El hombre que se dejó morder por 200 serpientes para crear el antídoto que el mundo necesitaba

Durante casi dos décadas, Tim Friede convirtió su cuerpo en un campo de batalla: se dejó morder por serpientes para forzar a su organismo a producir anticuerpos. Hoy, los científicos creen que su sangre puede ser un recurso biológico invaluable.

Su obsesión por las serpientes llevó a un hallazgo científico: anticuerpos únicos que podrían cambiar los antídotos para siempre.

Muchos lo tildaron de excéntrico, obsesivo o loco. Lo cierto es que el nombre Tim Friede seguramente pase a integrar la lista de quienes arriesgaron su vida por la ciencia.

Este estadounidense de 55 años se ha dejado morder más de 200 veces por las serpientes más venenosas del mundo con el propósito de que su sangre desarrolle los anticuerpos capaces de volverse inmune.

Los resultados de sus experimentos

Ahora, sus impresionantes experimentos –que se volvieron populares en YouTube- han cobrado un nuevo sentido: los científicos descubrieron en su sangre anticuerpos capaces de combatir venenos de múltiples especies, un hallazgo que podría allanar el camino hacia un antídoto universal.

Cada año, más de 100.000 personas mueren por mordeduras de serpiente. La ciencia busca un antídoto más eficaz y accesible.

Hasta hoy, los antídotos se fabrican inyectando veneno en animales. Estos generan anticuerpos que luego se extraen para tratar humanos. El problema es que cada especie de serpiente produce toxinas distintas, incluso entre ejemplares de una misma región. Por eso, el antídoto adecuado depende de identificar rápidamente qué especie mordió a la víctima, algo que no siempre es posible, ni fácil, ni económico.

Según la OMS, cada año más de 110.000 personas mueren por mordeduras de serpientes y otras 300.000 sufren amputaciones o discapacidades irreversibles. Por eso, la sangre de Tim Friede representa una esperanza invaluable para la ciencia: su organismo ha desarrollado anticuerpos capaces de neutralizar una amplia variedad de neurotoxinas letales. Los hallazgos acaban de publicarse en la revista Cell y podrían ser el primer paso hacia un antídoto de amplio espectro.

Una vida signada por mordeduras de serpientes

Friede comenzó su experimento casero hace más de 20 años, en su casa en Wisconsin, impulsado por una mezcla de curiosidad científica y una experiencia personal: cuando tenía 5 años una culebra lo mordió, y este episodio marcó su vida.

Lejos de desarrollar aversión por el animal, con el tiempo se volvió coleccionista y llegó a tener más de 60 serpientes en su sótano. Aprendió a extraer su veneno y comenzó a inyectarse sus toxinas, interesado por lograr la autoinmunización.

El principio era sencillo, aunque peligroso: exponer su sistema inmunológico a pequeñas dosis de toxinas hasta que aprendiera a defenderse.

El camino fue todo menos indoloro. Estuvo en coma cuatro días por la mordedura de dos cobras, y perdió parte de un dedo. “No quería morir. No quería perder un dedo. No quería perder mi trabajo”, contó Friede en una entrevista con la BBC. Pero su impulso fue más allá de la adrenalina o el deseo de superar un récord. “Se volvió un estilo de vida y seguí esforzándome al máximo por todas esas personas que viven a miles de kilómetros de mí y mueren por mordeduras de serpiente”.

Los antídotos actuales deben fabricarse para especies específicas. El hallazgo en la sangre de Friede podría cambiar eso.

Tal como él preveía, su sangre comenzó a contener lo que pocos seres humanos podrían generar: anticuerpos capaces de reconocer y neutralizar múltiples variantes de veneno.

Mientras sus experimentos se popularizaban en su canal de YouTube, su historia llegó a oídos del doctor Jacob Glanville, director ejecutivo de la empresa biotecnológica Centivax. “Inmediatamente pensé que si alguien en el mundo ha desarrollado estos anticuerpos ampliamente neutralizantes, es él’”, relató Glanville a la BBC. “En la primera llamada le dije: Esto puede sonar un poco raro, pero me encantaría conseguir una muestra de tu sangre”. Friede aceptó sin dudar. Y fue una buena decisión.

Los investigadores, liderados por Glanville y el profesor Peter Kwong de la Universidad de Columbia, analizaron la sangre de Friede y hallaron dos anticuerpos capaces de neutralizar múltiples clases de neurotoxinas. Al combinarlos con un tercer componente, diseñaron un cóctel que en ensayos con ratones permitió sobrevivir a dosis letales del veneno de 13 de 19 especies probadas. En las seis restantes, la protección fue parcial, pero significativa.

Tim Friede, rodeado de los científicos que investigan el poder de su sangre como antídoto para las mordeduras de serpientes.

“Probablemente cubre a todo un grupo de elápidos para los que no existe antídoto”, afirmó Glanville. Para Kwong, el hallazgo representa “una amplitud de protección sin precedentes”. Y añadió: “Los anticuerpos de Tim son realmente extraordinarios: ha enseñado a su sistema inmunológico a conseguir un reconocimiento muy amplio de las toxinas”.

El estudio de Cell se concentró en los elápidos, una familia de serpientes que incluye a las cobras, mambas, taipanes, búngaros y serpientes de coral. Estas especies comparten un tipo de veneno basado en neurotoxinas, sustancias que paralizan los nervios y que, en pocos minutos, pueden detener los músculos que controlan la respiración.

El secreto de su sangre

Las toxinas de las serpientes suelen atacar tres sistemas: el nervioso (neurotoxinas), la sangre (hemotoxinas) y las células (citotoxinas). Mientras los anticuerpos convencionales atacan partes específicas de cada toxina, los anticuerpos de Friede tienen la capacidad de reconocer patrones comunes entre varias toxinas dentro de una misma clase, lo que los convierte en candidatos para un antídoto de amplio espectro.

Si se perfecciona este enfoque, podría desarrollarse un único tratamiento para múltiples mordeduras. De hecho, los científicos ya exploran la posibilidad de sumar un cuarto componente que brinde cobertura total frente a todos los elápidos. El desafío siguiente será abordar los vipéridos, la otra gran familia de serpientes venenosas, que usa venenos hemotóxicos.

Aunque los resultados son prometedores, los expertos coinciden en que queda mucho por hacer. “Es sin duda un enfoque novedoso que proporciona una prueba sólida de que es viable”, dijo a la BBC el profesor Nick Casewell, de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool. Pero advierte: el cóctel aún necesita pruebas exhaustivas antes de aplicarse en humanos.

Para Friede, el esfuerzo valió la pena. “Estoy haciendo algo bueno para la humanidad y eso era muy importante para mí. Estoy orgulloso de ello”, admitió. Su consejo, sin embargo, es claro: “No lo hagan en casa”, le dijo a DW. Su historia no es un ejemplo a seguir, sino una oportunidad que la ciencia supo aprovechar. Y quizás, gracias a ella, algún día el veneno deje de ser una condena inapelable.

Referencias de la noticia:

Snake venom protection by a cocktail of varespladib and broadly neutralizing human antibodies. Cell, 2025. Jacob Glanville, et al.