Atardeceres en Mallorca que son únicos y poco conocidos: desde un faro hasta un pueblo costero

Hoy te proponemos cinco lugares donde ver una puesta de sol inolvidable en la isla de Mallorca. Algunos son poco conocidos, otros clásicos que nunca fallan para contemplar este espectáculo natural.

Faro de Formentor
El faro blanco de Formentor y, en los días despejados, la silueta de Menorca en el horizonte, crean el escenario perfecto para capturar una puesta de sol inolvidable.

Mallorca es, para muchos, sinónimo de calas de aguas turquesas, pueblos de piedra dorada y una gastronomía mediterránea que se saborea lento, entre ensaimadas y pa amb oli.

Pero la isla más grande de Baleares es también un paraíso para los amantes de los atardeceres. Más allá de las playas masificadas y los chiringuitos de moda, existen rincones tranquilos donde el sol se despide en silencio, tiñendo de oro acantilados, torres medievales y pueblos marineros.

El atardecer más salvaje en el Faro de Formentor

Ubicado en el extremo norte de la isla, el Faro de Formentor se alza sobre un acantilado de vértigo, rodeado por la inmensidad del mar y las crestas de la Serra de Tramuntana. Llegar hasta aquí es toda una experiencia, pues es una carretera de 20 kilómetros que serpentea entre montañas y miradores naturales y que culmina con un pequeño camino andando.

Aquí se puede disfrutar de una puesta de sol inolvidable, pues al atardecer, el faro se transforma. Al atardecer, el sol se oculta en el mar y tiñe el paisaje de colores rojizos y dorados. Es un espacio ideal para quienes quieren disfrutar de la naturaleza en calma, acompañados solo por el sonido del viento y las olas.

Eso sí, conviene evitar los días más concurridos y comprobar si hay restricciones al tráfico en temporada alta, ya que el acceso puede estar limitado en determinadas horas.

Calma marinera frente a la isla de Sa Dragonera

En el extremo suroeste de la isla se encuentra Sant Elm, un pequeño pueblo costero que parece detenido en el tiempo. Sus casas blancas y sus barcas varadas en la orilla dibujan una estampa tranquila y auténtica, lejos de las rutas turísticas más transitadas.

Desde su paseo marítimo o desde la playa, se puede contemplar una de las puestas de sol más serenas de Mallorca, con la isla de Sa Dragonera perfilándose en el horizonte.

En esta zona, es común observar una gran variedad de aves y los característicos lagartos que deambulan libremente. Y si uno camina por el sendero que bordea la costa hasta llegar a Punta Blanca se puede contemplar cómo el sol se oculta tras el islote, ofreciendo un espectáculo único.

Descubrir la leyenda y las vistas panorámicas del oeste de Mallorca

Otro lugar de visita obligada si de disfrutar de un atardecer se trata, es la Torre de Ses Ànimes. Este antiguo torreón de vigilancia, también conocido como Torre des Verger, se encuentra en lo alto de un acantilado entre Banyalbufar y Estellencs.

Torre de Ses Ànimes
Esta torre fue construida en el siglo XVI para vigilar la costa de los ataques piratas, pero hoy es uno de los mejores miradores de la costa oeste mallorquina.

Al caer la tarde, la Torre de Ses Ànimes ofrece un atardecer dramático y lleno de historia. El sol se cuela entre las nubes y el perfil de los pinos, proyectando sombras largas sobre el mar. El lugar tiene un aire misterioso, amplificado por las leyendas locales que dicen que por aquí vagan almas en pena. Ideal para quienes buscan un atardecer con un punto de aventura.

El clásico imprescindible para atardeceres en la isla

Aunque no es precisamente un secreto, el Mirador de sa Foradada merece su lugar en esta lista por una razón simple: su belleza es indiscutible. Situado en la finca de Son Marroig, entre Valldemossa y Deià, este mirador ofrece una panorámica espectacular del mar y del famoso peñón agujereado que le da nombre.

Aquí el sol se esconde justo por el orificio natural de la roca, un fenómeno visual que atrae a fotógrafos, parejas y viajeros curiosos. Aunque en verano puede llenarse, la experiencia merece la pena. Eso sí, antes de ir es importante tener en cuenta llegar con tiempo para buscar sitio y, si puedes, reservar mesa en el bar del mirador para verlo con una copa en la mano.

Un rincón de paz y naturaleza para despedir el día en el corazón de la Tramuntana

Para cerrar la jornada, nada como dirigirse a Cala Tuent, una de las playas más tranquilas de la Tramuntana. Rodeada de montañas y sin apenas construcciones, esta cala de aguas profundas y limpias es perfecta para ver el sol ponerse mientras el mar se torna en espejo.

Cala Tuent
Vista aérea de Cala Tuent, un refugio natural donde las aguas cristalinas y el silencio de la Tramuntana crean un espacio ideal para la desconexión.

A diferencia de otras calas más concurridas, en Cala Tuent reina la paz. Aquí no hay chiringuitos ni música, sólo el rumor de las olas y el murmullo de algún bañista que se resiste a abandonar el agua. El atardecer desde esta cala tiene un encanto casi salvaje, ideal para terminar el día con los pies en la arena y la mente en calma.

Para completar la experiencia mallorquina al atardecer, no hay que olvidar otros rincones igualmente especiales como la Playa de Es Trenc, famosa por su arena blanca y aguas turquesas, o la impresionante Sa Calobra, con su dramático desfiladero y su ambiente único. O el Arco Natural de Portocolom, un espectacular enclave costero donde el sol se despide entre formaciones rocosas que parecen obra de la naturaleza misma.