El invierno siempre llega volando

La observación de determinadas aves nos permite anticipar la llegada de los rigores invernales. Los nombres populares de muchas de ellas hacen alusión al frío y la nieve.

Las bandadas de aves migratorias en otoño son anunciadoras de los fríos venideros. Arriba: Bandada de grullas volando alto en el cielo con su característica formación en V. Crédito: Parque Natural de las Tablas de Daimiel. Abajo: Bandada de avefrías fotografiadas desde las lagunas de Atapuerca (Burgos) en octubre de 2012. Crédito: http://quintanilladelaguamipueblo.blogspot.com

El tiempo invernal, en su versión más cruda, se instaló en la mayor parte de España los últimos días de octubre de 2018, con un mes de adelanto con respecto a lo que suele ser habitual. Una entrada de aire muy frío, de origen ártico, fue la responsable del desplome de las temperaturas y de las copiosas nevadas que se produjeron, sobre todo en la Cordillera Cantábrica, con acumulaciones de nieve en algunos enclaves de más de metro y medio. La segunda mitad del otoño suele marcar la transición con el invierno, aunque el tiempo es caprichoso y a veces irrumpe antes una entrada fría que –como es el caso– nos deja tiritando.

La llegada de los fríos pre invernales siempre viene precedida por un indicador que no pasa desapercibido. Las aves migratorias procedentes del norte y centro de Europa, llegan a nuestro país buscando una mejor aclimatación al duro invierno, ya que es más tolerable pasarlo aquí, a pesar de los rigores que también alcanzan las latitudes más meridionales como las nuestras.

Las bandadas de grullas (Grus grus), de zorzales (Turdus philomeloso) o de avefrías (Vanellus vanellus) en los cielos otoñales son el primer anuncio de los fríos que están por llegar. Si las observamos más pronto de lo habitual es que el tiempo ha empezado antes a recrudecerse en sus lugares de origen, como los países escandinavos o las estepas rusas, si bien la marcha de estas aves migratorias también obedece a la falta de luz, lo que a veces se acentúa por una sucesión de días de cielos cubiertos, no necesariamente muy fríos.

Gorrión alpino o nival (Montifringilla nivalis), conocido en algunas zonas de España como pájaro nevero o piconevero, por su condición de ave invernal. Crédito: Francesco Veronesi.

Son varios los pajaritos que se dejan ver particularmente en invierno, y no es de extrañar que se conozcan popularmente por nombres que aluden explícitamente al frío o a la nieve, al ser ese el hábitat en el que viven durante una parte del año. Este hecho queda claro con el avefría, al que ya hemos hecho referencia. En los pueblos, su aparición siempre se ha vinculado a los días grises y fríos, antesala de los hielos y las nieves invernales. A lo largo del otoño, la Península Ibérica recibe un importante número de esas aves, donde pasan la invernada.

Una de las aves invernales por excelencia es el Montigringilla nivalis, conocido como gorrión alpino o nival, que es una pequeña ave adaptada para vivir en zonas de alta montaña, habitualmente cubiertas de nieve. Cuando las condiciones allí arriba, en cotas altas, se vuelven más extremas, desciende hacia los valles. Su avistamiento es señal de un cambio de tiempo, tornándose más invernal y con nevadas que terminan afectando también a las zonas bajas. En Cantabria, uno de los nombres populares que recibe (caído en desuso) es el nievesí. También lo identifican a veces con el nombre de nevero, pico nevero o neverillo, aunque bajo esta denominación se llama principalmente a sus congéneres de pinzón común (Fringilla coelebs) y pinzón real (Fringilla Montifringilla). Por la sierra de Albarracín (Teruel) el pájaro nevero es el rabirroyo o rabirrojo (Phoenicurus ochruros), también llamado colirrojo tizón o real, que al igual que pasa con el gorrión nival, si en otoño o invierno desciende al valle, anuncia un recrudecimiento del tiempo.

Ejemplar de Motacilla alba, conocida popularmente como lavandera blanca o aguzanieves. Crédito: Criaderokimbi.com

Terminamos esta incursión por el mundo ornitológico con un pajarito gris, del tamaño de un gorrión, que tiene su pecho blanco como la nieve, con la que se le relaciona. Se trata de la Motacilla alba, popularmente conocida como lavandera blanca o aguzanieves, pajarita de las nieves, nevatilla o pitita. Al igual que pasaba con el pico nevero, su presencia en los meses invernales, junto al hecho de tener un plumaje ventral de un color blanco tan llamativo, ha dado lugar a toda esa serie de nombres alusivos al blanco elemento. La lavandera blanca es otra de las aves que anuncia la llegada del tiempo invernal y las nevadas. Ya lo sabe, querido lector, el tiempo invernal siempre llega volando, antes de empezar a sentirlo. La observación de grullas en formación, avefrías, neveros y pajaritas de las nieves son un buen método predictivo.