Un grupo internacional de expertos lo confirma en Nature: aún no somos capaces de entender nuestra propia conciencia

Tras décadas intentando desentrañar uno de los mayores misterios del universo, nuestra propia conciencia, la ciencia sigue sin una respuesta definitiva. Un estudio acaba de confirmar lo que muchos intuían: no entendemos del todo qué nos hace conscientes.

Mujer mirándose al espejo
Varios estudios investigan cómo surge la voz de la conciencia que nos hace reflexionar sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea

¿De dónde proviene la conciencia? ¿Cómo emerge esa voz interior que nos permite percibir el mundo y reflexionar sobre nosotros mismos? Tras años de experimentos y debates, la ciencia aún no tiene una respuesta clara. Un nuevo estudio internacional confirma que, pese a décadas de investigación, seguimos sin entender del todo lo que nos hace conscientes.

Dos teorías en disputa

Un equipo global de neurocientíficos llevó a cabo un ambicioso estudio durante siete años para poner a prueba dos de las teorías más influyentes sobre el surgimiento de la conciencia humana. El trabajo, publicado recientemente en la revista Nature, reunió a 256 participantes en 12 laboratorios alrededor del mundo, en un experimento sin precedentes.

Las teorías enfrentadas fueron la Teoría de la Información Integrada (IIT) y la Teoría del Espacio de Trabajo Neuronal Global (GNWT). La primera propone que la conciencia surge cuando el cerebro integra información de forma altamente conectada. La segunda sostiene que esta experiencia aparece cuando determinadas regiones cerebrales seleccionan y comparten información de manera global.

Resultados mixtos y sin una ganadora clara

Durante los experimentos, se midió la actividad cerebral de los voluntarios mediante resonancia magnética y electroencefalografía, mientras observaban imágenes en pantallas. El objetivo era localizar qué regiones cerebrales se activaban al experimentar consciencia.

Mujer pensando
Los investigadores tienen varias teorías, pero de momento ninguna ha logrado explicar el proceso en su totalidad

Algunos resultados parecieron favorecer a la IIT, ya que se detectaron señales intensas en la corteza occipital y temporal posterior —zonas asociadas a la percepción visual—, mientras que la corteza prefrontal, clave para la GNWT, mostró una actividad más débil.

Sin embargo, en otro experimento, se observaron oscilaciones de alta frecuencia entre regiones visuales tempranas y la corteza prefrontal, lo que respalda parcialmente las predicciones de GNWT. En resumen: ninguna teoría logró explicar el fenómeno en su totalidad.

Un misterio aún fuera de nuestro alcance

El investigador Tim Bayne, de la Universidad Monash (Australia) y coautor del estudio, admite que “la conciencia es una tuerca dura de romper”. A pesar de los avances tecnológicos, es posible que el misterio de la conciencia requiera algo más que datos: quizá necesitemos nuevas herramientas conceptuales o una transformación profunda en la forma en que abordamos el problema.

Esta falta de resultados concluyentes no significa fracaso, sino una invitación a replantear el enfoque. Según Bayne, podríamos estar ante un fenómeno que escapa a los límites actuales de la ciencia.

¿Qué teoría es la adecuada?

Aunque ninguna teoría se impuso con claridad, el estudio proporcionó pistas valiosas sobre las áreas cerebrales implicadas en la experiencia consciente. Se observó actividad sostenida en la corteza visual, ventrotemporal e inferior frontal, y patrones de sincronización específicos entre áreas frontales y visuales.

Cerebro
El estudio ha proporcionado ideas claras sobre las áreas cerebrales implicadas en la experiencia consciente.

Estos indicios abren la puerta a futuras investigaciones que podrían combinar elementos de ambas teorías, o incluso dar lugar a nuevos modelos híbridos.

El próximo gran desafío de la neurociencia

La conciencia sigue siendo uno de los misterios más profundos de la ciencia moderna. Este estudio, lejos de cerrarlo, confirma que aún nos encontramos en las primeras etapas de su comprensión. Sin embargo, también marca un hito importante: por primera vez, se han reunido suficientes datos comparativos que podrían servir de base para una teoría más completa en el futuro.

Por ahora, seguimos sin saber del todo qué es lo que nos hace sentir, pensar y ser. Pero este esfuerzo colectivo demuestra que la ciencia no se detiene ante lo desconocido, sino que lo convierte en su mayor motivación.

Referencia de la noticia

Cogitate Consortium, Oscar Ferrante, Urszula Gorska-Klimowska et al. (2025). Adversarial testing of global neuronal workspace and integrated information theories of consciousness. Nature.