisaje ártico, la fogata y la divulgación científica, y que la aurora es la fruta del postre cuando el cielo se deja ver.

Si planificas tu viaje con varios días de margen, aumentás las chances de coincidir con una noche clara y activa. En esta década, además, estamos atravesando el máximo del ciclo solar 25, lo que en promedio se traduce en auroras más frecuentes e intensas.

Consejos prácticos para vivir mejor la experiencia

Lo primero y más importante es la vestimenta adecuada, el Ártico invernal exige capas térmicas, abrigo impermeable y rompeviento, gorro, bufanda, guantes y buen calzado aislante. Vas a estar un rato quieto al aire libre en Katterat, y el frío se siente incluso en noches “tranquilas”.

El clima en Narvik, según el sistema de clasificación de Köppen, es subártico o boreal continental (Dfc), caracterizado por inviernos largos y fríos, veranos cortos y frescos.

Segundo, la cámara. Si bien podés disfrutar a simple vista, una cámara con modo manual y un trípode marcan la diferencia. El propio operador del tren sugiere llevar equipo fotográfico y brinda consejos sencillos para ajustar exposición, ISO y enfoque en condiciones de poca luz.

Tercero, la actitud. Conviene subir al tren con expectativas flexibles, entender que la naturaleza manda y que cada salida es una especie de experimento en vivo sobre el clima espacial y la atmósfera. Esa mirada más científica y curiosa ayuda a disfrutar el viaje aun en noches en que la aurora se insinúa apenas.

Finalmente, reservar con anticipación es una buena idea. La capacidad del tren es limitada y las fechas de luna nueva y fines de semana de temporada alta suelen agotarse rápidamente, sobre todo ahora que el turismo de auroras vive un auge global.