El refranero invernal: "Agua de enero, cada gota vale un dinero"

Las alusiones al tiempo invernal en el refranero son muy abundantes. Numerosos dichos populares aluden a los elementos que caracterizan el invierno, como las fuertes heladas o la nieve. En esta entrada repasamos algunos de esos refranes, basados en la observación del tiempo reinante.

Paisaje invernal
Con la llegada del invierno, cambia el paisaje y el ambiente frío se impone.

Los fríos y nevadas de diciembre, las heladas de enero y las locuras de febrero, resumen el comportamiento meteorológico que caracteriza el invierno de latitudes medias, si bien la alta variabilidad del devenir atmosférico hace que en cualquier de esos meses podamos tener cualquiera de las tres cosas apuntadas, e incluso las tres. El refranero invernal recoge en numerosos dichos las pautas observadas más menudo, lo que nos permite tener una idea aproximada del tiempo que cabe esperar a lo largo de la época más fría del año.

El oscuro diciembre y la llegada del frío

El inicio del invierno –tanto el meteorológico o climatológico (1 de diciembre), como el astronómico (alrededor del 21 de diciembre)– no suele coincidir (salvo casualidad) con las fechas en las que el tiempo se vuelve invernal. Antes de que el calentamiento global empezara a dominar la escena, el refrán “Un mes antes y otro después de Navidad, es invierno de verdad” era poco menos que infalible, ya que el frío, las heladas y las nevadas no solían faltar desde finales de noviembre hasta finales de enero. Particularizando para el mes de diciembre, tenemos otro atinado refrán: “En diciembre se hielan las cañas y se asan las castañas”.

La progresiva reducción de las horas de sol, hasta la llegada del solsticio de invierno, contribuye a que la intensidad del frío vaya aumentando según avanza el mes de diciembre, teniendo su continuidad y momento álgido en enero, que es cuando, según las estadísticas, se alcanzan las temperaturas más bajas. La oscuridad de diciembre también nos afecta al estado de ánimo (“Días de diciembre, días de amargura; apenas amanece, ya es noche oscura”) y reduce las actividades agrícolas y del medio natural a la mínima expresión (“En diciembre la tierra duerme”).

Los fríos de diciembre son necesarios para que los cultivos (y las plantas, en general) salgan fortalecidos de cara al año entrante (“Diciembre tiritando, buen enero y mejor año”), pero no siempre llegan a tiempo. A veces diciembre no es tan frío, pero sí lluvioso. Encontramos en el refranero el siguiente vaticinio: “Si después de otoño seco, llueve por Santa Bibiana (3 de diciembre); entonces llueve un mes y una semana.” Lo que nos está diciendo el refrán es que si después de una sequía otoñal empieza a llover a principios de diciembre, ese cambio de tiempo anticipa, a veces, la llegada de temporales de lluvia durante el mes de diciembre y principios de enero.

Enero y sus temperaturas bajo cero

Enero como mes central del invierno es el mes del frío por excelencia, de ahí que haya muchos refranes que hagan referencia a ello. Por ejemplo: “Enero, buen mes para el carbonero”, “En enero, bufanda, capa y sombrero”, “En enero de día al sol y de tarde al brasero” y uno muy curioso y divertido que dice que “Para el culo de una mujer y las manos de un barbero siempre es enero”. El frío suele intensificarse con el avance del primer mes del año (“Por los Reyes, los días y el frío crecen”), lo que conlleva intensas heladas. Así lo atestigua el conocido refrán: “Enero, claro y heladero”, cuya versión larga añade: “y tiene las llaves del granero”.

Sol y nieve
Los días soleados, con presencia de nieve en el suelo y fuertes heladas, son característicos del mes de enero.

No suelen faltar a su cita anual los días de enero despejados, en los que hace mucho frío, a pesar de lucir el sol. Las heladas nocturnas suelen ser las más fuertes del año, lo que certifican numerosos refranes. Entre ellos, citamos tres: “La nieve del mes de enero es dura como el acero”, “Enero hace el puente y febrero lo rompe” (en alusión a los ríos congelados, relativamente comunes en los rigurosos inviernos de la Pequeña Edad de Hielo) y “En enero, se hiela el agua en el puchero y la vieja en el cuquero”. Esta última palabra es una forma antigua de llamar a la lumbre; al fuego.

Las lluvias de enero no son una buena noticia para los agricultores, lo que reflejan varios refranes, como el que afirma: “Año ruin, cuando llueve mucho en enero y nieva en abril”, o uno extensivo a toda la estación, que dice: “Truenos de invierno, señal de mal año”, ya que las tormentas suelen llevar asociadas chubascos intensos. Por el contrario, si el mes de enero trae lluvias, pero en su justa medida, es algo que se valora positivamente (“Lluvias pocas en enero, enriquecen el granero”, “Agua de enero, cada gota vale un dinero”).

Febrero y su merecida fama de loco

El siguiente dicho, deja claras las diferencias entre los dos primeros meses del año: “La justicia de enero es muy rigurosa, pero llegando a febrero será otra cosa.” La justicia o la caballerosidad de enero es algo muy común en el refranero agrícola, y hace referencia a que habitualmente enero trae un tipo de tiempo u otro, pero no es un mes alocado como febrero, en el que los cambios de tiempo están a la orden del día. El refranero climático recuerda de forma insistente los vaivenes de febrero: “Febrerillo el loco, no tiene un día como otro”, “Febrero, febrerín, es el mes más corto y el más ruin”.

Escarcha
Las heladas nocturnas son características de los meses invernales, lo que suele dar lugar a la formación de escarcha sobre los elementos vegetales situados a ras de suelo.

En algunos aspectos, podemos identificar febrero con el mes de septiembre, ya que en ambos podemos encontrar un poco de todo. No es raro tener durante una o dos semanas de febrero un tiempo tranquilo y soleado (anticiclónico), con ambiente frío, fuertes heladas nocturnas y nieblas de radiación (“Nieves en enero y soles en febrero”), alternando con días borrascosos, en los que el tiempo se vuelve tempestuoso, y otros gélidos, debido a la incidencia de una ola de frío, que algunos años se producen en este mes.

El final del tiempo invernal no tiene una fecha fija en el calendario, pero si hacemos caso el refranero: “Por San Valentín (14 de febrero) el frío anuncia su fin”. A esas alturas del año, la insolación va templando cada vez más el ambiente y las aves migratorias, de vuelta a la Península, comienzan con los rituales amorosos y con el apareamiento. Esa es la causa por la que se celebra en esa fecha el día de los enamorados. La primavera empieza a llamar a su puerta, aunque el loco febrero puede sorprendernos con alguna de sus travesuras hasta el último momento.