Tuberculosis bovina, ¿es peligroso comer carne de vaca? ¿Puede afectar a los humanos?

La alarma social ha llegado de la mano de un cambio en las medidas de gestión de la tuberculosis bovina en Castilla y León. ¿Hay razones para este revuelo? Intentemos dar un poco de luz.

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Las explotaciones ganaderas de Castilla y León cuestionadas por la relajación de medidas frente a la tuberculosis bovina

Fue Rober Koch quien, en 1882, identificó al patógeno Mycobacterium tuberculosis que provocaba la tuberculosis humana. En 1898, Tehobald Smith demostró que la tuberculosis bovina estaba provocada por otro organismo, el Mycobacterium bovis.

La Organización Mundial de Sanidad Animal consultó en 2017 a 188 países su estado respecto a esta enfermedad, casi la mitad comunicó su presencia en los rebaños bovinos.

La erradicación completa es muy complicada, más aún en el ganado extensivo por la infección persistente en animales silvestres. Es un problema conocido de sanidad animal en el que se lleva años trabajando, en países desarrollados con mejor fortuna que en los menos desarrollados.

¿Qué es la tuberculosis bovina?

Su nombre viene dado por la inflamación que se produce en los ganglios linfáticos y otros tejidos de animales derivados. Sus consecuencias son neumonía, pérdida de peso y, si no se trata, lleva a la muerte del animal, no sin antes haber podido contagiar a otros animales.

Igual que en los humanos, es una enfermedad de declaración obligatoria y así debe notificarse cualquier caso que se detecte por parte de los veterinarios. Las ganaderías cada vez están más profesionalizadas y los medios de control de muchas enfermedades hacen de ellas lugares cada vez más protegidos gracias al buen hacer de los ganaderos, por la cuenta que les tiene. La colaboración entre veterinario y ganadero es básica para que los resultados sean satisfactorios, nadie quiere que los animales enfermen.

Vía de infección

La vía de infección en ganadería es por la inhalación de gotículas con el patógeno presente por animales infectados. La evolución es lenta, se puede considerar crónica, así que el animal puede diseminar la bacteria a otros animales antes de manifestar signos evidentes. Por eso, el desplazamiento de animales es una importante vía de propagación de la enfermedad. Ese es el motivo por el que el Gobierno ha paralizado el traslado de animales de Castilla y León salvo en las provincias libres de enfermedad.

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Nadie quiere que los animales enfermen, por eso los controles son necesarios y así conseguir la erradicación de la enfermedad.

¿Cómo se diagnostica?

A través de una prueba cutánea que consiste en inyectar un extracto purificado de la proteína derivada de la bacteria. Se inyecta de forma intradérmica y se mide el grosor de la piel (inflamación) 72 horas después, es posible que haya un falso positivo por haber estado en animal en contacto con otras micobacterias, pero los profesionales y la mejora en las técnicas hace que los falsos positivos sean muy bajos. Es el método estándar.

También hay pruebas sanguíneas, como la prueba IGRA (ensayo de liberación del interferón gamma) que detecta la respuesta inmunitaria de las células, pero no se suele utilizar en ganadería salvo que se haya detectado previamente presencia de micobacterias.

Aun así, el diagnóstico definitivo requiere cultivo en laboratorio que se alargar durante, al menos, 8 semanas. En ese tiempo, el animal ha podido contagiar a otros muchos. Por eso, relajar las medidas de saneamiento supone un riesgo para el propio ganadero (aunque no se aprecia a corto plazo, obviamente), si no se realizan controles con frecuencia, es posible que se encuentre con un elevado porcentaje de animales infectados y se tengan que sacrificar incluso a los dudosos.

Detección y saneamiento

Primero se avisa al ganadero, se identifica al animal, se rasura y mide el grosor de la piel antes de realizar la prueba. A los 3 días se mide este último de nuevo. Si es positivo, se marca una T en la oreja y se notifica al ganadero. Ese animal debe sacrificarse antes de 15 días (por el bien del resto del ganado, se debe segregar al animal y sacrificar cuanto antes) y se indemniza al ganadero, la cuantía es la misma en todo el territorio nacional.

¿Y una vacuna?

Se están desarrollando y evaluando vacunas para el uso en especies bovinas y salvajes, pero en este momento no se administran de forma sistemática porque podrían dar falsos positivos en ganaderías y, si el objetivo es erradicar, no es la mejor solución por el momento.

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El consumo de carne de ternera es seguro, la trazabilidad y gestión de proveedores asegura inocuidad.

¿Es un riesgo para las personas?

Una zoonosis es el paso de una enfermedad desde los animales a las personas. En este caso, existe riesgo, sobre todo, entre ganaderos y mataderos, por la transmisión por contacto respiratorio con animales lesionados o por heridas. En el caso del consumidor las cosas son muy distintas, los controles de trazabilidad son extremadamente potentes. La venta de carne de consumo en centros autorizados no está comprometida. Además, la bacteria no resiste a la temperatura con lo que, como siempre (y no sólo por esta bacteria), el correcto cocinado de los alimentos es fundamental, así como el consumo de leche y queso pasteurizado.

Todas las medidas que se han propuesto para acotar el problema hasta que se vuelvan a implantar las normas estatales y europeas evitarán que el consumidor esté en riesgo. En Castilla y León, Valladolid, Burgos y León han erradicado la tuberculosis bovina, del mismo modo que toda la comunidad es libre de Brucelosis. Las explotaciones con positivos no superan el 3% (dato Junta de Castilla y León 2020), así que la alarma creada es peor por poner en cuestión las medidas europeas y nacionales y, sobre todo por cuestionar la carne de Castilla y León que el problema real en el que veterinarios, ganaderos y administraciones han estado trabajando juntos tantos años consiguiendo grandes avances.

Frente al miedo, conocimiento.