Satélites artificiales: cada día hay más, y molestan

Los satélites artificiales son de gran ayuda, pero astrónomos y fotógrafos empiezan a mostrar su descontento. Con el paso de los años, resulta difícil disfrutar de un cielo nocturno libre de aviones o satélites.

Satélite
La cantidad de satélites en órbita ya empieza a preocupar.

Lo que tenía que ser un avance tecnológico y con grandes beneficios para la humanidad, empieza a provocarnos ya demasiados dolores de cabeza. Primero fue la basura espacial y el riesgo que supone tanto por la posibilidad de colisiones como por su caída a la superficie, pero estos últimos meses el descontento empieza a agitar a parte de profesionales y aficionados a los que les gusta disfrutar del cielo nocturno.

Los satélites artificiales nos han mejorado la vida en muchos sentidos. Sin ellos, no podríamos hacer la mayoría de las cosas que hacemos a diario. Los centenares que teníamos en órbita hace años se han convertido en miles, con un inconveniente que pocos podían imaginar: están cambiando el cielo nocturno. Las noches oscuras y estrelladas quedan empañadas por el paso continuo de satélites, que junto a un incremento del número de aviones, arruinan las fotografías de larga exposición.

¿A quién pertenece el cielo? Según los tratados internacionales de aviación, el espacio aéreo pertenece al país que está debajo. Y por ley, se debe dejar paso a las aeronaves. Pero esto solo se aplica a las altitudes a las que vuela un avión. Más arriba, el espacio, todo es Patrimonio de la Humanidad. El problema es que se está invadiendo. Las empresas privadas se están adueñando de él, poniendo en órbita cada año más y más satélites.

Tal y como está sucediendo en el mundo de la aviación, estamos cerca del colapso y cada cierto tiempo en la prensa podemos leer las alertas que se emiten por riesgo de impacto entre satélites o con basura espacial. En las rutas aéreas se está estudiando, por ejemplo, reducir la distancia vertical de seguridad entre los aviones para poder incrementar el número de vuelos.

Por qué vemos los satélites a simple vista

Los satélites artificiales no emiten luz. Sería un enorme gasto de energía. Encima de nuestra cabeza pasan en cada momento muchísimos de ellos, tanto de día como de noche. Casi todos, completamente invisibles para nuestros ojos. Entonces, ¿por qué a veces brillan de noche?

Cuando empieza a oscurecer a última hora del día, si nos fijamos, veremos cruzar el cielo de vez en cuando algunos de estos satélites. Son luces blancas que no parpadean y que se apagan lentamente. La gente los confunde con un avión. No se cree que a simple vista pueda observarse un objeto que está tan lejos. La gran diferencia entre satélites y aviones es que los primeros no parpadean.

Cielo con estrellas y satélites
No hay fotografía nocturna en la que no aparezca algún satélite

En realidad, lo que vemos no es el satélite, sino la luz del sol reflejada en partes del satélite. Esto mismo ocurre cuando llevamos un reloj en un día soleado. La luz del sol se refleja en él y podemos deslumbrar a alguien o hacerle la vida imposible a nuestro gato intentando alcanzar la luz en la pared o el techo.

Es realmente complicado que se cumplan las condiciones para que los rayos del sol incidan en un satélite y reboten hacia la superficie de la Tierra justo donde estamos nosotros. Pero esto sucede, y cada día más. Hay páginas web, como www.heavens-above.com, que introduciendo la localidad en la que estamos nos dice a qué hora podemos observar el paso de un satélite, su posición en el cielo, qué satélite es, etc... Hay más posibilidades de verlos a primera hora de la noche y antes del amanecer ya que el sol incide mejor para que su luz se desvíe hacia nosotros.

Un proyecto que se nos va de las manos

La gran revolución en el mundo de los satélites viene de la mano del gurú de la tecnología Ellon Musk. Con su proyecto Starlink, pretende crear una red de satélites que cubra todo el planeta y asegurar el acceso a internet de bajo coste en todas las regiones terrestres. Parece una idea genial y sus satélites son muy pequeños. Apenas miden 2 metros de largo y pesan 227 kg.

El problema es que el proyecto quiere tejer una red que cubra todo el planeta con 12.000 satélites y con la posibilidad de extenderlo en un futuro hasta los 42.000. Una barbaridad. La puesta en órbita de estos pequeños satélites no se hace de uno en uno. Se lanzan en grupo. Los primeros lanzamientos dejaron imágenes muy curiosas, como podemos ver en el siguiente vídeo. Un tren de objetos brillantes pasaban por el cielo de muchas ciudades, haciéndose viral en los medios de comunicación.

Esto solo es el principio. Con cada día más satélites y aviones en el cielo, estamos creando una barrera entre nosotros y el espacio. Ya no se pueden hacer fotografías nocturnas sin que un avión o un satélite nos deje su estela de luz en ella.

Como ciudadanos, hay una gran indefensión a la hora de atajar esta problemática. El cielo nos pertenece a todos. Los aviones nos dejan el cielo lleno de estelas de condensación, cambiando el aspecto natural que tendría. De noche, no dejan de pasar los satélites uno tras otro. Y esto, no ha hecho más que empezar.