¿Se debe congelar la comida a punto de caducar? La respuesta a un dilema vital

Uno de los mejores recursos que tenemos para disminuir el desperdicio alimentario y alargar su vida útil es la congelación. Pero, a veces, congelamos cuando detectamos “tufillo” y aún no lo vamos a comer. ¿Nos estamos jugando?

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Tu intención es buena, pero la vida tenía otros planes para la cena de esta noche y ese pescado lleva allí 3 días.

Volvemos del mercado con un montón de productos frescos con intención de gastarlo todo en los próximos 3 o 4 días. Pero, ay, la vida es caprichosa y no siempre nos da lo que queremos. A la seguridad alimentaria no le valen las intenciones y no te quiero yo contar lo que opinan las bacterias.

Ciertamente, en la nevera el crecimiento microbiológico se ralentiza. No se para, se ralentiza. Así que, esa pieza de pescado que tienes en la nevera y que no te has comido, aumenta cada día en unas cuantos (cientos) de microorganismos. El día que huele regulinchi, decides congelarlo. Ajá.

Es necesario que sepas que lo has congelado con la mismita carga bacteriana en el momento de la congelación y esa misma tendrá el día en que lo descongeles (y un poco más que subirá durante la descongelación). La congelación no mata bacterias, las para, las retiene, las deja quietecitas hasta que vuelvan a recuperar la temperatura, pero nunca de los nunca las elimina.

Si estás pensando en por qué congelamos el pescado para acabar con el anisakis, es porque eso no es una bacteria, es un nemátodo, un gusano. Y, como nosotros, si nos congelan, nos morimos. Pero las bacterias no son gusanos, son bacterias.

¿Cuándo deberíamos congelar los alimentos?

Con una buena previsión habría que congelarlo el mismo día de la compra. Mejor aún si lo haces en raciones y de la forma más plana posible para que la congelación y descongelación sea homogénea. No olvides poner el día en el que lo has congelado, que aquello no dura eternamente.

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Las bacterias no se eliminan con la congelación, sólo se quedan quietas esperando su momento.


¿Y si ya lo hemos hecho?

Nos ha pasado a todos, obviamente. Así que, si hacemos el mal, hagámoslo bien. Lo que pretendemos es eliminar la carga bacteriana que ha adquirido con el tiempo, sabemos que la única manera de hacerlo en casa es con calor. Así que debemos cocinar completamente superando los 65 ºC en el centro del producto antes de consumirlo.

Por ejemplo, nunca deberíamos congelar un atún después de 3 días en la nevera, descongelarlo y comerlo crudo. No es una buena idea… y si lo hacéis, sabréis por qué. La escombroidosis es una reacción habitual en este tipo de alimentos que provoca reacciones de enrojecimiento de la piel o incluso respiratorias.

¿Cómo descongelar los alimentos?

Nunca descongelaremos a temperatura ambiente, estamos dando “alas” al crecimiento de bacterias poniendo a la temperatura más favorable al crecimiento, con nutrientes y humedad. La mejor forma de descongelar sería hacerlo 24 horas en la nevera, en la parte de abajo y, si es posible, con una rejilla que recoja el líquido que pueda soltar.

Si no nos ha dado tiempo, la otra opción es el microondas. Para descongelar sin que se cueza, podemos ir colocándolo en diferentes posiciones cada minuto más o menos (dependiendo del tamaño). Parece complicado, pero sólo hay que cogerle el truco.

No siempre podemos vivir de nuestras intenciones, por eso es importante saber cómo evitar riesgos cuando la vida hace de las suyas.