Declarado Patrimonio de la Humanidad. Así es Tarraco, el primer enclave romano de la península situado en Cataluña

La antigua ciudad romana se alza como un testimonio vivo del poder del antiguo imperio. Sus valiosísimos restos arqueológicos, en un buen estado de conservación, revelan la grandeza de la que fuera capital de la provincia de Hispania Citerior.

El anfiteatro romano de Tarraco es el emblema de la que fuera capital de la Hispania Citerior.

Tarraco, actual Tarragona, no es solo una ciudad mediterránea de innegable encanto, también es una de las puertas de entrada más importantes a la historia de Roma en la península ibérica.

Fundada en el siglo III a.C. por Cneo Cornelio Escipión como campamento militar, este enclave desempeñó un papel fundamental en la consolidación del dominio imperial en Occidente.

Por eso, visitar Tarraco es comprender el origen romano de gran parte de la cultura hispánica y europea. Murallas, templos y anfiteatros que son más que ruinas: verdaderos testigos del esplendor de un imperio que dejó huella en nuestra identidad.

Capital de la Hispania Citerior

La relevancia de Tarraco en la organización romana fue incuestionable. Se convirtió en la capital de la provincia Hispania Citerior (más tarde Tarraconensis), un vasto territorio que abarcaba buena parte de la península.

Desde allí se gestionaban cuestiones administrativas, fiscales y militares, lo que le otorgó un estatus privilegiado entre las ciudades hispanorromanas.

Restos conservados de la muralla romana de Tarraco.

Reflejo de ese poder son sus importantes monumentos, que se encuentran en buen estado de conservación, como las murallas, la construcción más antigua de la ciudad y ejemplo de ingeniería militar.

Del foro, la gran plaza que servía de centro político y religioso, se conserva un tramo del porticado de la basílica y parte de una calle. El resto del conjunto arquitectónico está aún bajo la trama de las modernas edificaciones existentes.

Un anfiteatro romano icónico junto al mar

Pero, sin duda, la construcción más emblemática de época romana de la ciudad es el anfiteatro que, junto al teatro y al circo, forman la trilogía de edificios dedicados a los espectáculos.

Construido en el siglo II d.C. junto al mar, allí se celebraban combates de gladiadores y ejecuciones públicas que congregaban a multitudes ansiosas de entretenimiento.

En su característica arena pueden apreciarse los restos de la iglesia románica de Santa María del Miracle, construida en el siglo XIII el mismo lugar en que sufrieron martirio los santos tarraconenses Fructuoso, Augurio y Eulogio.

Historia milenaria que se puede tocar

No menos impresionante es el circo romano, situado en el corazón de la ciudad, que llegó a albergar hasta 25.000 personas para presenciar carreras de carros.

Aún se pueden apreciar gran parte de las bóvedas y algunos tramos de gradería, restos de la fachada exterior y del podium, así como algunas de sus monumentales puertas de acceso.

Bóveda conservada del circo romano de Tarraco.

Del teatro, construido en un área con pendiente fuera de la muralla, muy cerca del foro, se conservan de forma parcial los tres elementos estructurales que definen este tipo de edificios: cavea (o grada), orchestra (orquesta) y scaena (escena).

Joyas del extrarradio

En las afueras de la ciudad, muy cerca del río Francolí, destaca la necrópolis paleocristiana que, con más de 2.000 inhumaciones, conforma una de las áreas de enterramiento más extensas de la antigua Tarraco.

Otro elemento clave del legado romano es el acueducto, conocido como el Puente del Diablo, una obra de ingeniería que garantizaba el suministro de agua a la ciudad y cuyo excepcional estado de conservación permite admirar la técnica romana, que aún hoy sorprende por su funcionalidad y estética.

El acueducto, conocido como Puente del Diablo, destaca por su excepcional estado de conservación.

En las proximidades de Tarragona encontramos también otras construcciones de gran relevancia como el arco honorífico de Barà, el mausoleo de Centcelles, la cantera de El Mèdol o la villa de Els Munts.

El reconocimiento de la UNESCO

En el año 2000, la UNESCO incluyó el Conjunto Arqueológico de Tarraco en la lista de Patrimonio Mundial.

Del foro romano de Tarraco se conservan los restos de un antiguo templo y un tribunal de justicia.

Este reconocimiento se basó en su excepcional valor histórico y en el grado de conservación de sus restos, que permiten entender la estructura urbana de una gran capital provincial romana.

El conjunto no se limita a la ciudad actual, sino que incluye los mencionados elementos del entorno, que ofrecen una visión global del sistema defensivo y de comunicaciones del imperio.

Una experiencia viva para el visitante

Tarragona no es únicamente un museo al aire libre; es una ciudad que ha sabido integrar su herencia romana con la vida contemporánea.

Cada año, celebra el festival Tarraco Viva, que transporta a los visitantes a la época imperial mediante recreaciones históricas, talleres y conferencias.

Este evento, junto a la oferta cultural y gastronómica de Tarragona, convierte la experiencia en algo único: la posibilidad de tocar la historia y sentir cómo era la vida cotidiana de sus habitantes hace más de dos mil años.