Ni la Pedrera ni Casa Batlló, la casa más desconocida de Gaudí es una joya Patrimonio de la Humanidad desde 2005

Situada en pleno corazón de Gràcia, esta casa habla con voz propia, la de un joven Gaudí que ya soñaba con construir belleza desde la naturaleza, la tradición y la innovación. Acompáñanos a descubrirla.

Casa Vicens
Fachada principal de Casa Vicens, donde Gaudí incorporó por primera vez el uso de azulejos cerámicos en serie, producidos por la fábrica Pujol i Bausis, una innovación que marcaría su estilo posterior.

Barcelona no se entiende sin Antonio Gaudí. Y Antonio Gaudí no habría sido el mismo sin Barcelona. La ciudad condal fue mucho más que su lugar de residencia: fue su inspiración, su taller y su campo de pruebas.

A finales del siglo XIX y principios del XX, el arquitecto catalán convirtió las calles de la capital catalana en un espectáculo visual que rompía con las reglas de la arquitectura tradicional. Obras como la Sagrada Familia, el Parque Güell o la Casa Batlló lo convirtieron en un símbolo del modernismo y un referente internacional. Pero hay una casa, la primera gran obra que salió de sus manos, que aún hoy sigue siendo la más desconocida para muchos.

El nacimiento del genio que transformó Barcelona

Estamos hablando de Casa Vicens, que, construida entre 1883 y 1885, fue en realidad el primer encargo importante que recibió Gaudí en Barcelona. La obra fue promovida por Manuel Vicens i Montaner, un corredor de bolsa adinerado que quería construir su residencia de verano en el barrio de Gràcia, por entonces una villa independiente de la ciudad condal.

Así fue como Gaudí, por entonces un joven arquitecto de 31 años recién licenciado, aceptó el reto y creó una vivienda que ya dejaba entrever su visión artística revolucionaria y su obsesión por la naturaleza como fuente de inspiración.

Un laboratorio de ideas que anticipa el modernismo catalán

Esta gran obra es en realidad lo más parecido a un caleidoscopio arquitectónico. Su fachada, revestida de azulejos de cerámica con motivos florales, es un guiño directo a la planta de clavel de moro que crecía en el jardín original.

Gaudí combinó en esta obra elementos orientales, islámicos y mudéjares, y usó materiales como el ladrillo visto, el hierro forjado y la piedra, adelantándose a lo que más tarde se conocería como modernismo catalán. Las formas geométricas, los techos artesonados, las rejas con formas vegetales y los colores vivos convierten a la casa en un manifiesto de libertad creativa.

Una vivienda concebida como una obra de arte integral

Lo curioso de esta casa es que Gaudí no sólo diseñó la arquitectura sino también pensó en los muebles, las pinturas murales, los techos y hasta el jardín. Cada elemento de la casa está concebido como parte de un todo armonioso.

Esta concepción integral, conocida como “obra de arte total”, es uno de los sellos distintivos del arquitecto. La casa representa una ruptura con la estética academicista de la época y marca el inicio de un lenguaje arquitectónico nuevo, muy personal.

Un reconocimiento tardío pero merecido

Pese a su importancia, Casa Vicens no fue abierta al público hasta 2017, tras décadas de uso privado y una cuidadosa restauración. Fue en 2005 cuando la UNESCO la incluyó en su lista de Patrimonio Mundial, dentro del conjunto de "Obras de Antoni Gaudí".

El organismo internacional valoró no solo su valor artístico y técnico, sino también su papel como punto de partida del modernismo y como ejemplo de innovación en la arquitectura residencial.

Un museo que conserva la esencia original

Actualmente, Casa Vicens es un museo que permite al visitante adentrarse en los orígenes del genio. El recorrido por sus estancias revela una mente brillante en plena efervescencia creativa. Desde el comedor con pinturas inspiradas en la flora y fauna, hasta la galería con vistas al jardín, cada rincón refleja el carácter detallista y visionario de Gaudí. Lo cierto es que el trabajo de restauración ha logrado devolverle el esplendor original sin renunciar a la autenticidad.

Una visita que sin duda alguna, merece y mucho, la pena. La entrada general a Casa Vicens cuesta 18€, con tarifas reducidas y acceso gratuito para menores de 11 años y otros colectivos. El museo abre todos los días (de 9:30 a 20:00 en verano y hasta las 18:00 en invierno) y la visita, que incluye audioguía, dura alrededor de 90 minutos. Eso sí, se recomienda reservar con antelación en su propia web: https://casavicens.org/es.