La extinción masiva de los dos años de oscuridad

Hace 66 millones de años el impacto de un gran asteroide cambió el rumbo de la vida en la Tierra. Los tsunamis, los terremotos y las erupciones volcánicas sólo fueron el inicio de la extinción masiva. 

Meteorito impacto
Hace 66 millones de años el "asesino de dinosaurios" provocó dos años de noche perpetua. Foto: Huffingtonpost.

Hace 66 millones de años un meteorito de 10 kilómetros de diámetro cambió el rumbo de la vida en la Tierra. El asteroide, conocido como el “asesino de dinosaurios”, acabó con la hegemonía de los reptiles de un plumazo.  

La colisión provocó tsunamis enormes, terremotos y erupciones volcánicas de forma inmediata, pero estos efectos directos, ya de sobra conocidos, no explicaban del todo la desaparición del 75% de las especies que habitaban la Tierra. Según un estudio publicado esta semana en la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, el clima se encargó de aniquilar a casi todos los animales supervivientes en apenas dos años.

Según un estudio publicado esta semana en la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, el clima se encargó de aniquilar a casi todos los animales supervivientes en apenas dos años.

La nueva investigación, dirigida por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) con el apoyo de la NASA y la Universidad de Colorado, ha aportado un par de detalles cruciales y sorprendentes en el estudio de la extinción K-Pg. Los científicos han calculado que la fuerza del impacto, acontecido en la actual Península del Yucatán, lanzó roca vaporizada por encima de la superficie de la Tierra que, poco después, se condensó creando pequeñas partículas conocidas como esférulas.

Las esférulas poco a poco fueron retornando a la corteza terrestre, pero en su caída, según los investigadores estadounidenses, se calentaron por fricción causando temperaturas lo suficientemente altas para provocar incendios globales y abrasar la superficie de la Tierra.

“La extinción de muchos de los grandes animales en la Tierra podría haber sido causada por las consecuencias inmediatas del impacto, pero las especies que vivían en los océanos, que se podían hundir subterráneamente o deslizarse bajo el agua podrían haber sobrevivido”, explica el científico de NCAR, y el coordinador del estudio, Charles Bardeen. “Nuestro estudio recoge la historia después de los efectos iniciales, después de los terremotos, los tsunamis y los incendios. Queríamos ver las consecuencias a largo plazo del hollín que fue creado y lo que podrían haber significado para los animales que quedaron”.

Noche perpetua

Ya se habían hecho estudios al respecto, pero todos estaban basados en los depósitos de hollín todavía presentes en el expediente geológico. En esta investigación, Bardeen y sus socios usaron el Modelo de Sistema Comunitario de la Tierra, de NCAR, para proyectar las consecuencias del hollín en el clima posterior.

Según las simulaciones, el hollín calentado por el sol fue ascendiendo por la atmósfera hasta formar, finalmente, una barrera global que bloqueó la mayoría de la luz solar que alcanzaba la superficie de la Tierra. “Al principio habría sido tan oscuro como la noche”, afirma Owen “Brian” Toon, colaborador del estudio e investigador de la Universidad de Colorado.

La pérdida de luz solar causó en promedio una pronunciada disminución de las temperaturas en la superficie de la Tierra, con una caída de 28 grados centígrados sobre la Tierra y 11 grados centígrados sobre los océanos.

Podría volver a pasar en una guerra nuclear

Los científicos advierten que el estudio tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, las simulaciones están basadas en un modelo moderno de la Tierra, no el que representaba durante el Período Cretáceo, con una disposición de los continentes ligeramente diferentes. Sin embargo, las mejoras aportadas podrían ser útiles para otros tipos de estudios, incluyendo la modelización de un escenario de “invierno nuclear”.

Al igual que los incendios forestales globales de hace millones de años, la explosión de armas nucleares también podría inyectar grandes cantidades de hollín a la atmósfera, produciendo un enfriamiento global temporal.

"La cantidad de hollín creada por una guerra nuclear sería mucho menor a la que se produjo durante la extinción de K-Pg", dijo Bardeen. "Pero el hollín todavía alteraría el clima de manera similar, enfriando la superficie y calentando la atmósfera superior, con efectos potencialmente devastadores".