La terrible galerna del Sábado de Gloria de 1878

“[...] Malo es el Sur desencadenado para tomarle las lanchas a la vela; pero es más temible por lo que suele traer de improviso: el galernazo, o sea la virazón repentina al Noroeste”. Extracto de la novela “Sotileza” de José María de Pereda.

Faro de la isla de Mouro, situada frente a la península de la Magdalena, en la boca de la bahía de Santander, Cantabria.
Temporal azotando la isla de Mouro, situada frente a la península de la Magdalena, en la boca de la bahía de Santander, Cantabria.

Hoy voy a hablar de la “Galerna del Cantábrico” y no me refiero al apodo con el que se conocía en su época de jugador de fútbol a Paco Gento, debido a su ascendencia cántabra y a ser uno de los extremos más veloces de su época. Estará en el punto de mira el terrible acontecimiento que sucedió el Sábado de Gloria, el 20 de abril de 1878.

Para lo cual, queridos lectores, les pido un mucho de imaginación, ya que tenemos que desplazarnos en el espacio y en el tiempo. Nos vamos al norte de España, a la cornisa cantábrica y a finales del siglo XIX, más concretamente al Santander de 1878. La actividad pesquera seguía siendo muy importante, aunque ya no se iba a la ballena y la labor quedaba restringida a las capturas de costa, sin alejarse mucho más de las 50 o 60 millas.

Las embarcaciones eran de madera, sin cubierta y se las dividía entre las mayores y las menores, según se alejasen más o menos de la costa. En las primeras podían ir hasta 14 pescadores y un patrón, con doble tracción, a vela y a remo. Y las menores, eran las barquías, con cuatro remeros por banda y las traineras, todas a remo, aunque estas últimas, a veces, podían tener una vela.

Amaneció un día plácido y bonancible

Ya situados, debemos ponernos en la piel de los pescadores de antaño y, también, de ahora, que si no salen a pescar no hay nada para llevar a la casa. Según la prensa consultada, bien la de Santander o la de Bilbao, todos coinciden en los siguientes rasgos del amanecer de esa jornada: buena temperatura y ligera brisa del nordeste. Esto animó a que en Santander salieran 23 lanchas mayores, 7 barquillas y una trainera, sin contar el número de embarcaciones no pertenecientes a los cabildos que se hicieron a la mar, como sucedió en casi todos los puertos de la cornisa cantábrica.

Aproximadamente a las 10, el viento empezó a soplar del Sur, flojo, hasta el mediodía, momento en el que de forma inesperada se produjo la racha de viento huracanado del Noroeste que dio inicio al temporal, con lluvia y descenso extraordinario de la temperatura. En las costas del País Vasco el Sur se inició más tarde, a eso de las 11:30, siendo el momento de la racha a las 12:45.

Presagios de la catástrofe

En los tres cuartos de hora, aproximadamente, que duró la violenta galerna todo hacía presagiar que a las infelices tripulaciones que les hubiera cogido en alta mar se habría producido alguna desgracia. En Santander, a las 15 horas iniciaron su entrada en puerto las primeras lanchas que habían conseguido salvarse de los vientos huracanados y por ellas se supo del naufragio de muchas embarcaciones y que lo que se temía se iba a cumplir.

La galerna de 1878 en Bermeo, tal y como apareció en un grabado de la revista “La Ilustración Española y Americana”.
La galerna de 1878 en Bermeo, tal y como apareció en un grabado de la revista “La Ilustración Española y Americana”. Fuente: Wikipedia.

Durante las jornadas siguientes, la lista de desgracias y pérdidas fueron aumentando hasta llegar a casi 30 embarcaciones entre Santander y Bilbao con 322 pescadores fallecidos, la mayoría en las costas vascas.

El diario La Voz Montañesa, en su edición del 26 de abril de 1878 decía: “El temporal, que tantos estragos ha producido, es de esos que no pueden preverse ni pronosticarse con tiempo, porque no se anuncian anticipadamente por señal alguna. Siendo la definición de galerna que da el Diccionario marítimo español, compuesto por D. José de Lorenzo, D. Gonzalo de Murga y D. Martín Ferreiro, de la Dirección de Hidrografía: Ráfaga huracanada que, en la costa septentrional de España, suele soplar por entre el O y el NO. En los días más calurosos del verano, regularmente entre las cuatro de la tarde y las nueve de la noche, sin señal ninguna que indique su proximidad, sorprendiendo de esta manera a las embarcaciones.”

Consideraciones finales

Gracias a los reanálisis de la NOAA podemos hacernos una idea de la situación general, ya que lo acontecido se podría considerar un evento local. Los días previos a la terrible jornada estuvieron marcados por una situación claramente anticiclónica, con poco viento en la costa, si acaso brisas del sur, temperaturas altas y cielos poco nubosos.

Reanálisis a 500 hPa del día 20 de abril de 1878.
Reanálisis a 500 hPa del día 20 de abril de 1878. Fuente: https://www.wetterzentrale.de/.

Así amaneció el propio día 20, aunque ya en altura la dorsal se estaba retirando hacia el este y un embolsamiento frío se acercaba a las costas gallegas. Entre las 12 y las 18 Z es el momento en que dicha lengua fría se acercó más las costas de Cantabria y de Vizcaya, coincidiendo con el momento indicado en las crónicas cuando se levantó la galerna y con el cambio de viento del sur y suroeste al oeste y noroeste.

Afortunadamente, ahora hay algo que en esa época no había y es el pronóstico del tiempo, con sus predicciones y sus avisos, que pueden salvar vidas y evitar, en muchos casos, los daños que pueden causar los eventos naturales extremos, siempre que seamos prudentes, precavidos y hagamos caso de las alertas meteorológicas.