Hoy, Día Mundial del Campo, analizamos la influencia del cambio climático

Impulsado por primera vez en Argentina, el Día Mundial del Campo celebra la importancia del medio rural como pilar fundamental dentro de la estructura económica de una nación.

Dehesa en Ciudad Real
Toma de la dehesa en Ciudad Real.

Cuando hablamos del campo, nos viene a la mente el típico campesino o agricultor que trabaja la tierra y recolecta sus cosechas, pero el campo es mucho más que eso. Está asociado a diferentes variables climáticas de las que dependen para obtener un equilibrio natural con el medio. La lluvia, las temperaturas o el viento, son factores que afectan directamente al suelo y que se están viendo alterados con el “cambio climático”, llegando a cambiar el ciclo natural del sistema agropecuario, y afectar, por ende, variables socioeconómicas, culturales y demográficas.

De forma tradicional, el espacio rural estaba dedicado a la agricultura, la ganadería, la silvicultura, la explotación forestal y las actividades cinegéticas (caza), entre otras. A medida que hemos ido evolucionando, las actividades del medio rural han tomado otro matiz más relacionado con el llamado agroturismo y la vida social conectada al medio natural.

Es la llamada “multifuncionalidad rural”, donde la sociedad ya no relaciona única y exclusivamente al campo con la explotación de sus recursos y obtención de alimentos y materias primas, sino que busca estar vinculada de forma directa, realizando actividades de ocio, como puede ser: hacer senderismo una mañana por la montaña, montar en kayak y descender por un río o simplemente escapándose el fin de semana para desconectar de la vida de estrés de las grandes ciudades.

La relación campo-cambio climático

Como ha demostrado ya el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático), las consecuencias que el cambio climático está generando en el clima de nuestro país afectan de manera directa al medio natural.

Las sequías son consideradas el problema más grave dentro del medio rural, pues la falta de lluvias está perjudicando cada vez más este sector, con sus consecuencias en el turismo y el sistema socioeconómico. Las heladas son otro de los problemas a los que se enfrenta, además del granizo, las lluvias torrenciales y diferentes fenómenos meteorológicos adversos que afectan de manera directa a los cultivos y al suelo, donde la excesiva acumulación de agua puede destrozar hectáreas enteras.

El viento, aunque invisible, también puede ser muy destructivo, arrancando de forma indiscriminada especies vegetales y bloqueando la afluencia de turismo en determinados espacios, tal y como veíamos hace unos días con la borrasca Emma en algunos puntos del país.

Variables climáticas que cada vez están más alteradas y afectan no sólo al desarrollo de actividades agropecuarias o de explotación de recursos, sino que afectan también al sistema socioeconómico. Esta nueva imagen del mundo rural se puede ver muy dañada, pues un área azotada de forma directa por las sequías, las inundaciones o los intensos vientos, hace que a la población no le resulte atractivo realizar una actividad de ocio, por no hablar de las pérdidas que supone a los agricultores.

Podemos ser parte de la solución

La inmensa población que vive en grandes ciudades también tiene que tomar conciencia de este problema, porque de aquí salen los alimentos que consumen. Por otro lado, esa contaminación que parte muchas veces, y en la mayoría de los casos, de las grandes urbes, es la que contribuye al calentamiento global.

No hay que olvidar que para un equilibrio del medio natural hay que tener una conciencia ambiental, realizar un desarrollo sostenible y un uso responsable de los recursos que nos ofrece la tierra y su entorno, para poder seguir celebrando así el Día Mundial del Campo.