La ciencia tras la Ashwagandha, Rhodiola y otras plantas que parecen ayudar a disminuir el agotamiento
El agotamiento crónico impulsa la búsqueda de soluciones naturales. Analizamos qué dice la evidencia científica sobre la ashwagandha, la rhodiola y otros adaptógenos, sus mecanismos de acción, beneficios potenciales y límites reales frente al estrés moderno y cotidiano de hoy.

Jornadas laborales extensas, hiperconectividad digital, mala higiene del sueño, la presión constante por rendir más y mejor… El ritmo acelerado de la vida actual ha llevado a muchas personas a vivir en un estado casi permanente de alerta; a padecer un tipo de agotamiento que no siempre se soluciona con dormir un poco más los fines de semana.
Frente a este complicado escenario, hay un interés creciente por encontrar soluciones naturales a través de la sabiduría ancestral, concretamente en las plantas adaptógenas, utilizadas en la medicina tradicional desde hace milenios.
Y es que, en tiempos de cansancio colectivo, hay fórmulas que emergen de la naturaleza misma que, en combinación con la adopción de hábitos saludables, pueden ayudar a recuperar el equilibrio respetando los ritmos del cuerpo. Te contamos todo lo que necesitas saber sobre ellas.
¿Qué son las plantas adaptógenas?
El término “adaptógeno” se utiliza para describir a ciertas plantas y hongos que pueden ayudar al organismo a adaptarse mejor a la fatiga física, mental y emocional. A diferencia de los estimulantes farmacológicos, no fuerzan una respuesta inmediata, sino que actúan modulando los sistemas internos relacionados con el bienestar, especialmente el sistema nervioso y el eje hormonal del estrés.
¡Otro de los grandes aliados para mantener el equilibrio procedente de la botica de la naturaleza!
— Greanprof (@Greanprof) October 30, 2023
Las plantas adaptógenas. ¿Las conoces?
El término "adaptógeno" fue establecido por Lazarev en 1947 para referirse a sustancias que aumentan la resistencia del organismo frente: pic.twitter.com/bP63BpCPeQ
Su objetivo no es “activar” o “relajar” de forma extrema, sino favorecer la homeostasis: ese estado de balance interno que permite al cuerpo responder de manera más eficiente a los desafíos cotidianos.
Por eso es importante saber que sus efectos no son inmediatos, requieren un poco de paciencia y constancia para notar sus beneficios.
Ashwagandha: tradición ayurvédica para recuperar el equilibrio
La ashwagandha (Withania somnifera) es una de las plantas adaptógenas más conocidas y estudiadas. Procedente de la medicina ayurvédica —un sistema holístico milenario de la India que busca el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu—, se ha utilizado tradicionalmente para aumentar la resistencia al estrés e incrementar la energía vital.

En los últimos años, ha ganado en popularidad por su perfil equilibrante. Su consumo se asocia con una sensación de calma sin provocar somnolencia excesiva y con un mejor manejo de la ansiedad y el estrés sostenido.
Por eso, muchas personas la integran en momentos de sobrecarga emocional o mental, cuando el cansancio no es solo físico, sino también psicológico. Además, la ashwagandha puede mejorar el descanso nocturno, un aspecto clave cuando el agotamiento se prolonga en el tiempo, y también tiene propiedades afrodisiacas.
¿Quiénes no deben tomarla? Mujeres embarazas o que estén amamantando, personas con enfermedades autoinmunes, como lupus o artritis (estimula el sistema defensivo), y pacientes de cáncer de próstata. Tampoco está recomendada para quienes están en tratamiento con medicamentos para la tiroides, la diabetes o la tensión arterial.
Rhodiola rosea: energía mental en situaciones exigentes
Originaria de regiones frías de Europa y Asia, la Rhodiola rosea ha sido utilizada tradicionalmente para aumentar la resistencia física y mental en condiciones adversas. A diferencia de otras plantas, su perfil se asocia más con la claridad mental y la capacidad de concentración.

En contextos de trabajo intelectual intenso, estudio o fatiga cognitiva, la rhodiola es valorada por su capacidad para apoyar el rendimiento sin generar la sensación de “subidón” típica de la cafeína. Esto la convierte en una opción interesante para quienes buscan energía sostenida, especialmente en periodos de alta exigencia.
Eso sí, está contraindicada en niños, embarazadas y personas con trastornos bipolares o enfermedades autoinmunes. También hay que tener en cuenta que puede interactuar con antidepresivos y fármacos estimulantes, por lo que, en ese caso, conviene consultar con el médico antes de tomarla.
Otras plantas que apoyan al cuerpo frente al estrés
Además de la ashwagandha y la rhodiola, existen otras plantas adaptógenas que forman parte de esta respuesta natural al agotamiento moderno:
- Ginseng: tradicional en la medicina asiática, se asocia con la vitalidad y la resistencia general.
- Eleuthero (ginseng siberiano): utilizado para mejorar la tolerancia al estrés físico e incrementar la energía diaria.
- Schisandra: conocida por su acción equilibrante y su uso tradicional para combatir la fatiga y mejorar la concentración.
- Tulsi o albahaca sagrada: apreciada por su efecto calmante y su apoyo al bienestar emocional.

Cada una de estas plantas tiene un perfil distinto, por lo que su elección suele depender de las necesidades individuales: más calma, más enfoque o una combinación de ambos.
Naturaleza y estilo de vida: una alianza necesaria
Aunque las plantas adaptógenas pueden ser un apoyo valioso, no funcionan como soluciones mágicas. Su verdadero potencial se manifiesta cuando se integran en un enfoque más amplio del bienestar.
Por eso, lo ideal es acompañar su ingesta con la adopción de hábitos saludables: dormir adecuadamente, mantener una alimentación equilibrada, gestionar el tiempo digital, reservar espacios para el descanso mental o practicar deporte, son prácticas fundamentales para que la combinación funcione.
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